La doctora Paige me cose los últimos puntos de la herida de mi hombro, después pone una gasa oxigenada encima, que me hace apretar los labios en un gruñido contenido por el escozor que me produce. Me levanto apoyando la mano en la camilla en forma de soporte. Un mareo recorre todo mi cuerpo y doblo el brazo, quedando con el codo también apoyado sobre la suave superficie de la cama.
La doctora Paige se acerca a mi y dice algo, pero mi cabeza no está en condiciones de escuchar nada. Solo quiero dormir. Dormir y despertarme en el momento en el cual mi vida era fácil. Antes del verano. Pero con Maya. Quizás con Bea. He visto el dolor en sus ojos. Se siente sola... Nuestro desencuentro ocurrió hace dos años, lo superé hace tiempo, pero siempre me ha quedado la duda de que me pudiese hacer lo mismo que entonces. Pero me necesita. Nos necesita a todas. Igual que nosotras a ella.
-- ¿Ashley?
La doctora Paige me toca el brazo levemente, devolviéndome a la realidad. La miro aún mareada y ella sonríe un poco.
-- Debido a los medicamentos que utilizamos para extraerte la bala puede que durante unos minutos sientas mareos, quizás tengas un desmayo, por lo que le pido que se quede tumbada sin esforzar su cuerpo -- me dice la doctora Paige ayudándome a tumbarme de nuevo.
-- Espere -- la agarro del brazo cuando se iba--, ¿y mis amigos?
La mujer me mira preocupada.
-- Descansa, luego podrás verles.
-- ¿Pero están bien?
-- La chica del pelo negro tiene una contusión en la pierna, el chico rubio está bien, solo una pequeña herida en la cabeza.
-- ¿Y la chica del pelo azul?
-- Está igual que usted, Ashley.
-- ¿Despierta o con mareos?
-- Luego la verá, calmese.
-- ¡Dígamelo!
Me levanto a demasiada velocidad y el mareo golpea mi cabeza como una bola de cañón, poniéndome aún más nerviosa. La doctora Paige intenta pararme, pero tengo que saber cómo están mis amigos. Mi vista se nubla y veo de forma borrosa como otro doctor entra en la sala.
No te marees, Ash, no te marees.
Varias manos me agarran por los brazos, inmovilizandome. Siento un pinchazo en el brazo y giro la cabeza, veo como una aguja sale de mi brazo. Giro la cabeza en la dirección a la doctora Paige, que me mira de forma triste.
-- No...
Nora
Me levanto agarrándome el vientre, sintiendo contracciones. Pero eso no es posible. No puede ser así. Si estoy verdaderamente embaraza no puedo tener contracciones aún. El bebé... ¿Desde cuánto estaría embarazada?
Miro la puerta de la habitación.
Solo hay una persona con las respuestas que necesito.
Pruebo a abrirla, pero el cerrojo está echado.
-- ¡Nash! -- grito aporreando la puerta--. ¡Nash, tengo que hablar contigo!
Oigo pasos al otro lado de la superficie de madera y me aparto. La puerta se abre con fuerza, menos mal que me aparté. El chico rubio aparece en el umbral, veo como Nash se acerca por el pasillo, mirándome preocupado, lo que me hace odiarle más que antes.
-- ¿Qué quieres? -- me pregunta el primero de ellos.
-- Quiero hablar con Nash -- intento que mi voz salga clara, pero tiembla por el miedo.
-- Nash no está disponible para ti ahora.
-- Alan...
El chico rubio, que ahora sé que se llama Alan, cierra la puerta de un portazo, dejando a Nash fuera, que empieza a aporrear la puerta, diciéndole que le deje entrar y que no me toque.
-- Muy bien, querida, ahora vas a contarme qué te pasa.
-- Sólo hablaré con Nash, Alan -- digo entrecerrando los ojos.
-- Nora, no te conviene que me cabree, te lo aseguro.
-- No me da miedo-- miento.
-- Querida, eso no te lo crees ni tú-- Alan suelta una risa que no transmite nada de diversión.
Le miro con más atención. Me suena haberle visto. ¿Pero dónde? Ojos azules. Pelo rubio... Me fijo en que tiene los dientes un poco separados. Medirá metro ochenta, ya que es más alto que yo.
Una nueva contracción me hace dejar de mirarle. Sus ojos azules me observan con interés, como un científico mirando a su experimento después de echarle algún producto nuevo.
-- Interesante... -- oigo como Alan murmura.
Le miro suplicando ayuda, aún sabiendo que no me la va a ofrecer. Alan me observa con indiferencia. Cierro los ojos con fuerza, deseando que esto sea una pesadilla.
La puerta se abre de forma abrupta y Cameron Dallas se aparta dejándome ver a... ¡Tom Holland!
-- ¡Tom! -- exclamo, feliz de ver una cara amiga.
Tom me ayudará a salir de aquí ,seguro que tiene un plan y ahora aparecen los demás junto con una patrulla de Policía.
Veo como Alan se acerca a Tom y un escalofrío me recorre, ¿por qué no hace nada? ¿No va a pasar nada? ¿Y los demás?
Al ver como ambos chicos se saludan siento como la última pizca de esperanza desaparece de mi cuerpo.
-- ¿Tom? -- susurro.
Él me mira con los ojos marrones oscuros, observandome de forma calculadora.
Entonces lo entiendo.
Oh dios, pobre Ash. Va a estar destrozada.
Tom es de los malos.