Capítulo 12: Resurreción del sol

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Al principio, sintió tristeza por la pérdida de su mejor amigo. Después, experimentó inseguridad, y la inseguridad se convirtió en temor. Jamás aprendería a ser feliz, hasta que un día aceptó por fin la única verdad. Sólo en él radicaba la capacidad para encontrar la felicidad.


Spencer Johnson



                                                             † † †



- ¿Mi nombre..? - repetí, para asegurarme de que había oído bien lo que Jack había dicho. O simplemente por no querer creer lo que mis oídos escucharon.


- Desafortunadamente temo decirte que así es. Tu nombre.


Seguidamente, Jack se metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero corta. Del bolsillo, sacó una carta. Una carta grisácea. Me la tendió con una expresión de compasión en su mirada, como si él no hubiera querido recibir tal cosa. 


- No la he abierto. - soltó al cogerle el sobre de sus manos.


La intimidad con los correos ajenos era lo que menos me importaba en ese momento. Después de leer mi nombre en el sobre, lo abrí algo nerviosa, la rompí por la parte superior con los dedos. Finalmente, el papel de su interior se abrió paso ante mi voluntad de descubrir lo que contenía en su interior. Letras. Palabras. Frases. Empecé a leer por mí misma:


A Lyla,


Puede que ya no me recuerdes. Puede que ya hayas olvidado todo lo que vivimos. Todo lo que en ese momento parecía no tener fin, hasta que el destino hizo que nos separáramos. Somos cómo el sol y la luna: estamos lejos, pero nos necesitamos. Yo necesito de tí. Ayúdame a salir de este infierno. Logra que sea feliz de nuevo. Ayúdame.


Tu querida y estropeada Angelica



Al leer el nombre del remitente, la cabeza me empezó a dar vueltas y noté cómo la sangre de mi cabeza fluía hacia abajo. Después, gritos lejanos de Jack, hasta que todo se volvió sombra. Una sombra del pasado envolviéndome en la cuna de la perdición.



                                                             † † †



Regresé al mundo real. Lamentablemente. Pestañée varias veces para saber qué había pasado exactamente. 


- ¿Dónde estoy..? ¿Dónde estoy..? ¿Qué ha pasado..?


Deliraba en voz alta. Cómo si me acabara de drogar y no supiera dónde estaba ni lo que estaba haciendo allí.


No podía moverme de lo débil que me sentía, pero le miré de reojo. Ahí estaba Jack a mi lado, con una sonrisa melancólica. Me acarició la mejilla con dulzura.

Retrum 3: Labios de Ébano [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora