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―DongYoung―bisbiseó, intentando levantar su adormecido cuerpo

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―DongYoung―bisbiseó, intentando levantar su adormecido cuerpo.

Al estar recargado en su brazo observando al menor, este había comenzado a doler. El muchacho seguía en la misma posición, mostrando sólo su perfil.

―¿Mhm?

―Son más de las doce ¿Viniste caminando?

El chiquillo soltó un sonido afirmativo.

Al parecer, la pésima idea de JaeHyun era la única opción.

Suspiró sintiéndose ridículo.

Para cuando se hincó con el fin de recoger al pelirrojo, éste parecía estar repentinamente más despierto. Torpe, el delgado apoyo sus palmas en la superficie verde e intentó levantarse rápido, esto le provocó un leve tambaleó. Cómo por instinto, una mano de Yoon Oh se instaló en su espalda baja, evitando una caída.

―Estoy e-estoy bien―exclamó veloz, alejando un poco el cuerpo ajeno.

―Estabas a punto de...

―No voy a caer.

Reusándose dio un paso hacía él.

―¡No te acerques! Voy a... Quiero vomitar―avisó colocando sus manos como barrera.

―No vas a vomitar, ven acá.

―No―rodeando su estómago, se sentó nuevamente sobre el pasto, respirando hondo. Estaba a un movimiento de devolver su cena.

Jaehyun recargó su peso en sus piernas. Observando las muecas del chico.

―Se que estás mareado, pero necesito que colabores ―le habló intentando convencerlo―. Dongs.

―Me cuesta enfocar―dijo parpadeando. Sonaba asustado.

―Lo sé, no estás mirándome directamente. Voy a llamar un taxi, también me iré―aquello no era una pregunta, así que DongYoung
no respondió. El chico no estaba en condición de discutir o siquiera hablar.

Una de las blancuchas manos se extendió hacia él, buscándolo. Después de mirarla un instante, Yoon Oh la tomó y la apretó. Estaba fría, por lo que frotó un área de la nívea piel con su pulgar, por su dorso. Los dedos del chico se aferraron.

―¿No te contaron que estamos entrando a invierno? No basta con una sudadera o un sweeter―dijo con sus ojos viajando entre el rostro del chico y la unión.

Buscando comodidad, Kim apoyo su cabeza sobre su rodilla, sus dedos comenzaron a separarse, dejando juguetear a los de Yoon Oh entre ellos, quién se tomó el tiempo de compararlos en tamaño. Luego, el índice del castaño estaba delineando su palma, sin apuros. Siguiendo con las caricias, la mano libre de Jaehyun sacó su teléfono, llamando a alguien.

―Ya me voy, Yul. Sé que piensas quedarte más tiempo. No hagas una estupidez, no sabría que otro consejo darte―su tono era simpático, cómo el tono que utilizas con amigos o gente de confianza. La voz estaba ronca, grave―No, no es por eso. No duro mucho y tampoco pensaba quedarme sobre las una. Mañana hablamos, adiós.

Escuchó el movimiento del cuerpo, y luego, fue levantado con un agarré desde abajo de sus brazos. Sorprendido, quiso soltarse, sólo que sus brazos no respondían con fuerza.

―Si sigues moviéndote vamos a caer los dos―el agarré se incrementó―. DongYoung―
advirtió el más alto demandante―. Voy a llamar, quieto.

Un paso en falso lo obligó a mantener su nariz a ras del cuello del mayor. Una ligera fragancia ingresando por sus fosas nasales. Hizo un sonido ahogado, avisándole al otro de la posición en la que se encontraba. Ignorándolo, el castaño comenzó a hablar, dio unas instrucciones rápidas y cortó.

Con la intención de mirarlo, alzó la cabeza, bajándola adolorido al sentir un tirón en su cuero cabelludo.

―No voy a arriesgarme a que caigas y te golpees con algo.

―Tu chaqueta está atrapando mi cabello―susurró al no ser necesario hablar alto, no con la mínima distancia. La barbilla se recargo en su coronilla, los dedos intentando desenredar el mechón.

―Listo, ya está.

Un escalofrío recorrió al delgado, el viento se colaba entre sus prendas. Buscando una fuente de calor, descansó su frente en la cálida garganta, sintiendo cómo esta subía y bajaba conforme tragaba el mayor.

―No cierres los ojos, estás intentando dormir.

―Se cierran sólos, yo... perdón―quitó su cara para restregar sus ojos―. Quiero dormir.

―Cualquier persona notaría aquello―exhalo mirando hacía arriba, el cielo nocturno estaba despejado.

―No me gusta la noche―comentó balbuceando Kim―. A todos les agrada y, no entiendo.

Y ahí iban de nuevo los comentarios aleatorios mal articulados. Al menos, sujetándolo así, controlaba su nula coordinación.

―El día... Los días soleados son... Es cómo si los rayos me animaran. Vamos DongYoung, vamos Dongyoung. Tú puedes―imitó los gritos de las hinchadas dirigidos a los jugadores en los partidos de fútbol―. Vamos―pronunció alargando la s.

―Eso es... interesante―dijo, con su atención dividida entre el chico y la llegada del taxi.

―Últimamente es así.
Todo es tan... extraño, aunque sea igual. Solo porque... ―una risita extraña escapó de los alargados labios―. Aún no sé, no sé nada sobre esto. Y quiero... arrancarlo. Me gustaría separarlo de mí, pero no tengo idea de cómo hacerlo―masculló balanceando su cabeza―. Necesito que alguien me diga que mierda hacer o... me voy a volver loco. Me volveré loco―sus puños apretaron las prendas a su alcance mientras su voz de quebraba entre cada palabra.

Los claros ojos miraban el piso, los dos pares de zapatos en concreto, pensando que haciendo eso se volvería invisible ante los ojos juzgadores de Jung.

Pero al contrario.

JaeHyun no quiso darle explicación a la mano que se elevó a consolar a Kim. Le permitió que se recargara en él cuanto deseara y necesitara.

Terminó con su rostro enterrado entre su cuello y hombro y sus brazos, apretándolo necesitado.

Seria por un rato, en lo que llegaba el auto.

Un rato.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora