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2O15

―¿No olvidaste las llaves?

―No.

―¿Dejaste todas las puertas cerradas? ¿No dejaste nada al alcance de Laika, verdad?
Sabes que todo lo que encuentra lo destroza, no olvides lo que pasó con Jeno y la avena.

―Mamá.

―Llego cansada del trabajo y no tengo ánimos para ordenar uno de sus desastres.

―Mamá―reiteró, sobando sus sienes con su pulgar.

―Ah, y sobre Jeno, recuerda que se quedará la próxima semana, debes enseñarle las llaves y a cerrar la puerta trasera, no debemos confiarnos de que nadie entrará por Laika.

―¡Mamá!

―¿Si, Yoon Oh?

―Tengo diecisiete.

―Lo sé, pero es mejor prevenir que lamentar.

―No pasará nada, ¿bien? Tranquilizate. Voy a cortar, falta poco para llegar.

―Bueno, cuidate, te amo.

―Yo igual―susurró bostezando y terminando la llamada. A su lado una señora de casi tercera edad ronco, ella iba durmiendo y con la cabeza gacha, su vestimenta abrigada a comparación de su camiseta y pantalones quizás, un poco, demasiado, formales. El ambiente frío del exterior contrastaba con la temperatura alta de su actual alrededor, Yoon Oh agradeció eso.

Aburrido, desbloqueo la pantalla de su teléfono y busco... cualquier cosa que lo distrajera. El transporte se detuvo en una estación conocida por ser despejada. Un par de personas subieron y las puertas metálicas grises volvieron a cerrarse. Un hombre y un chico quedaron frente a el, de espaldas, con los brazos estirados, afirmándose de los fierros instalados sobre su cabeza.
Les dio una rápida mirada solo porque si quedando con su atención en el llamativo atuendo del muchacho. ¿Esos eran rombos? Una variedad de colores que no recordaba haber usado en su vida se esparcían por el delgado cuerpo, como focos brillantes. Extrañado volvió la vista a su teléfono, dando ojeadas a ratos a la espalda.
Solo cayó en cuenta del tiempo que llevaba observando al muchacho cuando por los altavoces anunciaron dos paradas mas. Los puestos delante de el quedaron vacíos y su no acompañante aprovecho ello. Yoon Oh estuvo, probablemente, muy emocionado por ver. Se reprendería por eso, en otro momento. Sus ojos cafés siguieron los movimientos ajenos hasta que el joven se volteo y se sentó. Sus pupilas se ampliaron al reconocer la " Familiar " cara.

Oh, bien.

Él era... ¿Kim?, ¿Lee?

No recordaba bien, pero no se estreso por aquello. Conocía al chico, bueno, en realidad, solo su aspecto físico. Era uno o dos grados menores si no se equivocaba. Él era conocido por ser raro, peculiar y... bello, se supone.
Siempre luciendo como un arco iris andante, con miles de estampados diferentes cada día. Pero eso no era lo que mas le inquietaba, lo era la combinación extraña en su rostro. Su cabello de un naranjo fantasía (que lucia mas natural de lo que debía) cubría unas esferas obviamente impropias de un verde atrayente y escalofriante. O bueno, escalofriante solo para el. Todo esto agregado a las diminutas facciones y la larga y rosada boca era lo mas extravagantemente correcto que había visto hasta ahora. El chico no lucia mal, a veces, se veía mas bien como un niño. El joven era, infantil, exteriormente infantil porque Yoon Oh no sabía lo que pasaba por su cabeza.

Largos rizos bajando por los pálidos costados.

Fue sacado de sus pensamientos por el sonido de su teléfono.

¿Y ahora qué?

Deslizó su dedo por la pantalla recibiendo la voz de su madre.

―¿Qué paso ahora, mamá? ―inquirió cansado.

―Cambio de planes, tu primo llegará hoy―informó la mujer al otro lado de la línea.

―¿Qué?, ¿por qué?

―Adelantaron sus días libres en la escuela.

―¿Y el solo faltará a la escuela así como así?

―Al parecer. Vas tener que retirarte entre la primera y segunda jornada, no tienen llaves.

―Bien, ¿qué hago si Jeno tiene hambre?

―Tiene trece años, Yoon Oh, no se comportará de manera infantil.

―Eso dices tú. No me lo puedes jurar.

―¿Traes dinero?

―Sí.

―Compra algo por ahí en lo que llegó.

―Bien, entonces me retiro a las tres.

―Si, no vayas olvidarlo.

―No lo olvidaré, mamá―la mirada verde cayó sobre el al elevar un poco su voz, el gesto divertido se transformó en uno de reconocimiento al pasar los segundos.

―Imagínate si tu primo llega y no hay nadie en casa.

―Si, lo imagino, llegaré temprano, tranquila.

―Te llamaré por esas horas para acordarte.

―Aha. No se escucha muy bien aquí, cortaré.

―¡Debes estar atentó al teléfono!

―Lo se, mamá, adiós.

Una risa disimulada fue captada por sus oídos por lo que buscó al colorido responsable. El chico cubría con el dorso de su mano su boca intentando no emitir sonido alguno. El fino rostro volviéndose rojo desde las mejillas hasta las orejas por el intento.

Controlado debía estar diciendo en su pequeña cabeza. Y Yoon Oh lo entendía, era gracioso y material para burlas lo histérica que podría llegar a ser su madre pero al fin y al cabo era su madre, la única.

Los ojos verdosos se encontraron con los suyos y el chico dejo de reír. Su brazo era al menos tres brazos del muchacho. Yoon Oh no lo iba a golpear ni nada de eso, pero el pelirrojo debía estar creyendo que si.
Aclaro su garganta disminuyendo la intensidad en su mirada, tratando de hacerle ver al muchacho que no, no le haría nada.

¿Kim?, ¿Lee?, ¿Kim o Lee?

Despeino su castaño cabello sin saber mucho sobre como moverse. Porque a diferencia de lo que creía, el chico no le quito la atención, no siquiera un segundo. Una persona pensaría que el pelirrojo miraba a cualquier lugar aleatorio, pero el mas alto sabía que no era así. Casi río de manera estúpida y desquiciada cuando las esferas se volvieron aún mas claras al pasar por un lugar con demasiado sol. A tres estaciones de su destino se paro, otorgándole el lugar a una mujer embarazada. A su lado, el pelirrojo imitó sus acciones. Pasaba sus hombros pero no era de su altura. Perfectamente era mucho mas joven que el al juicio de cualquiera.
Lo miró, sus orejas perforadas a los extremos, decoradas por diminutos aretes y luego miró sus pies, sus zapatos sorprendentemente grandes al lado de los ajenos.

Antes de que cualquier duda nadara en su mente recordó que ambos asistían al mismo lugar.

El ojiverde lo observó por el rabillo sin chistar. Sus acciones siempre siendo decididas e intranquilizando
a Jung.

Kim.

Al llegar a la última parada, juntos bajaron. En la misma dirección, obviamente. El chico iba un paso delante de el. Sus piernas largas considerando su altura. La cabellera rojiza giró no muy convencida y luego, esa boca le sonrió descolocando en diferentes ámbitos a Jung.

DongYoung.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora