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El recorrido fue más largo de lo habitual

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El recorrido fue más largo de lo habitual. Bajo sus ojos habían bolsas oscuras por falta de sueño.
Tuvo suerte de no caer mientras bajaba en su estación. Miró la hora en su teléfono y realizó una mueca; iba quince minutos atrasado. Se había prometido a si mismo no hacerlo, siempre perdía la primera clase, una de las más importante.

Suspirando, observó el edificio. No aceleró su paso, hiciera lo que hiciera no llegaría a tiempo. Sus párpados pesaban y se sentían húmedos, congelados. Lucia de mil maneras, menos decente.

Cuando cruzó la entrada pronuncio su nombre ante la mirada de uno de los supervisores de su grado. Se encaminó a los asientos y descansó. Desde ahí logro ver la colorida cabellera pasando por donde había estado hace menos de dos minutos. Quedó pegado estudiando al muchacho, en realidad, no tenia otra cosa que hacer. Como si el chico sintiera su atención, giró su rostro, siendo más rápido que Yoon Oh y pillándolo desprevenido. Primero se mantuvo serio y luego, una lenta sonrisa curvo sus labios.

Aturdido, el mayor se obligó a levantar la mano a modo de saludo, sus labios pronunciando un silencioso "hola" que fue entendido desde la distancia.

(...)

Ni siquiera supo cómo había accedido a acompañar a Dong Yul a aquella reunión. Él escuchó tantas palabras saliendo de la boca de su amigo, que, abrumado, sólo contestó un forzado "está bien" .

Más no lo estaba. Si bien lograba disfrutar de la compañía y charlas, la situación era muy diferente respecto al ambiente que se generaba pasando las horas. No era un descontrol total, pero si asistían individuos que no moderaban sus actos.  Con o sin razones para no ir no podía retroceder, tenia un compromiso con su amigo.

Al llegar a la residencia, el ruido característico del festejo los recibió. Un conocido del chico a su lado les abrió, saludándolos amistosamente. No habían suficientes personas para inquietarse, era temprano por lo que la mayoría de invitados aún no aparecía. En el centro del comedor, la mesa estaba repleta de vasos, algunas botellas de diferentes bebidas y aperitivos. Lentamente, giró en su lugar, topándose con la mirada de Yul. Éste tenía una sonrisa burlona en su rostro.

―Relájate, parece que vas a quebrar tú mandíbula―soltó palmeando su hombro.

―No es eso, sólo...

―No es tu estilo, ya sé, y apreció que me acompañaras―los ojos del muchacho reflejaban honestidad―. Será tranquilo
―se acercaron juntos a la mesa. El pelinegro sacó un puñado de lo que parecía fritura y se lo llevó a la boca―. ¿Quieres?―preguntó sin haber tragado completamente.

Jaehyun río incrédulo.

―¿Cómo es que no eres virgen?

Él más bajo elevó sus hombros añadiéndose a la carcajada.

―No se, algo les fallaba.

(...)

Disfrutó hablar con las amistades de Dong Yul. Para su sorpresa, ellos no eran el estereotipo de gente que se imaginaba. Hasta podría decir que se preocupaban por el chico. La conversa fue más extensa de lo que había previsto, no pasaron ni dos segundos y ya eran las doce de la noche. Ninguno de los vecinos fue a reclamar por la música o por los gritos animados que pegaban uno que otro a los que el alcohol sobrepasaba.

Separándose un momento del grupo, fue a buscar otro refresco. Echó un vistazo por el ventanal, el jardín siendo iluminado por unas cuantas luces enterradas en el cuidado césped.

Entrecerro sus ojos, no confiaba en su visión.

Yoon Oh corrió el vidrio y salió al jardín.

Comprobando lo que pensaba, el pelirrojo estaba sentado en el húmedo pasto. Sus brazos abrazando sus piernas. Parecía mirar un punto fijo, sin prestarle atención a éste realmente.

Vacilando, se sentó, dejando acostada la botella a un extremo. Imitó la posición del otro, pasando un poco sus manos por sus rodillas para entrar en calor. El sonido que provocó su movimiento sacó de su burbuja al pelirrojo.
Como si creyera que estaba imaginando, el chico lo observó un rato.

Jung quebró el silencio.

―No te imaginaba aquí―inició refiriéndose a la fiesta.

―Yo sí a ti―contestó el muchacho sin mirarlo. Sus pómulos y nariz estaban enrojecidos por el frío. Su voz demostraba cansancio.

―Extraño, no asisto a casi nada―medio sonrío con gracia.

―Tampoco, solo vine porque sí. Me aburrí y salí―explicó, parecía desconectado.

―¿Por qué no vuelves a tu casa?―inquirió.

―En un rato, justo ahora, no me apetece caminar.

Yoon Oh agarró su soda, tomando un poco de ella. Y cuando volteó, el muchacho estaba completamente recostado. Sus ojos estaban cerrados, su respiración siendo constante y tranquila. Los párpados se arrugaron, dejándolos conectar miradas como pocas veces hacían.
Cuando el joven vio sus cejas juntas, sonrió.

―No te veo―canturreo bajito. Aquello aumento la extrañeza en Yoon Oh. Debía ser la luz, solo que el castaño veía perfectamente los risueños ojos verdes―. No te veo, Yoon.

―Yoon―repitió, intentando asumir que Kim le había colocado un seudónimo.

―Yoon Oh―exclamó el pelirrojo para si mismo. Escuchando el nombre salir de sus propios labios―. Yoon Oh, Yoon Oh―musitó―. Yoon.

―¿Sí?―dijo, fijándose en la lata de cerveza vacía. Retuvo las ganas de preguntar.

―Me siento tan tonto―había algo en el tono utilizado por el chico que no supo identificar.

―¿Tonto? ¿Por qué?―para Jung, la actitud del pelirrojo se debía al alcohol. Pero de igual forma le siguió el juego.

―Porque no lo quiero―vocifero.

―¿Qué no quieres?

―Esto.

Esto.

Bien.

Ahora si que se sentía perdido, tan perdido que no notó cuando los dedos ajenos comenzaron a jugar con la tela de su chaqueta.

Él no los quitó.

―¿Cuánto bebiste?―preguntó al tiempo que sus comisuras se elevaban.

―No lo recuerdo.

―Tienes dieciséis, no lo―se detuvo de regañar al muchacho. Él no tenía que ver.

La cabellera anaranjada se movió negando.

―Diecisiete, pronto, algún día. Me ganas por seis meses, no un año.

―De igual forma, DongYoung
―suspiró, dejando al otro desplanchar su vestimenta superior, quién fruncio el ceño y gruño.

―No me mires así, es la primera vez que tomo.

―No te he mirado de ninguna manera en especial.

―Estas regañándome. Tus ojos lo hacen. Dejalo―reiteró ocultando sus ojos bajo sus párpados. Kim dejó su cuerpo de lado, en posición fetal, una de sus manos cubrió su oído, muy fuerte. Su rostro mostraba disgusto.

―La maldita música hace que mis oídos duelan―dijo haciendo reír al mayor.

―Eres un show con alcohol―comentó acomodándose mejor.

Un cómodo silencio se instaló entre ellos.

Sin quitar su atención, presenció cómo el joven relajaba sus músculos, queriendo dormir, sólo que el desordenado cabello no lo dejaba. Sin ser completamente dueño de sus extremidades, su índice despejó el rostro de un par de rizos. Los labios se entreabrieron, inhalando temblorosamente. Las luces en el suelo se reflejaban en las ondas, haciéndolas ver suaves y brillantes. Yoon Oh lo dejó estar un rato así en lo que él decidía que hacer con el muchacho.

―Yoon―murmuró el apodo una última vez.

Inevitablemente, su mente acortó el nombre de la criatura.

―Dongs.

Eso sonaba tan mal.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora