-- Tom, ¿qué demonios estás haciendo? -- le pregunto temblando.
Sus ojos marrones me siguen mirando, pero no hay ningún tipo se sentimiento en ellos, son dos pozos oscuros y vacíos. Gimo de miedo y aparto la mirada de los dos chicos. Oigo a Nash al otro lado de la puerta y siento que prefiero estar con él.
Alan y Tom siguen hablando sin prestarme atención. Me apoyo sobre las puntas de mis zapatillas, preparada para correr con todas mis fuerzas. Nash puede y quiere ayudarme. No confío en él, pero es la única persona aquí que creo que puede llegar a ayudarme.
Tres...
Puedo hacerlo.
Dos...
Vamos, Nora..
UNO
Empiezo a correr en dirección a la puerta, sin hacer caso a nada a mi alrededor. Tengo que llegar y salir de este centro de locos. Nash es mi única escapatoria posible en este momento.
Agarro el pomo de la puerta y lo bajo, abriéndola. Cuatro manos intentan pararme, pero yo sigo corriendo. Distingo a Nash, que me mira con sus ojos azules abiertos de par en par, veo comprensión y urgencia en ellos. Estira su pálida mano y la agarro. Oigo a Alan gritar a nuestras espaldas y Nash tira de mi con más fuerza.
Los pasillos, antes oscuros, se llenan de luces rojas, acompañadas del sonido de la alarma.
Mierda.
-- ¡Nash! -- grito, no vamos a lograrlo, nos van a pillar, a mi me van a meter en una habitación cerrada y a Nash... no puedo, no puedo ser la culpable de que le pase nada.
Pero se lo merece. Me ha hecho algo horroroso. Se lo merece. Pero los demás también. Y tengo que encontrar a mis amigos. Aprieto con fuerza la mano de Nash, que dobla una esquina. Una puerta de metal blanca aparece ante nosotros.
Nash se para en seco y choco contra él, pero no caemos al suelo.
-- Mierda -- susurra.
Sus ojos azules me miran asustados.
-- Lo siento mucho, Nora, no sabía... no quería que esto llegase a este punto.. pero... ellos...
-- Cállate, Nash, da igual, todo.
-- No, escuchame -- apoya sus manos en mis hombros--, no confíes en nadie excepto en ti misma, todo es distinto en el Boulevard de los sueños rotos, Nora.
-- No comprendo...
-- Lo harás, no tengas miedo, eres fuerte, cuida bien de nuestro bebé si no logro salir de esta -- acaricia mi mejilla, quitandome una lágrima.
-- No, Nash, no, no te vayas...
-- No me voy, pero ten cuidado con los Lan...
Oigo un disparo y mi vista se tiñe de negro.
***
Nash
-- ¡No!
La agarro antes de que caiga al suelo y la abrazo contra mi cuerpo, protegiendola de ellos. Veo un dardo tranquilizante en el cuello de Nora y siento como se me quita un peso de encima. Su pecho sube y baja contra el mío y entierro mis manos en su cabello.
Cuanto la he echado de menos.
-- Hamilton.
Levanto la vista, preparado para plantarle cara, pero al ver que no es Alan quien está delante mía me sienro más pequeño.
-- Coronel Mayer...
Sus ojos verdes me miran con dureza, brillantes bajo su pelo castaño. Es demasiado joven para ser Coronel, pero demasiado inteligente para apartarlo de en medio. Agacho la cabeza con miedo y aprieto más a Nora contra mi.
-- Hamilton -- repite--. Suelta a la chica.
-- No -- susurro.
-- ¿Qué has dicho? -- el enfado es notable en su voz.
-- No -- digo más fuerte--, no la pienso dejar.
El Coronel Mayer se ríe, pero de la misma forma que Alan, de forma amenazadora, saben que son mejores que tú y no lo ocultan.
-- Veo que aún sigues enamorado de ella -- el desprecio de sus palabras me rodea y siento como me ahoga--, aún sabiendo lo que la puede llegar a pasar cuando nazca el bebé.
Se acerca más a mi y agacho la cabeza, no puedo sostener su mirada, que se ríe en mi cara.
-- Ella va a morir, Hamilton, ahora, sueltala, no me gustaría tener que matarte.
Miro el rostro dormido de Nora. Sus largas pestañas y su cabello castaño. Acaricio sus labios con mi dedo pulgar, adornado con un anillo de plata, para después besarlos levemente. Me quito el anillo y se lo pongo a ella en el dedo anular.
-- Siempre estaré contigo -- la susurro al oído, esperando que me oiga, rezando que lo haga. Miro al Coronel Mayer--, usted se puede ir al infierno con su estúpido experimento.
Mayer aprieta los labios y saca una pistola, que apoya sobre mi frente. El frío metal hiela la superficie de mi piel y cierro los ojos, abrazando a Nora, pidiéndole perdón en silencio, aún sabiendo que nunca podrá perdonarme.
Click.