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Londres, el avión había recién aterrizado en Londres. Fue un viaje largo, se me hizo eterno, y cada vez que el avión avanzaba mi corazón se rompía aún más... Pensé que lo más difícil que tuve que hacer en la vida fue elegir mi satisfacción personal por sobre el amor del Alexis, pero ahora me daba cuenta que eso no era lo más difícil, lo más difícil fue dejar a mi Cris en Chile y tener que venirme a Inglaterra. Fue terrible, él se puso a llorar y se aferró a mis piernas, no quería que me fuera, y yo tampoco quería dejarlo así, estuve a punto de mandar todo a la mierda y quedarme ahí con él, pero mi mamá, mi abuela y el Richie me convencieron de que no lo hiciera y de que me viniera al Reino Unido, pero ahora acá, me estoy arrepintiendo, lo único que tengo en mi cabeza es la carita de mi bebé, solo quiero llorar, pero no puedo porque la señora de la aduana me está mirando feo, Emilia piensa en otra cosa, tengo que hacerlo porque si pienso en mi bebé las lágrimas solo quieren salir.

La señora de la aduana me sonrió al devolverme mi pasaporte. Le di una sonrisa fingida de vuelta, luego tomé mi maleta y salí de ahí. Tenía que cambiar el switch, no podía entrar en la depre, iba a extrañar mucho a mi Cris, pero tenía que superarlo, tenía que enfocarme en terminar esta mierda, en cumplir mi sueño, además solo iba a ser un año, porque cuando empezara a hacer el doctorado me lo iba a traer para acá sí o sí, o quizás me volvería a Chile para hacerlo allá, no sé, aún me queda un año para pensarlo.

Apenas salí de la sala de embarque del aeropuerto me encontré con la cara un poco escondida de Alexis Sánchez, estaba con una capucha y unas gafas, pero aun así todo camuflado lo reconocía, era imposible no hacerlo, solía conocerlo hace muchos años, aunque ahora ya no sé quién era realmente, pero esa cara nunca la iba a poder olvidar.

―Emmy, aquí estás―escuché su particular voz, una sonrisa se formó automáticamente en el rostro―pensé que ya no llegabas―sus brazos me rodearon de manera repentina. Apoyé mi frente contra su pecho, su peculiar aroma entró en mis fosas nasales. No sé por qué pero su aroma me recordó a mi Cris, pobrecito mi bebé, solo espero que haya pasado una buena noche y que no me haya extrañado, ya no iba a poder arroparlo en las noches cuando se destapaba, tampoco iba a poder escuchar sus regaños cuando no quisiera despertar en las mañanas, tampoco iba a poder ver su nariz arrugada cuando el ejercicio de matemáticas no le salía. Ay no, quiero volver, lo extraño mucho.

―El avión se atrasó un poco―dije. Luego se me escapó un sollozo, mierda, no me había dado cuenta que estaba llorando.

― ¿Emmyboo qué es lo que sucede?―preguntó el Ale, separándome un poco de su abrazo para poder ver mi cara. Acarició mis mejillas con suavidad y quitó las lágrimas, aunque estas volvieron a caer.

―No sé, extraño Chile, a mi familia y a mi casa―él me apretó contra su pecho y acarició mi cabello.

―Ay Emmy, yo sé, me pasó lo mismo la primera vez que me fui lejos, es difícil, pero ya verás que todo estará bien, además me tienes a mí, no estarás sola―eso no era verdad, yo sí estaba sola en este país, puede que antes fuéramos algo, pero ya no, solo éramos dos extraños. Ni siquiera sé por qué le pedí que me viniera a buscar, nunca debí haberlo hecho...

―Yo...―me separé de su abrazo y me limpié bruscamente las lágrimas, no quería llorar frente a él, no quería que me viera vulnerable― ¿por qué mejor no me llevas a la Universidad? Por favor.

―Está bien, a ver déjame llevarte esa maleta―agarró mi maleta sin que yo pudiera protestar y comenzó a avanzar con ella. Lo seguí hasta su auto, el cual estaba estacionado afuera, él subió mi maleta en el portamaletas yo me quedé ahí parada ¿Dónde me subía? Me sentiría rara subiéndome en el asiento de copiloto. Él se subió al asiento del piloto, y luego abrió la puerta del copiloto―Emilia súbete―dijo. Asentí y me subí, me puse el cinturón de seguridad y luego él hizo andar el auto. Era raro estar en el lado izquierdo del auto sin estar manejando, yo sabía que en el Reino Unido se manejaba del otro lado, pero igual se sentía raro, aunque se sentía más raro estar en un auto sola con el Alexis. Lo miré, él me miró― ¿Qué me miras Emmy?―preguntó.

Te siento || Alexis SánchezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora