Abrazo a Nora, que está en estado de shock, por lo que tengo que sostenerla. Cuando nos separamos toca mi rostro, diciendo todo el rato que creía que no me iba a volver a ver. No para de sonreír. Me fijo en su cabello, morado, y en su cuerpo, está más fina que el papel.
-- ¿Y las demás? -- pregunta, veo que tiene una tablet en la mano, pero ela pantalla está en negro.
-- Chicas, podéis entrar.
Maya, Bea y Matthieu entran. Nora le abraza uno por uno, gritando sus nombres cada vez que se acerca a ellos. Sonrío de manera triste y empiezo a inspeccionar el área, buscando una salida.
El edificio entero se representa en mi mente como un laberinto, pasadizos secretos y pasillos terminados en pared. Me muerdo el labio buscando con intensidad una forma de salir. Me doy cuenta de que no estoy buscando una forma de salir de aquí. Sino de cómo olvidar a Tom Holland.
Los ojos se me llenan de lágrimas y me apoyo en la cama, las rodillas me fallan y caigo al suelo con un golpe seco. Oigo voces a mi alrededor. Veo la cara de Bea enfrente mía, está preocupada.
Tengo que sacarnos de aquí.
Cierro los ojos y vuelvo a rastrear la zona.
Bingo.
-- Tengo una salida-- anuncio, oigo suspiros de alivio a mi alrededor.
Me levanto y sacudo el polvo de mi bata. Espero poder quitarmela pronto y encontrar ropa que ponerme dios. Me pregunto que habrá sido de mi vestido... Aunque pensándolo mejor.. que se lo queden... me recuerda a Tom y no quiero ponerme triste. No puedo. Él no se merece que esté triste por él.
Salgo de la habitación sabiendo por dónde ir. Cruzamos varias esquinas, siempre evitando a guardias. Desactivé las alarmas y el sonido cuando hice estallar la puerta, por lo que aún nadie sabía que habíamos escapado.
O al menos eso espero.
Al girar el cuarto pasillo siento una extraña sensación. Algo... familiar. Ajeno.
Me salgo de la ruta como siguiendo una llamada mental, los demás me siguen sin cuestionarme. Necesito saber qué es eso.
Veo una puerta entreabierta. Percibo un cuerpo en su interior. Música rock sale de la puerta entreabierta. Alargo la mano para abrirla, pero otra me detiene.
-- ¿Qué demonios haces, Ash? -- me dice Bea--. Tenemos que irnos ya, no podemos arriesgarnos.
-- Hay alguien aquí dentro hacía el que siento una conexión, Bea, déjame ver quién es, os haré invisibles si así os sentís más seguros-- replico, mis amigos asienten y con un movimiento de cabeza les escondo detrás de un campo.
Termino de abrir la puerta y entro. Es una habitación pequeña, unos cuarenta metros cuadrados. Tiene una cama con una colcha azul, pósters y una ventana, pero no da a la calle, sino a una pantalla que refleja la imagen de una ciudad. New York. Un pequeño armario está empotrado contra la pared, los cajones están abiertos por la falta de orden. Una puerta a la izquierda se abre y un muchacho aparece.
Lleva una toalla como única prenda de ropa atada a la cintura. El pelo Castaño rubio le cae mojado sobre los ojos, de un color azul muy brillante. Las rodillas me fallan pero me matengo firme. Cuando se fija en mi una oleada de furia atraviesa mi mente, haciéndome soltar un bufido.
-- ¿Telequinetica?-- pregunta, que voz dios dame fuerzas.
-- Muy bien, chico, veo que estamos atentos.
-- Eres la chica que estaba en revisión-- dice para él pero en voz alta.
-- Otro punto, ¿de dónde sacaste tus poderes?