Ryon #3

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- ¿La invitación es como una recompensa por haber ganado la batalla? – preguntó Jun.

- ¿Ganar? – bufó Angélica, quitándose las botas a patadas –. Si apenas luchamos por quince minutos.

- Pero estuvimos espléndidos en esos quince minutos – añadió Dox agitando las invitaciones en el aire –. No nos habrían invitado de no ser así.

Ryon vio a Rico girar por toda la cocina con Cezenia entre sus brazos. Resopló entre dientes. Él también hubiera querido estar emocionado por la perspectiva de una fiesta. Si al menos no tuviera dos pies izquierdos.

Jun había dejado de hacer preguntas sobre la batalla. Había terminado por cerrar la boca pero cualquier podía ver que las respuestas de Angélica y Dox no habían saciado su curiosidad.

Lidia con sanadoras introvertidas se había convertido en una de las especialidades de Ryon.

- La batalla se detuvo a la mitad porque empezó a correrse la noticia de que otra ciudad había sido atacada. En serio, ¿podrías mirarme la cabeza? Creo que me golpearon antes.

- Claro. ¿Dónde te duele? – Jun le separó el pelo con los dedos cuidadosamente – Escuché sobre el incendio hace un rato. Esta vez fue más cerca.

Ryon, que estaba disfrutando el masaje capilar de Jun, creyó sentir sus dedos titubear ligeramente.

- Los nobles en todo rededor del bosque están empezando a mostrarse preocupados. Ya no pueden seguir ignorando este asunto. El ataque sirvió para limpiar el nombre de Lord Él, al menos – explicó Dox tomando asiento cerca de las cacerolas que hervían al fuego.

- Esos dos no dudaron ni un segundo en formar una alianza, Lord Osamenta y Lord Él – añadió Rico sin dejar de dar vueltas.

- Esos nobles tan ingenuos se asustan de cualquier cosa – dijo Angélica que estaba subiendo la escalera hacia su habitación –. Tendré a unos cuantos en mi bolsillo antes de que termine el baile.

Ryon suspiró, sintiéndose más cansado que si hubiera combatido contra una legión entera por su cuenta.

- Claro que tienen miedo. Se enfrentan a un enemigo desconocido que destruye todo a su paso sin orden ni motivo. Yo también estaría aterrorizado en su lugar. Por cierto, ¿cómo supiste del incendio? – preguntó, dirigiéndose a Jun.

- Un hombre extraño entró en la botica dando gritos cuando estaba allí. Signor Monti me dijo que estaba alterado por los ataques recientes.

- Ah, ¿Chi?

- Sí.

- Es un tipo bastante raro – Dox se rascó la mandíbula –. Corre el rumor de que fue parte de Los Corolarios siendo joven y que perdió la razón por lo que vio allí.

- Pero, ¿Los Corolarios no desaparecieron hace 300 años? – Cezenia lo miraba con los ojos bien abiertos.

Ryon tampoco había oído ese nombre más que en leyendas y cuentos de camino. No eran su tipo de historias, precisamente. Una sociedad secreta dedicada por completo a comprender, replicar e intentar cambiar las leyes naturales; eso habían sido Los Corolarios. Por él, ya podían estar bien muertos y enterrados bajo tierra. Ellos y el puñetero hombre del bosque.

- ¡Qué va! – exclamó Rico – Han estado encerrados en su fortaleza desde hace siglos. Nadie sabe por qué.

- En fin – interrumpió Ryon, tratando de cambiar el rumbo de la conversación –, ¿qué día dices que es ese baile?

- Mañana en la noche.

- Mira eso. Una noche entera de descanso. ¿Quién dijo que los nobles no saben lo que es el esfuerzo, eh? Aunque a ellos los lleven en carroza a todas partes y les den de comer con cucharas ribeteadas de oro.

La caída del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora