No puede ser real.
La he visto.
Está al otro lado de esta pared.
Grito para ver si obtengo respuesta, pero el silencio es lo único que me acompaña en el laberinto. Golpeo el muro con fuerza y la corriente me da chispazos en las manos, pero no puedo parar, tengo que llegar hasta ella, tengo que asegurarme de que está bien.
Al dar el tercer golpe la pared desaparece durante otro milisegundo y la vuelvo a ver. Millones de mariposas recorren mi interior y siento como mis fuerzas se recargan al máximo. Sus ojos marrones me miran con fuerza y sé que a ella le pasa lo mismo. Sonrío y golpeo de nuevo una y otra vez. Pero el resultado sigue siendo el mismo: nada, sólo mi dolor de cabeza, que va aumentando.
Agarro mi pelo rubio con fuerza y tiro. Necesito llegar hasta ella. Es lo único que recuerdo. Me tengo que aferrar a su recuerdo porque sino sé que acabaré perdido y delirando.
El muro desaparece de nuevo y la veo.
Pelo castaño y algo azul. Ojos marrones. Tiene la camiseta manchada de sangre, lo que me altera. ¿Está bien? ¿Qué le ha pasado?Intento hablarla, pero el muro se vuelve a solidificar ante mi, imponiéndose entre ambos. Gruño y me apoyo en la pared, pensando en alguna forma de poder llegar hasta ella.
Bea
Grito de nuevo ante las imágenes que vienen a mi cabeza antes de abrir los ojos.
Otra pesadilla.
Peor que las anteriores.
Tengo que salir de aquí.
¿Pero a dónde? No recuerdo nada. Ni mi nombre. Ni de dónde soy. Ni a mid amigos. Nada. Mi mente ahora es un pergamino en blanco. Sollozo de impotencia y agarro mi cabello, ahora lacio y sucio por el tiempo que llevo aquí dentro. Las paredes blancas me asfixian cada día más . No sé cuánto voy a aguantar.
No siento sueño, pero si la necesidad de escapar de estas cuatro paredes que se han vuelto mi celda. Por eso sueño. Pero no me gustan mis sueños. Son malos. Feos. Duros. Crueles.
Sueño con chicas que lo están pasando mal a nivel psicológica y físico. Chicos con pistolas y miradas frías. Siento como que es verdad, pero no sé si creerlo por la falta de recuerdos. Pero debo creer en algo. Necesito hacerlo. Sino perderé la cabeza.
Entonces. Tenemos chicas maltratadas. Chicos asesinos. Y yo. Encerrada dentro de una caja de paredes blancas. No encuentro las uniones entre los tres. No tiene sentido. Me faltan cosas.
Intento recordar mis sueños. Buscando algo que me ayude. Cierro los ojos y aprieto mis sienes con fuerza, centrandome en mis sueños.
Veo un local con una puerta de apariciencia dura y metálica. El nombre del sitio se ondula ante mis ojos, impidiendome verlo. Voy con alguien. Lo siento a mi lado. Giro la cabeza y veo una mata de pelo castaño, unida a un rostro pálido de una chica asustada.
--... necesito saber qué pasó en verano, Bea-- termina la chica.
Bea. Me llamo Bea. Sonrío inconscientemente. Bea. Bea. Bea. No pienso olvidarme nunca de mi nombre.
-- Cuando entremos ahí, ¿qué vamos a hacer? ¿Con quién vamos a hablar? -- sigue hablando ella, aún no ha dicho su nombre.
La chica castaña se para en seco y veo como sufre una pequeña arcada. La miro sin comprender. Sus pálidas manos van a su barriga.
Otro recuerdo viene a mi mente.
Estoy encerrada dentro de una jaula. Veo a gente fuera. Tres chicos y una chica, a la que le sangra el hombro. El chico de pelo negro y ojos azules me llama la atención. Tiene una pistola en la mano, apuntando al chico rubio.
Siento como mi mente estaba trabajando. Uniendo cachos. La verdad se presenta en mi cerebro y ahogo un grito. Ya lo entiendo. Ya recuerdo . Tengo que salir de aquí.
Nora.
Maya.
Ash.
Matthieu.
Tom.
¡Lo recuerdo!
Un zumbido más alto llena la habitación y me subo sobre la cama, apretandome los oídos, pero el sonido atraviesa mis dedos. Grito de dolor y aprieto más las manos.
¿Qué demonios está pasando?