13 [Mi mascota]

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Ese muchacho frente a mí acaba de decir que le salvé la vida con mi sangre. Mmm... tal vez pueda sacar provecho de eso.

—Tampoco pienses que seré tu esclavo, tonta —se adelanta a decir echando a perder mis planes de tener un masaje en los pies o que me lleve de nuevo a casa.

—Déjame sola —murmuro mirando mi muñeca vendada, aún no puedo creer que a los 2 minutos de "rescatarme" Milo se atrevió a morderme diciendo que me extrañaba y que moría de hambre. Sólo extrañaba mi sangre, no a mí precisamente.

—¿Quién te puso de malas mausi? No fui yo, ¿verdad? —habla cruzando sus brazos y sentándose en la cama.

—No quiero hablar de eso. Y no me llames así —murmuro manteniendo los ojos entrecerrados, me siento un poco débil. Él escala por la cama para terminar y muy cerca de mi rostro.

—¿Mausi? Pero te describe a la perfección —comenta sonriendo. Sus colmillos me dan miedo, sobresalen de su boca.

—No me gusta que me insulten sin que yo lo note —aclaro apretando mis puños—. Basta.

—¿Insulto? Veo que no sabes nada de mi idioma. Y si te insultara lo entenderás a la perfección, idiota —responde riendo, cuando al fin consigue calmarse siento su mano en mi brazo, que frío y aterrador—. Lian... ¿Cierto? Quiero sabes cómo terminaste siendo el alimento de ese otro.

—No quiero hablar sobre eso —siento una presión en mi brazo y es su agarre. Dejará una marca si continúa.

—Él sabe tu nombre, tú el suyo. Y por un momento estabas emocionada de verlo en mi casa —dice tomando mis muñecas y se acerca mucho más a mi rostro—. Y cuando te pregunte algo quiero una respuesta —su frente se apoya contra la mía, su piel es fría y su aliento apresta a sangre. Es como el aliento de Milo estos últimos días, cuando estaba vivo su aliento olía a cerezas por alguna extraña razón.

—O-Okey... —trago saliva, trato de liberar mis muñecas pero él termina por soltarme, regresa a su lugar y me mira expectante. De todos modos su mirada me pone muy nerviosa—. El otro vampiro es mi amigo, bueno lo era. E-Es una historia un poco larga pero... Desde que es como tú él cambió y s-sólo quiere mi sangre, po-por eso me "rescató" —hablo haciendo comillas en la última palabra.

—Mmm, ya veo. Es por eso que no hice amigos estando con vida y menos ahora —opina él frotando su barbilla. Ahora que puedo lo observo con más atención, su cabello es castaño, ondulado y lo lleva hacia a un lado dándote la impresión que lleva un flequillo muy en onda, cejas gruesas, ojos verdes y una mandíbula marcada. Varonil.

Lleva unos collares negros que llegan hasta su pecho y también unas pulseras en la muñeca izquierda.

—¿Cómo te llamas? —pregunto curiosa, no recuerdo haber escuchado su nombre.

—No recuerdo el nombre que mis padres me dieron pero ahora me dicen Llantén —responde sin mirarme.

—Es raro —opino haciendo que gruña.

—¿Te lo pregunté? No. Ahora te vas a quedar aquí mientras yo buscaré comida para mi nueva mascota mausi —él revuelve mi cabello mientras se pone de pie y me deja sola en la habitación.

—¿Mascota? —repito, esas palabras retumban en mi cabeza. No sé qué es peor, ser alimento o una mascota.

Unas horas después...
No creí que eso de mascota sea en serio o tan literal pero Llantén trajo platos de alimentos, una cama, juguetes hasta un collar con mi nombre. ¡Está loco!

—No pienso ponerme eso —niego al ver que se acerca con ese collar, es rosa y la placa tiene la forma de un corazón.

—Vamos, va a ser divertido... para mí —sonríe, en un abrir y cerrar los ojos ya no veo el collar en su mano, sino que lo tengo en mi cuello.

―¡Ah! No, no, no —trato de abrirlo pero encuentro una especie de cerrojo en él. La llave está en la mano de Llantén—. Dámela —le suplico. Que vergüenza, estoy usando un collar como si fuera un animal.

—Nop y esto es por gritar de nuevo —él cierra su puño con la llave en su interior y luego lo suelta, me apresuro a atraparla pero la misma ahora está retorcida y ya no sirve.

—Dijiste que te salvé la vida, ¿por qué me haces esto? —hablo mientras forcejeo con el collar para quitármelo, pero sólo consigo que mi piel se torne roja.

—Si, mi deuda sólo me impide lastimarte. No hacer esto —él coloca una tiara en mi cabeza con dos orejas redondas, peludas y blancas en ella. Luego me abraza para tomar una foto con un celular que sacó de no sé dónde—.¡Sonríe! —toma muchas fotos mientras que yo lucho por soltarme de sus abrazos.

—No me toques —digo furiosa, entonces el agarre de mi cintura desaparece haciendo que caiga al suelo.

—A ver..— –él revisa las fotos y después me las muestra riendo—. Mírate, parece que estás peleando con el aire —comenta y tiene razón. En las imágenes sólo aparezco yo haciendo muecas raras y tirando patadas o golpes a la nada.

—Borra eso.

—Claro que no, directo a las redes sociales —niega sacándome la lengua y lo hace, todas las fotos son subidas y en menos de lo que pienso todo el mundo ve mis fotos. ¡Qué vergüenza!

Llantén me sonríe y veo sus colmillos, quiero largarme de aquí. Jamás me habían humillado así en la vida.

—Oye, no odies tanto a ese collar, después de todo protege tu cuello de mí.

Sed De Sangre [Secuela/dueño De Lobos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora