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Quedaron se verse en la casa del mayor.

Yoon Oh no esperaba tanta puntualidad.

―Hola―dijo desde la puerta.

―Hola―un saludo mucho más silencioso. Yoon Oh movió su cuerpo dejando entrar al pelirrojo.

―Tengo hasta las ocho, luego debo ir a buscar a mi hermano―comentó, como si tratara de evitar que el alto creyese que se marcharía a esa hora solo porque si.

―Tres horas, estará bien―resto, recibiendo un asentimiento de cabeza―. La sala esta derecho por el pasillo, iré a traer las cosas―
Informó, dejando al menor en medio de las decoradas paredes.

Cuando Yoon Oh regresó, el muchacho estaba sentado con sus codos descansando sobre la madera, sus ojos mirando en todas direcciones, casi como un niño perdido. Los cuadros y el inmobiliario rustico siendo el centro de atención.

―Bien, los tubos de pvc son de veinticinco centímetros, son diez―informó.

―Se necesita un buen pegamento para los tubos, digo, deben sostener una pecera.

―Lo se, lo más rápido es utilizar silicona liquida.

―¿Tienes?―Yoon Oh asintió, indicando con su cabeza una pequeña caja sobre la mesa. El menor entendió la señal dirigiéndose a ella. Busco unos segundos hasta sacar de ella el objeto y volver. Curiosamente, Yoon Oh notó solo en ese instante que la vestimenta del chico era nuevamente demasiado grande y que, le sacaba aproximadamente una cabeza de altura.

―Hay un enchufe por la lampara, abajo. ¿Tiene silicona?―El de ojos verdes dio una pasada a la herramienta antes de conectarla al enchufe a la vez que el castaño sostenía los plásticos, dando forma al soporte con sus manos.

―¿Tenía?

―Sí, por la mitad

―De acuerdo, ven aquí, trae la pistola. Pero primero prueba el pegamento en una hoja.

La sorpresa pasó unos segundos por el rostro de DongYoung, pasmado por la confianza que demostraba la voz más grave. Fue una imagen tan breve que si JaeHyun no hubiera estado mirando fija y detenidamente no habría capturado. El chico no dijo nada, dominó los músculos de su cara y avanzó lento, obedeciendo. Tomó una hoja y depositó en ella el contenido. Los cortos pasos se escucharon nuevamente por toda la casa, destacando entre el silencio. Cuando el bajo llegó a su lado acomodó su propio sweeter dejando la hoja a un lado.

―Coloca un punto en la esquina de este punto y luego a lo largo del segundo, una línea―los delgados labios se apretaron comenzando con su labor. El más alto vigilando el procedimiento en todo momento―. No toques el tubo inmediatamente, puedes quemarte. No se la causa, pero esa pistola mantiene la temperatura por más tiempo de lo usual.

La mandíbula subió y los ojos detrás de la capa de rizos rojizos parpadearon obvios, diciendo en lugar de la boca; "Callate ya"

Los pálidos dedos tomaron los tubos restantes, pasándolos a Jung al terminar de colocarles el pegamento. Para la tranquilidad de ambos, la sustancia caliente no toco su piel.

Hasta que llegó el penúltimo tubo.

Un sonido gutural pasó y luego, el chico estaba sosteniendo su muñeca exaltado. La hoja y pistola en el suelo.

Yoon Oh ni siquiera se sorprendió.

Mierda, mierda, mierda―Susurró Kim, sin dejar de moverse en su lugar. Frustrado y conteniendo las ganas de golpear al muchacho por no considerar sus palabras, agarro la muñeca libre, dirigiéndose junto con su acompañante a la cocina.

―Deje de mirarte un segundo―reprendió, sinvergüenza.

Indignado, el chico elevó la voz. Explotando.

―¡La maldita hoja estaba por tu lado!, ¡tú la corriste y no lo sabía!, ¡lo único que hice fue apoyar el brazo!

―¿No pudiste darte cuenta por ti solo?―preguntó, agarrando una de las fuentes para llenarla con agua tibia.

―¡Estaba concentrado!―se excusó al tiempo que el agua rebalsaba la ensaladera.

―Ya, la mano―pidió el castaño, extremadamente calmado en comparación al bajo. Al parecer, así debía ser tratado, porque el chico, para beneficio de Jung, cedió estirando su extremidad. Entonces, él la tomó dejándola reposando bajo el agua. Los dos permanecieron sin emitir sonido alguno con sus pupilas fijas en la enrojecida piel. Los rizos se movieron, formando una barrera entre ellos (Sí, el chico estaba ignorándolo). En el proceso, estos golpearon torpemente el rostro de Yoon Oh.

Apenado, DongYoung susurró un " Lo siento " demasiado suave para ser genuino.

Un suspiro brotó de los labios del Jung, cansado de malgastar su garganta con el chiquillo.

―¿Duele?―preguntó bajo, intentando aligerar el ambiente y disminuir las revoluciones. Los iris verdosos lo miraron confundido, parpadeando. El muchacho de cabello claro volvió a apretar sus labios (gesto que JaeHyun ya consideraba una manía de su parte) para después terminar la conexión al bajar su cabeza y meter un par de ondas detrás de su oreja, una y otra vez debido a que estas se rehusaban a mantenerse en orden. Un comportamiento extraño y extenuante para el mayor. Cuando el alto decidió que el muchacho no iba a responder, éste habló.

―Arde―susurró.

Sí, algo se estaba quemando.

SEPARAMEーJAEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora