Capítulo 8: Mano amiga

594 14 0
                                    

Si yo sé que tú eres, y tú sabes que yo soy, ¿quién va a saber quién soy yo cuando tú no estés..?


Desconocido


                                                               † † †



Veronica y yo estábamos en el baño desmaquillándonos con unas toallitas que había traído ella en su maxi bolsa. Siempre estaba lista para todo por lo que veía. Yo aún estaba temblando por lo que había sucedido hace un rato. Veronica se dió cuenta.


- Cálmate de una vez. Estas situaciones nos suelen pasar a menudo, ¿sabes? No es normal que estés de guardia y te encuentres a unos chavales maquillados de payasos sacados de un túnel del terror.


- P-pero Veronica... qué les debe de haber pasado... estoy muy preocupada por ellos y... ¿y si les han llevado a una comisaria? ¿o les han...? Oh dios, no quiero llegar a imaginarme lo...


La mano de Veronica voló a la velocidad de la luz hacia mi mejilla. Mi cara giró hacia el otro lado por la fuerza, y mis ojos se abrieron de par en par, intentando reaccionar de lo que acababa de suceder. Mi mejilla empezó a subir de temperatura y a bombear, como si el corazón estuviera allí en ese momento. Llevé mi mano encima, en silencio.


- Te he dicho que te calmes de una puta vez. Estarán bien. Confía en mí.


Levanté la cabeza despacio hasta encontrarme con la mirada de Veronica, oscura. Me miraba con frialdad, sin remordimientos por la bofetada. Pero lo había hecho para que me calmara, a su manera.


- Está bien... - murmuré, aguantándome las ganas de llorar.


Veronica cogió papel del baño, de secarse las manos, encendió el grifo del baño y empapó el papel de agua fresca. Me apartó la mano de la mejilla, juntamente con el cabello, y puso el papel mojado en la mejilla. Me reconfortó.


- Siento haberte abofeteado, pero quería que te calmaras. Espero que no me guardes rencor.


- Tranquila, sé que lo hacías por eso. Gracias.


Me dedicó una leve sonrisa de sus finos labios. La primera que había visto sinceramente hacia mí.

Cuando salimos, Alex estaba en una mesa ya desmaquillado, con un café solo, un capuchino y un vaso de leche desnatada caliente.


- Joder, ¿me habéis hecho esperar eh? Vamos, que esto frío no vale para nada.


                                                               † † †


Estaba ya en mi cama, hundiendo mi cabeza en la almohada, con los brazos debajo de ella. Tenía la mirada pérdida, en la pantalla del ordenador con el YouTube encendido, escuchando una lista de Europe. De repente, el sonido de la llegada de WhatsApp de mi móvil interrumpió mi viaje a mi pequeño mundo. Palpé con la mano en la mesilla de noche y me dispuse a leer. Era Eric:

Retrum 3: Labios de Ébano [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora