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Pasó el portón del establecimiento alrededor de las siete cuarenta. Lo primero que vieron sus ojos fue el centenar de personas esparcidas por el recinto, indicándole a sus hijos el salón al que pertenecían, intentando descifrar cuál era éste o despidiéndose sentimentalmente de ellos. O al menos así era la atmósfera para los que recién ingresaban a la educación. Muy a su pesar, recorrió todo el lugar para lograr visualizar los salónes de último año. Se topó con uno que otro rostro conocido por las escaleras hasta llegar a las puertas, en dónde habían pegadas las características listas con los cursantes de esa generación. Se dispuso a buscar su nombre, dando inmediatamente con el.

Escuchó murmullos femeninos, a lo que volteó, saludando fugazmente a su compañera de debate.

Entró a la sala, la cuál a simple vista parecía un poco más espaciosa que las anteriores dadas, las paredes blancas y los estantes organizados aportaban con el aspecto pulcro. Más allá de eso, nada era novedoso.

Escogió el pupitre que daba a la ventana, eso quizás sería un beneficio a futuro. Dejó su bolsa colgando de la silla antes de comenzar su búsqueda por el pelirrojo.

La última vez que se encontraron estuvieron en compañía de JaeMin y Jeno, por lo que se vieron en la obligación de mantenerse inexpresivos, guardando distancia cuando un toque pasaba a ser algo más conprometedor de lo permitido entre amigos. Como esa mano que descansaba despreocupada sobre el muslo de DongYoung, apretando de rato en rato por mero instinto, o cuando se arrimaba de forma inconciente hacia el cuerpo del petizo, olisqueando el tenue aroma que desprendía la nivea piel de su cuello.

A mitad de camino al escenario, sintió un golpe de dedos en su nuca. Volteó confundido al tiempo que escuchaba la estruendosa carcajada que soltaba la otra persona. Una risa era suficiente para identificarlo.

—¡Pero que pijo te ves con ese corte de cabello! Estas todo guapo, que va—DongYul pasó su brazo por sus hombros amistosamente. Estaba más energético y caótico de lo que le gustaría a primeras horas—. Viniste de galante o sólo querías ponerme a mí.

YoonOh sonrió incrédulo, sin verse afectado por las desvergonzadas bromas de su mejor amigo.

—También me alegro de verte, DongYul. Lo que no me agrada es que me griten a las ocho de la mañana. No logro comprender de dónde sacas el humor. Y si estás consumiendo alguna basura como el porro que ofrecían en la fiesta que me llevaste mejor ni me digas.

Un sonido indignado escapó de la garganta del pelinegro.

—Pero si esta fantástica actitud que llevo es mi día a día. Una de mis tantas aptitudes. Me desconcierta que lo confundas con sustancias que yo claramente nunca he probado siquiera—dramátizo, negando con su cabeza—. Ah... pero que horribles decoraciones colocaron éste año, que putada de bienvenida. Somos la generación de excelencia y nos entregan esto.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora