Ryon se había despertado en medio de la madrugada aquella mañana en la que habían de partir. Había tenido otra pesadilla. En ella, una figura humanoide que se fundía con los árboles lo perseguía por el bosque y se le echaba encima con su boca monstruosa abierta de par en par al atraparlo. Era siempre el mismo sueño desde que era niño. Su hombre del bosque le parecía mucho más terrorífico que el del libro de Tebastian.
Se había levantado sin hacer ruido de su cama baja con colchón de paja para no molestar a los otros que aún dormían y había comenzado a revisar los preparativos para el viaje. El Caballero Blanco había llegado con sus hombres y se había marchado con ellos sin decir más de dos palabras.
Mientras se alejaban rumbo al noreste para cruzar el río Ryon miró hacia atrás. Rico se sostenía de Jun con una mano y de la puerta con la otra mientras los veía marchar. De nuevo los había dejado atrás. Esta vez no había podido evitarlo, pero eso no quitaba que se sintiera mal al abandonarlos. Tal vez estuvieran semanas viajando. Estarán bien, se dijo en un susurro. Jun y Rico eran perfectamente capaces de cuidarse ellos solos, y él debía concentrarse en la misión. De ello podrían depender todas sus vidas.
Estaba al frente de la expedición y Tebastian cabalgaba a su lado. Él también había dejado a su subcomandante en Lelea y no hablaba con nadie. Dox, Angélica y Cezenia iban repartidos detrás de ellos con los demás soldados. Dox le devolvió la mirada, pero Angélica estaba muy ocupada intentando animar a una lánguida Cezenia. Nadie decía mucho y la atmósfera era un tanto extraña. ¿Era la misión o porque habían sido grupos rivales?
- En cuanto crucemos el río – Tebastian sorprendió a Ryon al comenzar a hablar sin aviso previo – empezaremos a sentir el frío.
- Sí.
Habían estado peleándose durante los últimos días y Ryon no estaba seguro todavía de cómo mantener una conversación civilizada con él.
- Esperemos que no haya nieve o nos retrasaremos.
El Caballero Blanco asintió con la cabeza y allí terminó la charla. Parecía preocupado él también. Ryon no quería imaginarse lo que estaba pasando por su cabeza. Su prioridad era descubrir la causa de los ataques y acabar con ella. No importaba lo que le dijeran, se negaba a creer que un personaje de cuentos infantiles estuviera detrás de aquello. Incluso si lo perseguía en sueños. A Bastian se le había freído el cerebro de tantos libros. Simplemente, no tenía sentido.
Observó a Tebastian de nuevo. Iban a encontrarse con un caballero amigo suyo que vivía cerca de uno de los lugares atacados y había prometido llevarlos hasta el lugar. De ahí en adelante, él se encargaría. Haría lo que fuera necesario para protegerlos.
Acamparon brevemente al mediodía para beber y comer. Los caballos iban demasiado cargados con pertrechos para el frío, y alguna posible batalla, para llevarlos a marcha forzada. Luego prosiguieron su camino.
En cuanto salieron a las carreteras del norte vieron un montón de caravanas, carros y gente a pie que viajaban en sentido contrario.
- ¿Crees que irán huyendo de lo mismo? – le preguntó Ryon a Tebastian.
- Preguntémosles.
Se acercaron a algunas personas pero a la gente no le gustaban los caballeros por lo general, menos lo que llevaban insignias nobiliarias. Aunque Tebastian hablaba algunas de sus lenguas, lo hacía con un acento tan marcado que no les daba ninguna confianza.
Al final, su esperanza siempre recaía en Dox. Les dijo que se bajaran de los caballos y mantuvieran la boca cerrada. Se acercó a algunos grupos hasta que uno estuvo dispuesto a hablar con él. Viajaban en una pequeña caravana llena de cachivaches y trastos raros.
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La caída del bosque
FantasiaSobrevivir en Lelea se ha convertido en una tarea colosal. Hordas de forasteros abarrotan las calles de la ciudad, disputándose los escasos trabajos en oferta, mientras la misma fuerza misteriosa que los obligó a abandonar sus hogares se cierne amen...