Capítulos 3 - ¿Rata?
-Bueno, ya tenemos las cosas. ¿Ahora qué hacemos? –pregunto… ¿Alex? Creo que esa era la voz de Alex.
-Bueno… hay que esperar a que se duerman, y a que alguien cague –dijo otra persona, tal vez era Nicolás.
¿Qué? ¿Para que necesitaban caca? ¿Era para la broma? No creo que quieran comer la popo de alguien, así que sí, debe ser para la broma.
Un par de pies se quedaron quietos adelante míos. ¿Era pie grande o que? La persona, dueña de esos pies, debía calzar, al menos, 45. Alguien se sentó en la cama, y esta se hundió bajo su peso, los pies desaparecieron.
¡Me moriré asfixiada aquí! ¡Salte!
Como si hubiera escuchado mis pensamientos, la persona que se había sentado se corrió un poco hacia la izquierda.
¡Gracias!
-Ven, siéntate –hablo alguien, tal vez sea Cristian.
Escuche un leve “Ajam” luego unos pasos acercándose y… ¡Otro que se sienta!
Pero… ¡Sálganse! Que me moriré por su culpa.
¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Un par de gorilas se sentaron arriba mío!
Literalmente, ellos estaban sentados arriba mío, no mal piensen. La cama estaba arruinada, las tablas de madera que sostenían al colchón parecían fuertes, pero apenas se sentaron ellos, todas se doblaron en dos. Si yo no estuviera abajo, el colchón estaría tocan el suelo.
-Y… bueno… ¿Qué hacemos? –pregunto Alex.
-No lo sé –dijo Cristian.
Había afinado mi oído, porque, si no lo hacía no estaría entendiendo nada, entre los crujidos que hacía la cama por el peso de los dos chicos, que parecían dos monos después de a ver comido kilos y kilos de banana, los chirridos que hacían las zapatillas de los otros chicos cuando se movían por la pequeña habitación y los pedos que se largaban cada tanto, ¡No se podía entender nada!
Un par de pies colgaban desde el colchón. Esto era mucho, tenía que pellizcarlo. ¡Lo tenía que hacer! Era como si me lo estuviera pidiendo a gritos.
Alargue mi mano hacia la pierna, unos centímetros separaban mi mano de la pierna que colgaba al frente de mí, pero me detuve, algo en mi subconsciente me decía: No lo hagas, si lo haces lo echaras todo a la basura.
Por otro lado, la otra parte de mi subconsciente me decía: ¡Hazlo, mierda! Que ellas te han dejado aquí.
Y bueno… no tuve nada más que pensar, borre los pocos centímetros que me separaban de la pierna colgando y lo pellizque. El chico pego un grito terrible, como que si una piraña le hubiera mordido la pierna.
-¡Una rata, una rata! –grito pegando un salto lejos de la cama.
¿Una rata? ¡Las que no tengo! Tu serás una rata.
La otra persona que había quedado en la cama chillo y se bajo de la cama tropezando.
Ese chillido era de Cristian. Entonces… ¿A quién había pellizcado?
-Ya cállate, avatar –dijo alguien tranquilizando al que pellizque.
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¡Esto es guerra!
Humor¿Qué pasa cuando alguien abre su bocata? Pues pasa ¡Mierda! Gracias a, nuestra querida Bianca, están en medio de una batalla de bromas. Y dudo... que alguien salga vivo de esa. -Ganaremos -dijo Nicolás -¡Mis huevos!, que no tengo, ni tú tampoco... ¡...