Capítulo XIX

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Capítulo XIX

Aquella luz tan brillante que aún con los ojos cerrados era molesta. Podía sentir el calor que emanaba al estar tan cerca de mi rostro. Estaba en el mismo lugar que la vez anterior, la misma mesa de metal donde me estudiaban. Una delgada tela me cubría del cuello a los pies, pero ésta vez algo no estaba bien... bueno, nada de esto lo estaba. Pero aquél dolor, ese potente e insoportable dolor en el estomago, eso era algo nuevo. El único lugar que tenía al descubierto debido a un pequeño cuadrado falto de tela. Podía sentir todo, absolutamente todo... Me cortaban, me abrían el estomago de par en par. Quería gritar, quería pedir que pararan... era imposible, no podía abrir los ojos, ni hablar, ni siquiera moverme o más bien retorcerme de dolor. Sentía como el bisturí cortaba algo dentro de mi.

Por favor, no más... Algo cubría mi nariz y boca, no sabía lo que era, tal vez era lo que me mantenía con vida. Si tan solo, pudiera moverme y arrancarlo, para terminar con esta miserable existencia...

¿Los gladiadores? - Pensé.- No, ellos cuentan conmigo. ¿Acaso saben lo que me están haciendo? ¿Estarán pasando por lo mismo? Y, ¿Elijah?

La preocupación me invadió, debía ayudarlos.

Una desesperación inexplicable me recorrió todo el cuerpo, de pronto el frio que sentía anteriormente, el cuál era provocado por la mesa de metal en la que me encontraba, se esfumó. Y un calor inmenso lo reemplazó, me desesperaba estar inmóvil, me sentía totalmente impotente.

- ¡Está despierta! - Escuché decir a una mujer asustada.

¡Al fin! Podía moverme.

Tiré golpes y patadas hacia todos lados, hasta que finalmente pude abrir mis ojos de par en par, sentí como si alguien me estuviese dando una especie de electro shock, pero no era así. Miré hacia todos lados, intentando ubicarme, una parte de mi cerebro reconocía el lugar, pero la verdad era que estaba tan drogada que todo esto podía ser parte de mi imaginación. Muchos rostros a mi alrededor, la mujer usaba una mascarilla blanca y traía una jeringa en su mano, lista para utilizarla en mi, así que la golpeé. El hombre de bata blanca y de aproximadamente 45 años, se lanzó sobre mi para calmarme, lo envié lejos a él también, al igual que a las dos enfermeras que intentaron ayudarlo.

Me encontraba sola en la habitación de color blanco, ya que los cuerpos de aquellos médicos yacían inconscientes en el piso o bien estaban muertos. Observé donde había estado recostada, era tal y como lo imaginaba, la brillante luz aún iluminaba la mesa de metal que se encontraba cubierta de sangre, mucha sangre. Asustada miré el camisón que traía, estaba empapado y la herida que tenía en mi estomago aún estaba abierta, aunque podía ver como poco a poco se iba cerrando... cada vez más rápido, debo decir.

Debía escapar, debía buscar a los otros... a Elijah. Me descubrirían si salía repleta de sangre, por lo que me acerqué a la puerta y miré por las redondas ventanillas que tenía, afuera todo estaba calmo, nadie sabia lo que sucedía dentro de esta habitación que apestaba a cloroformo, o bien, no les importaba. Lo que si les iba a importar sería encontrar a las enfermeras y al doctor muertos.

Rápidamente busqué vendas para cubrir mi herida mientras terminaba de sanar, el dolor me volvía un poco más lenta pero podía con el. Intercambié las ropas de una de las enfermeras con la única prenda que yo llevaba, observé mi rostro en el reflejo de una bandeja metálica para ver si algo de la sangre había salpicado en mi cara. Nada. Aún así utilicé una mascarilla para cubrir la mitad de mi rostro.

Allá vamos.

Salí intentando parecer confiada, estaba funcionando, pasaba desapercibida. Aún así mis piernas temblaban, no solo por el hecho de que en cualquier momento podría ser descubierta, sino que no tenía la menor idea de como salir del lugar, ni donde estaban el resto de los gladiadores, el resto de mi manada.

Me dirigí a una puerta que decía "Solo personal autorizado", con la idea de descubrir que sucedía. Era un largo pasillo con diferentes puertas, todas de acero y se encontraban cerradas. Caminé un poco, hasta que una se abrió y un joven enfermero salió del lugar, no tuve tiempo para esconderme, por lo que decidí actuar natural y seguí mi camino, el sujeto traía un vaso de café en la mano, que dejó en una mesilla luego que pasó por mi lado y me sonrió. Salió por la misma puerta que yo entré, y decidí devolverme a buscar aquél vaso que dejó vacío.

- "A.L.S.K Corp."- Se leía con claridad en la presentación del vaso de cartón. Todo mi cuerpo se tensó y mi respiración se agitó desenfrenadamente, las piernas me temblaban y en lo único que podía pensar era "¿Como diablos llegué aquí?" La puerta principal se abrió nuevamente y le di la espalda para esconder mi rostro.

- Oye tú. - Era un hombre y su voz me pareció demasiado familiar.- Tú. Enfermera. ¿Estás bien? - Me preguntó con demasiada agresividad para alguien que está intentando ser amable.

No sabía que hacer, miré a todos lados en dirección contraria a aquél hombre, quería huir, pero me encontraba paralizada y mi mente vagaba por mis recuerdos, intentando unir su voz a alguien, sin duda era de una de las personas que escuchaba cuando me encontraba en el coliseo. Aún no entiendo como sucedía eso, pero no podía ponerme a pensar en otra cosa. Estaba atrapada.

- Te he hecho una pregunta. - Mencionó agresivo con un marcado acento, un escalofrió recorrió mi espalda cuando sentí su respiración en mi nuca, estaba justo tras de mi.- No puede ser. - Dijo casi en un susurro, justo antes de tomarme por los hombros y voltearme para verlo directamente a los ojos.- Lilith. - Dijo en un hilo de voz, con labios susurrantes justo frente a mi y finalmente me di cuenta de quien se trataba. El lobo.

Sus ojos eran iguales a los míos y me observaban con detenimiento, sus manos rodeaban mi rostro y sus labios no dejaban de pronunciar mi nombre en una especie de susurro que erizaba mi piel.

- Lilith... ¿Que-? ¿Que haces aquí? - dijo mientras observaba hacia todos lados y abría la puerta que estaba justo a mis espaldas para llevarme adentro.- ¿Como despertaste? - preguntó a la vez que me apresaba contra el frio metal de la puerta que se acababa de cerrar.

La habitación era pequeña, llena de repisas y cajoneras, en medio se encontraba un complejo equipo y cableado, junto a una especie de cámara hiperbarica. Espera, ¿Que cosa? ¿como podría saberlo?

- Trabajas para ellos. - mencioné desafiante y mis ojos se llenaron de lágrimas por alguna razón.

- Lilith...- Dijo mientras cerraba los ojos un segundo y apretaba los labios.- ¿Quien te despertó?

- ¿Vas a asesinarme? Porque si es así, terminemos con esto, ¿Quieres? - Su mirada fue de decepción y se alejó un poco. Sus labios, esos carnosos labios... ¿Que dices? ¡Es el enemigo! - Formaron una dura linea, a la vez que mordía su labio inferior, claramente reprimiendo algo.

- ¿No me recuerdas? - Preguntó con evidente decepción y podría decir que su voz era como si estuviese a punto de llorar, elevó la vista mientras apretaba sus labios.

- Eres el lobo. - Dije de pronto y me observó confundido.- Te escuché. - El hombre de treinta años aproximadamente, miró el piso aún confundido y pude observar mejor su cabello, el cuál era rubio y rizado.

- ¿Escucharme? - preguntó con desconfianza.

- "Pero tú eres un lobo, un alfa... Tú serás quien los cazará." - Sus ojos se abrieron de par en par.

- Eso es imposible. - Dijo anonadado.- Estabas en la cámara, estabas dormida.- Enfatizó.

- Te perdono. - Dije y capté su atención nuevamente.- Me pediste perdón ese día. Te perdono, pero ahora necesito que me ayudes a encontrar a mis amigos. - Dudó un poco, hasta que finalmente se volteó y caminó hasta la cámara en medio de la habitación y levantó el vidrio.

- ¿Este es uno de tus amigos?- Lo era. Era Ben, nuestro cocinero. Estaba dormido con una mascara transparente que le cubría la nariz.

- ¿Que es esto?- Pregunté asustada.

- Tus amigos siguen en el coliseo. - Lo miré confundida. Y el se acercó a mi oído.- No es real. - Susurró.

INITIUM (#1 La legión de los infectados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora