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El estruendoso sonido que provocó el timbre fue como un shot de adrenalina para el menor, quién se retiró del recinto a toda prisa cuando el inspector a cargo corrió el portón, dando espacio para que los estudiantes salieran sin causar tanto albor...

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El estruendoso sonido que provocó el timbre fue como un shot de adrenalina para el menor, quién se retiró del recinto a toda prisa cuando el inspector a cargo corrió el portón, dando espacio para que los estudiantes salieran sin causar tanto alboroto, o al menos eso intentó. La fila abarcó toda la vereda de la cuadra, tuvo que tener la mirada en sus pies para no tropezar con el par de chicos que caminaba adelante —y para no pisarles los talones, cosa que él aborrecia—.

Llegó al semáforo y esperó a que éste cambiara, concentrándose más en el parpadeo de la luz que en la tiritera de sus piernas—que nada tenía que ver con el frío o el inicio de una fiebre—.

Mientras cruzaba, sus ojos se fijaron en la figura apoyada sobre la muralla del bazar. JaeHyun llevaba una camisa color caqui arremangada hasta los codos—la cual no pudo apreciar antes por la chaqueta que traía en la mañana—su cabello estaba húmedo y desde la distancia se podrían apreciar unos mechones cubiertos de gel.

Formal como siempre.

Quiso pasar desapercibido, al menos en su caminata, pero la mirada del mayor dejó de prestarle atención a su celular y ahora estaba atenta exclusivamente a él.

DongYoung corrió la vista hacia su derecha, fingiendo estar asegurándose de que no viniese ningún automóvil. Le desquiciaba la sobre confianza que reflejaba JaeHyun, sentía que el sólo modo de caminar del mayor hacia que la diferencia de edad entre ellos se volvíera más notoria, aunque ésta fuera mínima. Sus aproximaciones eran decididas, sus extremidades no dudaban en tocarlo o acercarlo a su cuerpo. Lo que más le descolocaba era que no encontraba ni una pizca de posesividad en su semblante. Como si su prioridad no fuera tenerlo, sino que el menor se dejase tener.

Ya frente al castaño, dirigió su mano al arete en su lóbulo, en una acción ya recurrente que se presentaba cuando la incomodidad o el bochorno se apoderaban de él.

Jaehyun guardó el aparato en su bolsillo y, con un movimiento de cabeza, le indicó que avanzaran. El gentío les iba a extender el trayecto, cosa que dificultaba al mayor quién debía ir a buscar a Jeno finalizado su express encuentro. Su tiempo a solas era reducido.

Caminaron en silencio, dándose un par de miradas en cada esquina en que doblaban.

—¿A dónde vamos?—preguntó cuando pasaban por una calle poco transcurrida.

Jung le agarró del antebrazo, guiándolo desde el toque al percatarse de que ya llevaba contadas varias veces en que DongYoung se desviaba, hecho aceptable ya que no conocía su destino.

Se dejó hacer, dejando su cuerpo a disposición de Jung.

—Nos dirigimos a nuestro paraje de amor, asi que intenta memorizar el camino, por favor—dijo teatralmente.

Rió ante el curioso nombre que YoonOh le dio al sitio.

—Nuestro paraje de amor—repitio, saboreando las palabras—. De casualidad, no me estarás llevando a tu hogar, YoonOh. A tu habitación, dicho de manera más precisa—elevó sus cejas sugerente, hablando con voz mimosa.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora