Capítulo I

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Capítulo I

Algo logró despertarme de un sueño que parecía haber sido eterno. En el aire se sentía un extraño hedor a animal muerto, olor a tierra húmeda y en aquél momento, supe como se oía el sonido de la nada; no se escuchaba el canto de ninguna clase de ave o de algún riachuelo que estuviese cerca... ¡Dios! Ni siquiera de alguna persona que estuviese en ese lugar.

Mis ojos se abrieron de par en par, intentando que mi cabeza dejara de dar vueltas y así poder descifrar donde me encontraba. La tierra se deslizaba entre mis dedos y aquél lugar estaba siendo visto al revés. Caí en cuenta de que estaba tirada en el piso, sobre un montón de hojas marchitas y piedrecillas que se enterraban en mis manos al intentar ponerme de pie. Mi espalda crujió una vez que logré hacerlo, el dolor muscular era excesivo y al parecer tenía un corte cerca de la rodilla, alejé la vista de la abundante sangre que teñía mi pantalón y me dispuse a mirar a mi alrededor...Un par de metros más allá, un machete se encontraba tirado en el piso, me apresuré a tomarlo y adopté una posición de defensa, en caso de que algo sucediera.

Un bosque no muy fuera de lo común era lo que me rodeaba; se encontraban grandes árboles, ninguno que yo pudiese adivinar el nombre; hojas marchitas por doquier, árboles talados cuyos pedazos de tronco aún yacían en el piso. Y justo detrás de mi, un gran árbol que se notaba era antiguo pero por alguna razón que desconocía pude identificarlo... Era un saúco. El sol le daba directo atravesando sus hojas e iluminaba las pequeñas plantas que crecían a su alrededor; desconcertada me acerqué a él con la intención de escalarlo para ver desde la copa y tener una idea sobre donde me encontraba. Pero apenas alcancé a tocarlo, cuando di un estruendoso grito de dolor al quemarme con su tronco y solté el machete; observé mi mano herida, quedé estupefacta al darme cuenta que era una quemadura de gravedad la que me había provocado, además noté que llevaba un anillo de color rojo, bastante grande y notorio, la piedra roja era redonda y estaba bien adherida al resto de la joya. Me quedé viendo eso, hasta que noté una extraña figura justo en la palma de mi mano, era una especie de dibujo que iba subiendo desde la palma hacía mi antebrazo, no era algo muy grande pero juraría que era un dibujo de un par de hojas en color negro. Asustada, me alejé de aquél árbol lo que más pude, sin antes recoger con mi otra mano el machete, pues no podía darme el lujo de andar en ese lugar sin nada con que poder defenderme en caso de algún ataque. Corrí sin rumbo y sin recuerdos.

¿Por qué me encontraba ahí? ¿Por que estaba tirada en medio de un bosque? ¿Cómo un árbol era capaz de quemar? ¿Por qué tenía este dibujo en mi mano? No lograba entender absolutamente nada, miré mi herida, que al parecer no sanaría en un buen tiempo, ampollas comenzaron a brotar sobre ella y el dolor se acrecentaba cada vez que si quiera pensaba en moverla.

A medida que avanzaba, el sol se comenzó a ocultar y a su vez, la sed y el hambre comenzaron a aparecer en mi, solo me detuve para observar si lograba ver algo de civilización pero no tuve éxito. Un sonido tras de mi, me alertó, volteé rápidamente para ver de que se trataba, pero no había nada allí. En el otro extremo, volví a oír sonidos, como si alguien estuviera al acecho; sin duda, no era mi imaginación...

Al retroceder un poco, mi espalda chocó con algo o más bien... con alguien.

Un hombre de color, de al menos 1,80 de altura y cabello rizado, era quien me acechaba desde la oscuridad. No llevaba camisa y en su brazo derecho se podía ver un gran dibujo de una especie de enredadera en color negro, que cubría todo su brazo y que aparentemente terminaba en su espalda. Siempre en guardia y con el machete apuntándolo, me alejé de aquel desconocido, quien se encontraba inmóvil y emitiendo un extraño sonido, como si el pecho le soplara.

- ¿Quién eres tú? - pregunté, intentando no sonar asustada.- ¿Por qué me persigues? - No hubo respuesta, pero aquel sonido extraño aumentó y en ese momento, supe que algo estaba muy mal con él.

De un momento a otro, se lanzó sobre mi e intentaba... ¿Morderme?

Me entró pánico y no sabía que hacer más que intentar alejarlo de mi. Con mis manos en su rostro lo alejé para que no lograra su cometido, pero su fuerza era impresionante. Apenas lo podía mover un par de centímetros lejos de mi.

Pude ver sus ojos finalmente, en los cuales no se distinguía Iris o algo parecido, sino que estaban completamente negros, su rostro era cubierto por unos extraños huesos que sobresalían de sus pómulos, frente y una parte de su boca, la cuál estaba llena de sangre seca.

Forcejeé con él por segundos que parecían horas, lo empujé y di patadas en su estómago hasta que logré zafarme y echarme a correr lo más rápido que pude. Toda aquella hambre y sed que sentía minutos antes, habían desaparecido por completo, pues la adrenalina era inmensa.

El sonido de sus pisadas, resonaban con fuerza sobre las hojas y la tierra. El ruido que provenía de su respiración era casi como el sonido de una bestia, una horrenda bestia que quería asesinarme. ¡Espera! ¿Asesinar? pensé, ¡El machete! Había olvidado por completo que lo traía. Me armé de valor y me detuve para luego voltearme y así poder encarar a mi agresor. Aquella bestia corría desesperada hacía mi, por lo que levanté el machete y logré golpearlo en el rostro, cortando gran parte de él y lanzando a la criatura al piso, pero seguía vivo, por lo que seguí golpeando con fuerza sobre su cabeza hasta que dejó de moverse por completo. Fue ahí cuando el dolor de mi pierna volvió y la quemadura en mi mano se hizo presente, jamás sentí nada igual, la adrenalina que sentía en ese momento fue tan inmensa que bloqueó todo el dolor que sentía minutos antes.

El dibujo de mi palma comenzó a subir, mientras me quemaba tanto como el Saúco cuando me causo la herida que tengo en mi otra mano, a diferencia de aquella vez, la quemazón cesó y todo el dolor que provocaba la expansión del dibujo desapareció. ¿Que Demonios...?

Mi respiración estaba agitada, lo único que quería era sentarme y pensar en que demonios estaba pasando, pero estaba demasiado asustada como para quedarme cerca de aquél monstruo.

¿Quién era? ¿Por que lucía así? ¿Por qué quería asesinarme?

Corrí lo más lejos que pude, hasta que mis piernas no dieron más y caí al piso. El miedo me invadió por completo, ¿Dónde demonios estaba? ¿Por qué no podía recordar nada?

Todo comenzó a dar vueltas, al parecer estaba deshidratada, además de exhausta y me estaba desangrando a causa de mi herida. Mi vista se nubló un poco, pero si apretaba mis ojos con fuerza y luego los abría, por un segundo podía ver bien. No fue hasta entonces, que me di cuenta que frente a mi había una gran muralla hecha con diferentes metales, como si hubiesen extraído aquellas cosas de diferentes objetos.

Un gran foco me iluminó, luego vino el segundo y luego el tercero. Después de tanta oscuridad, aquella luz me dañaba la vista. Me cubrí los ojos con las manos e intenté mirar a través de mis dedos. Una alarma comenzó a sonar, era como si un bajo conectado a un parlante estuviese siendo usado. Un extraño sonido hizo que me pusiera de pie con rapidez, eran unas especies de engranajes y cerraduras, los metales rosaban entre si, creando un sonido ensordecedor y meciendo la tierra sobre la cuál me encontraba de pie. Mientras que aquél gran muro frente a mi, se partía en dos. ¡Es una entrada! ¡La entrada de una base o algo parecido! pensé, sin poder moverme. No estaba segura si debía huir o quedarme a pedir ayuda.

Oí los gritos de personas al otro lado del muro. Mi pierna herida y lo débil que estaba, hicieron imposible la tarea de quedarme de pie, por lo que caí sobre mis rodillas, justo cuando las puertas gigantes se abrieron por completo. Una reja era lo único que separaba a todas esas personas de mí, intenté ver sus rostros pero ahí estaba mi visión nublada nuevamente.

- Ayuda...- dije casi como un susurro.

- ¡Es una chica! - Oí decir a alguien, era la voz de un niño.

- ¡Abran la reja! - gritó uno de ellos, pero lo oí a la distancia.- Llévenla a dentro. -Ordenó el hombre de voz grave.-

- Está herida.- Aseguró el joven que fue a mi... ¿Rescate?-

- ¿La mordieron? - Preguntó el hombre de voz grave. Todas aquellas voces se alejaban cada vez más.

- No. Pero fue atacada, eso es obvio. - Espetó.

- Debemos llevarla adentro, Elijah. -

El joven me tomó en sus brazos, llevándome dentro de aquél fuerte. Intenté ver su rostro, pero no lo logré, solo era una mancha borrosa, hasta que todo se tornó negro.

INITIUM (#1 La legión de los infectados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora