Nora

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-- ¿Dónde está Nash, Alan?

Pregunto de nuevo. Desde que desperté no he parado de preguntarlo. Pero nadie me ha respondido. Estoy dentro de una sala de color metálico. Mi tripa no ha crecido, sino que he adelgazado bastante, ya puedo notarme varias costillas. Me recojo el cabello lacio en una coleta sucia y escondo mi cuerpo bajo la sábana azul de la cama.

Necesito pensar cómo salir de aquí. Tengo que hacer algo para salir de aquí. Tengo que encontrar a mis amigos.

-- Alan, por favor, dime al menos si mis amigos están bien, sé que a ti no te importará mucho, pero necesito saberlo.

Espero callada durante los primeros minutos. Pero no ocurre nada. La furia y desesperación crece en mi pecho y exploto.

-- ¡Que me saques de aquí! ¡¿Por qué yo, Alan?! ¡Al menos dime qué vais a hacer conmigo o qué me va a pasar! -- silencio--. Por favor... -- sollozo y me tapo la cara, no voy a dejar que me vean llorar.

Odio no saber por qué me está pasando esto. Odio por qué no me dicen anda. Odio a Alan. Odio a Nash por meterme en el agujero. Y odio mi vida ahora mismo. Quiero salir de aquí. Quiero irme con mis padres. A mi casa. Con mis amigos. Lejos de aquí. No quiero estar embarazada. Todavía no. Solo tengo dieciséis años. No... No puedo tener un bebé.

Oigo el ruido de una puerta abriéndose y me pongo recta sobre la cama. Una de las paredes se ha abierto y Alan me sonríe, apoyado en la pared.

-- ¿Me querías ver, Nora?

-- ¿Dónde está Nash? ¿Y mis amigos? ¿Qué me estáis haciendo aquí? ¡Quiero irme!

-- Nora, calmate, por favor -- se acerca a mi, pero me alejo.

-- Ni me toques, Alan, solo respondeme.

Sus ojos azules me miran fijamente y me pongo nerviosa al instante. Mis manos empiezan a sudar y las seco en mis piernas, intentando que no se note.

-- Nora, vamos a dar un paseo.

Le miro desconfiada, pero veo en sus ojos que lo dice en serio, pero no me fío, no puedo y no quiero.

-- Como me hagas algo te pego una patada en tus partes bajas, Alan.

-- No puedo evitar hacerte nada, Nora, por lo que no me opondré, pero tienes que prometerme que no vas a intentar escapar.

-- No podría, estoy en la mierda, llevo sin ver el sol bastante, salir a la calle ahora sería un suicidio, y no quiero poner en peligro al bebé... -- acaricio mi vientre.

Alan me da una pequeña sonrisa triste, sus ojos azules van hasta mi tripa y noto que algo cambia en su expresión. Furia. Veo furia. Levanto una ceja, extrañada. Él me ha metido aquí y siente  furia. Mis ganas de pegarle crecen y me acerco a él. Alan abre mucho los ojos cuando me acerco, ahora hay sorpresa. Mi mano impacta contra su cara.

-- Te odio, Alan, no pienses que nada de lo que me cuentes ahora, sea bueno o malo, va a cambiar ese pensamiento.

Alan asiente, aún sin mirarme a la cara. Sale de la sala dándome la espalda y me coloco la camiseta para después seguirle.

El pasillo tiene luces, ahora apagadas, por la parte superior. Las paredes son grises, pintadas con líneas blancas y verdes. Entonces me acuerdo del Coronel Mayer.

-- Alan...

-- Dime.

-- ¿Trabajais para el... ejército? -- tiemblo, no puedo oír la respuesta, sería demasiado duro.

Alan se para en seco y se gira hacía mi. Sus ojos azules me miran asustados.

-- ¿Alan?

-- Nora... vuelve a la habitación.

-- Alan, no, por favor... te lo pido, ayúdame a salir de aquí-- le agarro del brazo--. Alan, por favor, ayúdame.

Él niega y se suelta de mi agarre. Agarra mis brazos, puede tocar sus dedos debido a la delgadez de mi articulación. Sus ojos azules se centran en los míos y me tiembla hasta la última fibra del cuerpo.

Mi cerebro empieza a divagar de la realidad.

Alan es realmente guapo, y me suena a alguien, pero no logro recordarlo. Tiene pequeñas motas marrones en los ojos, y los dientes delanteros un poco separados, haciendole una sonrisa delicada, por lo menos las pocas veces que ha sonreído de forma de verdad. El pelo rubio, castaño en la raíz.

--Nora... -- susurra.

Intento hablar, pero solo salen sonidos sin sentido, me acabo de perder en sus ojos.

-- Alex -- oigo a mi espalda.

-- ¿Alex? -- murmuro, apartandome de él.

Alan... Alex se gira y le imito. Un chico rubio nos mira desde la puerta de mi habitación.

-- Lleva una pistola -- susurro, ocultandome tras Ala... Alex, dios, soy idiota.

-- Steve, ¿qué haces aquí? -- la voz de Alex suena furiosa.

-- El jefe te busca, Alex, y como te pasas aquí los días pues bajé -- entonces parece reconocerme--. ¿Qué coño haces, Alex?

-- Calmate, Steve, no va a hacer nada.

-- Me da igual, ¿no te acuerdas de lo que nos pasaría si ella se escapara? ¿Se te ha olvidado  por lo que estamos aquí?

-- Claro que no, Steve, pero.. poner a Nora en peligro no es una buena salida de emergencia.

Le miro sorprendida. ¿Este chico es bipolar o gilipollas? No lo entiendo. Él me metió aquí y ahora se comporta así.

-- ¿De qué coño vas, Ala... Alex? -- le pregunto furiosa--. ¡Tú me metiste aquí! ¡Eso es culpa tuya! ¡Todo!

Golpeo su pecho repetidamente hasta que me para y abraza mi cuerpo, que sufre temblores por el lloro.

-- Steve.. ayúdame a sacarla de aquí.

Él niega.

-- No puedo hacer eso.

Saca un mando negro y aprieta un botón rojo. Las luces se encienden y un pitido irritante llena mi cabeza, haciéndome gritar.

-- ¡Steve! ¡Para!

Alex se agacha a mi lado e intenta ayudarme, pero el sonido se produce dentro de mi cráneo.

-- Haz... que pare, Alex, por favor...

-- ¡La vas a matar, Steve, para!

El pitido cesa y caigo exhausta entre los brazos de Alex. Eso me hace recordar a Nash. Mierda. Se está repitiendo. No puedo...

-- Vete -- susurro.

-- Ni de coña, te voy a llevar con Nash y tus amigos, Nora, y luego a tu casa, es una promesa.

Mariposas azules🦋 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora