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Cuando llegó a su hogar, un agradable aroma proveniente del horno lo recibió

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Cuando llegó a su hogar, un agradable aroma proveniente del horno lo recibió. Laika ladro, saltando a sus pies alegre y él acarició levemente su cabellera.

Era una tarta.

Tartas que su madre realizaba solo con la visita de una persona.

Personita, en realidad.

―¡Llegué mamá!―gritó de forma moderada, dejando colgadas las llaves detrás de la puerta. Quitó su bolsa y chaqueta lanzándolas al sofá más cercano al sentirse acalorado después de su caminata a pleno sol.

Con pasos silenciosos se dirigió a la cocina. A medida que se acercaba a su destino comenzó a escuchar dos voces conversando entretenidamente, sonrió cuando un cuerpo pequeño se coló en su visión. Sus brazos agarraron al muchacho desde la espalda, asustándolo. Un temblor recorrió al muchacho quien giró la cabeza de cabellos oscuros, encarándolo.

La risa de su madre se escucho en el lugar. La mujer había entrado por el umbral de la puerta pillándole en su malicia.

―¡Me asustaste!―se quejó su primo golpeando su hombro.

El también se carcajeó.

―Ya, perdón. ¿Cómo te ha ido, enano?―inquirió desordenando el cabello del niño de doce años. Él pelinegro se quedaba cada tanto en su casa, ( la mayoría de los días libres, la verdad)
Ellos tenían una estrecha relación desde el nacimiento de este, Yoon Oh no tenía hermanos pero...

Jeno lo era.

―Estoy jugando baloncesto, hace poco me uní a el equipo de mi escuela―comentó el menor. Jung le dio los cinco, chocando sus manos.

―¿Y tú, mamá?―miró a la mujer concentrada en lo que el veía como una crema.

La mujer elevó el rostro y le dio la mirada.

―Bien, JaeHyun. Debemos hablar, después.

―Si, lo note―contestó confundido. Pasando una mano por su mandíbula le habló otra vez al menor―. ¿Quieres ir a jugar arriba?

En silencio, Jeno asintió. Ambos fueron a la escalera, el más alto vigilando que el chico no fuera a tropezar por algún movimiento torpe.





―¿Qué pasa?―observó a su madre. Había dejado al pelinegro jugando con su consola a manera de distracción.

La castaña se acercó a él para susurrarle.

―Jeno quiere cambiarse de escuela―contó ella.

―¿Y?, ¿por qué?, ¿le pasó algo en la actual?―preocupación en su voz.

―No, no. Sabes que tu tía vive muy lejos y la escuela a la que quiere ir Jeno está cerca de nuestra casa. Hablamos y ella dice que podría venir en auto a ver a Jeno al menos tres veces a la semana. En auto la distancia no es tanta, pero en transporte público si.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora