Mi falso prometido (Brandon Meza y tú.)

Capítulo 31.

–Es más fácil que respirar bajo el agua que dejar que pienses solo en sexo -le contesto ella frunciendo también el ceño.

–Querida, soy humano. Es inevitable que piense en el sexo, además con una mujer como tu yo no tengo muchos límites.

Ella se mordió el labio inferior y Brandon se sentó cerca de sus pies. Volvió a crearse un silencio incomodo hasta que el estiro su brazo y comenzó a acariciar la pierna de ____. Ella se sobresaltó y lo miro frunciendo el ceño, los movimientos de las caricias eran suaves y hacia que ella aguantara la respiración. Cuando su mano comenzó a subir un poco más ella la retiro.

–No. –dijo firmemente.

–¿No quieres que haga esto?

–No, no quiero que hagas... –aguanto la respiración cuando acaricio su parte más sensible por encima de la fina tela- Ah...

–¿Sigues insistiendo en que no lo haga? –pregunto él con una sonrisa. ____ cerró sus ojos y reprimió un gemido, asintió con la cabeza y Brandon la acaricio más rápido, ____ sentía palpitar los músculos y gimió en silencio– Abre más las piernas, cariño. – Ella arqueo su espalda y abrió sus piernas, con un movimiento rápido Brandon metió su mano dentro de su pantalón corto y acaricio.

–Si... –susurro ella con sus ojos cerrados– Sigue –gimió y volvió a arquear su espalda.
Brandon sonrió malicioso y se alejó de ella. Abrió sus ojos y frunció el ceño al verlo marcharse.

–Brandon –le llamo aun con voz pesada, cuando lo veía caminar hasta la puerta- ¿Qué piensas hacer?

Él la ignoro y salió de la habitación dejándola completamente sola. Quedo perpleja por haberla dejado en ese estado. Maldijo fuertemente y golpeo la cama. La había dejado excitada y aun atada en la cama, los minutos comenzaron a transcurrir y grito un par de veces. Nadie respondió. Frustrada, golpeo otra vez la cama hasta que Brandon apareció en la habitación con un juego de llaves. Metió la llave en las esposas y la dejo libre, ella lo miraba fríamente y el juguetón, luego Brandon se alejó y se detuvo en el umbral de la puerta cuando ella lo llamo:
–¿Piensas en dejarme en este estado? –pregunto irritada.

–Puedo seguir si tan solo me suplicas, hermosa –le guiño el ojo y salió. Mascullo un insulto y volvió a golpear la cama. Por supuesto que nunca le suplicaría.