Jun permanecía en un estado de semiconsciencia que no le permitía seguir los acontecimientos del mundo exterior. Vio caras y oyó conversaciones a medias sin entender muy bien lo que estaba pasando. No soñó con nada durante todo el tiempo que estuvo así. Era como si se le hubiera escurrido toda la energía del cuerpo.
Tienes que despertar.
Una mano le abrió un párpado a la fuerza y su pupila se estremeció bajo la luz amarillenta.
- Sé que estás ahí. No me obligues a ir por ti.
Jun veía un borroso tirabuzón cobrizo balanceándose lánguidamente frente a su nariz.
- ¿Quieres agua?
La mano le empujó un borde de lata contra los labios. Jun los separó torpemente y el líquido le corrió por la barbilla. La mano se apresuró a limpiarlo. Jun giró el rostro levemente, buscando el rostro al que pertenecía. Sus ojos se encontraron con la cortina de separación.
Tebastian no la miraba.
- No está ahí.
¿Dónde está?
- Lo llevaron al cementerio.
¿Quiénes?
- Rico y Dox se encargaron de despedirlo.
¿Y los demás?
- Angélica hizo lo que pudo para preparar el cuerpo. Cezenia limpió la habitación – Bastian le echó una rápida mirada a la cortina sobre su hombro – pero nadie quiere volver ahí.
A Jun no le interesaba ir a ninguna parte. Después de todo, cada uno de los que había amado había terminado abandonándola antes.
Intentó cerrar los párpados de nuevo pero Tebastian le agarró la barbilla. Le sonrió con dulzura.
- Necesito que estés despierta. Todos te necesitamos ahora.
Era una dulzura triste la que le bailaba en los ojos.
Entonces Jun reparó en las vendas y trató de alcanzarlas. Bastian levantó la mano derecha y le mostró el vendaje completo.
- Lidia hizo un trabajo decente, diría yo. Échale un vistazo.
Puso la mano en el regazo de Jun, que la recorrió con sus dedos acalambrados.
Tebastian se encogió un par de veces cuando ella le movió las articulaciones.
Jun determinó que tenía el meñique y el anular quebrados y los ligamentos de la muñeca en un estado deplorable. Debían inmovilizar toda la mano hasta el codo si no quería perder gran parte de la movilidad en los dedos.
- Necesito...mis cosas – balbuceó.
Tebastian la detuvo, una línea oscura formándose sobre sus cejas.
- Tenemos que hablar primero. Mi mano puede esperar.
Los ojos de Jun vagaron por el techo. Tal vez era hora de dormir de nuevo.
- No quería hacer esto frente a los otros– dijo él tomando una bocanada de aire –. Sabes lo que significa que Ryon haya muerto, ¿no?
Jun parpadeó. Estaba bien despierta, muy a su pesar.
- La espada no funcionó. De hecho, se partió como una ramita nada más tocar al hombre.
Jun lo miró fijamente. Bastian tenía los capilares de los ojos reventados y la mano rota. Por entre los pliegues de la ropa podía verse su constitución huesuda a causa de la falta de sueño y la mala alimentación. No obstante, seguía allí. Estaba vivo.
- ¿Cómo...era?
El caballero se rascó la cabeza y dio un par de vueltas por la habitación.
- Pensarías que una cosa así luciría como una monstruosidad – sonrió sin pretenderlo – pero no es cierto. La verdad es que parece un tipo normal. Un sujeto corriente con un terrible tufo a muerte encima. Como si fuera su enviado especial o algo.
- ¿Cómo...?
- ¿...escapé?
Jun no quiso asentir. Nadie había escapado. Sin espada estaban condenados.
- La cosa fue bastante desigual. Cuando el hombre rompió la espada, usamos el caballo de Ryon como carnada. Pensé que podíamos regresar.
Bastian se restregó la cabeza de nuevo.
- Intenté...intenté salvarlo – su voz era un susurro.
Jun se mordió una mejilla.
- Una vez que te toca, es como...como...
- Si se llevara toda la vida.
- Sí – suspiró Tebastian poniendo la cabeza entre sus rodillas.
Era más bien como si extendiera la muerte, pensó Jun. Pero aquello resultaba demasiado cruel decirlo en voz alta, así que se calló.
Los dos intentaban no llorar, uno de ellos con mejores resultados que el otro.
- ¿Cuánto tiempo estuve dormida?
- Unos días. La ciudad se ha quedado prácticamente vacía después de lo de la muralla. La gente sabe demasiado bien lo que eso significa. Hasta Lord Él ha salido huyendo.
Solo quedaba otra pregunta por hacerse.
- ¿Qué hacemos ahora?
Tebastian aspiró por la nariz y se miró los pies descalzos.
- Depende de ti. Ya sea que decidas quedarte o huir, nosotros haremos lo mismo.
¿Por qué alguien haría lo que Jun mandara? ¿Estaban dementes? Además, solo había una respuesta adecuada.
- Debemos irnos. Moriremos de otra forma.
- Podemos reunir más información y ganar tiempo antes de enfrentarlo de nuevo.
Si Tebastian intentaba inflamar el deseo de venganza de Jun, perdía el tiempo. A ella solo le quedaban la tristeza y la soledad. No era una guerrera; ¿cómo iba a pensar en derrotar al Hombre del Bosque si ni siquiera había podido salvar a...?
Jun sacudió la cabeza. Se marcharía. Y los demás que hicieran lo que quisieran.
La puerta de la trastienda se abrió de par en par y tres personas entraron en la habitación. Primero venía Dox, quien se llevó una mano al pecho al ver a Jun despierta, seguido por dos encapuchados.
- Han venido a verte.
Y cuando los encapuchados se descubrieron, Jun reconoció dos caras lejanamente familiares que nunca imaginó ver juntas.
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La caída del bosque
Viễn tưởngSobrevivir en Lelea se ha convertido en una tarea colosal. Hordas de forasteros abarrotan las calles de la ciudad, disputándose los escasos trabajos en oferta, mientras la misma fuerza misteriosa que los obligó a abandonar sus hogares se cierne amen...