INITIUM (#1 La legión de los infectados)

Capítulo IV

Capítulo IV

Aquella noche, fue la más horrenda que he tenido en mi vida. Apenas pude dormir, no solo por todo lo que estaba sucediendo, sino porque debí compartir "Habitación" con 5 jóvenes, que apenas se atrevían a mirarme, pero que nada los detenía para reír y conversar durante toda la noche.

- ¿Podrían ya cerrar la maldita boca? - Espeté, pero ninguno respondió.

Cuando el sueño finalmente me alcanzó, todo lo que veía eran imágenes que no alcanzaban a completarse del todo, como si estuviese soñando con la esencia de lo que alguna vez fui o lo que el mundo alguna vez fue. Niños jugando alrededor de una fogata cercana a una tienda de campamento de color azul, observando imágenes de guerras y devastación en una pantalla junto a unas personas a las cuales no podía distinguir su rostro, 3 anillos con unas extrañas piedras de colores amarillo, negro y blanco, gritos desgarradores y sangre, mucha sangre. Justo cuando creía que vería algo importante para mi recuperación de memoria, algo me hacía saltar, sacándome de aquél trance, como si algo me succionara a la vida surrealista que estaba viviendo en estos momentos.

Lilith... Aún no lo asimilaba, no sentía que ese fuera mi nombre, nada de lo que había en esa ficha, realmente encajaba conmigo o eso era lo que yo pensaba. Supongo que al estar tanto tiempo con la memoria bloqueada o más bien borrada, dejas de ser tu mismo. Me obligué a alejar esos pensamientos de mi mente, de ahora en adelante, sería mi futuro, algo que yo construya desde el día de mañana, porque claramente lo que alguna vez fui... se perdió y no hay manera de que se pueda recuperar.

El sol me dio directo en los ojos, lo cuál era molesto, como todo en aquél lugar. La cama que me habían otorgado estaba dispareja y la manta llena de hoyos. Para estar todos vestidos decentemente y aseados como corresponde, la situación del coliseo era precaria y no le dedicaban mucho tiempo. Creo que el apocalipsis, debería impulsarlos a construir algo mejor de lo que les quedó... Supongo que no todos pensamos igual o simplemente yo soy la que aún no entiende su forma de sobrevivir.

El silencio en el coliseo era perturbador, un par de ronquidos era lo único que se podía oír. Era algo totalmente diferente a la noche anterior, donde el murmullo de todos eran ensordecedor. Debía admitir que todo lucía en paz y era realmente una bonita escena, si dejábamos de lado las rejas y el hecho de que fue una prisión. El pasto brillaba con la luz del sol, a lo lejos pude divisar como se reflejaba en aquella poza de donde sacaban el agua, y podría jurar que oí el canto de algunos pájaros a la distancia.

Con rapidez me puse los bototos negros con los cuales había llegado al lugar y en realidad eran los únicos zapatos que tenía. No hubo mucho que hacer, no tenía más ropa y además de las manchas de sangre, mis prendas no estaban tan mal. Gracias a Dios todo era de color negro, así podía llevar ese pantalón que no lucía tan sucio y desgastado como realmente estaba. Mi polera estaba en buen estado, pues la chaqueta con broches que llevaba encima apenas me la había quitado. La noche era fría en el coliseo, como si la temperatura descendiera rápidamente cuando el sol se escondía; durante el día era verano y por la noche era el invierno más crudo que podía existir. No había limites para el clima en aquél lugar.

- ¿Estás lista? - Escuché decir a alguien detrás de mi, mientras me mojaba la cara con el agua que estaba en una fuente.-

- ¡Demonios! - Chillé y él me miró con expresión seria.- Oh, eres tú. Si lo estoy.- Respondí sin ganas y con cara de poco amigos, lo cuál no era mentira... no tenía amigos.

- Entonces, ¿Que demonios estás esperando? ¿Que te cargué en brazos? ¿Uh? ¿Como cuando llegaste inconsciente? - Rodeé los ojos y tiré a un lado aquél paño con el que me estaba secando la cara.- Andando, niña perdida.