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―Mamá, mamá despierta, despierta―escuchaba decir a una vocecita, no quería despertar, tenía mucho sueño―Mami yapo―ay señor, esto era lo malo de tener un hijo que ni siquiera cuando crecían te dejaban dormir. Abrí mis ojos, él estaba encima de mí mirándome muy emocionado.

― ¿Qué pasa Cris?―pregunté con la voz rasposa.

―Ven conmigo―me tomó la mano y me tiró. Suspiré y me puse de pie con él. Señor. Me dolía la cabeza, pero de igual manera lo acompañé. Me llevó hasta la ventana―Mira está nevando mami, yo nunca había visto nevar―le sonreí. Sinceramente yo tampoco, nunca había visto nevar― ¿Crees que tendremos una blanca navidad?―sus ojos brillaban con emoción.

―Ojalá bebé, me encantaría que fuera así―siempre mi sueño fue vivir en un país del hemisferio norte para tener una blanca navidad, en Chile era todo lo contrario siempre hacía calor para esa fecha, era muy aburrido.

―A mí igual mami―dijo―Oye vamos afuera, quiero ir a la nieve.

―Pero Cris debe hacer mucho frío allá afuera, te puedes resfríar―él hizo un puchero, no me podía resistir a él haciendo puchero y poniéndome esos ojitos.

―Porfis, porfis mami, quiero ir a la nieve―sonreí. Ay señor, mi corazón se derretía con esa carita, y él lo sabía, sabía cómo comprarme.

―Bien, vamos―pegó un grito de emoción que probablemente si hubiésemos estado en nuestro departamento en Antofa habría despertado a todo el piso, pero la casa del Alexis era tan grande, que probablemente nadie lo había sentido―pero abrígate no quiero que te resfríes.

Nos abrigamos para salir a la nieve, probablemente hacía demasiado frío afuera y acá no lo sentíamos porque había calefacción central. Antes de salir de la pieza miré mi reloj y eran las seis de la mañana. Ay señor solo por lo mucho que amo a mi hijo despierto a esta hora...

Salimos de la pieza, bajamos las escaleras y luego salimos al patio de la casa, donde el suelo estaba lleno de nieve, mi hijo ni siquiera esperó ni un segundo y se tiró a la nieve, ¡Ay este niño!

― ¡Me encanta la nieve, mamá!―exclamó con una sonrisa de oreja a oreja adornando su rostro. Sonreí. Que daría yo porque nunca esa sonrisa se borrara de su rostro...

―A mí igual―me agaché y formé una bola de nieve, luego se la lancé, le pegué en el brazo.

― ¡Mamá!―me gritó. Puse cara de inocente―eres mala―dijo. Luego él agarró un poco de nieve entre sus manos y me la lanzó. Me pegó fuerte en la guata, niño malo.

―Ya verás―dije desafiante. Agarrando otra vez nieve entre mis manos. Empezamos una mini guerra de nieve entre los dos.

Los dos nos estábamos tirando bolas de nieve hasta que unos ladridos nos sobresaltaron, eran el Atom y el Humber desde el balcón quienes nos ladraban.

―Son tan lindos―dijo el Cris. Sonreí, en verdad eran hermosos―Odio ser alérgico a los perros―le di una media sonrisa, pobre de mi bebé, cada vez que estaba cerca de ellos empezaba a morir y tenía que darle antialérgicos y ponerle inhalador.

― ¿Qué hacen ahí tan temprano?―escuchamos la voz del Alexis, luego salió por el balcón, estaba solamente en calzoncillos, ¿Cómo podía salir así al frío? ¡Ay este hombre!

― ¡Papi!―gritó el Cris casi rompiéndome el tímpano―.Ven a jugar a la nieve con nosotros.

―Voy en un segundo, no se muevan, espérenme ahí―sonreí. Hasta el momento, los pocos días que llevábamos ahí el Alexis se había comportado como un papá ejemplar, complacía al Cris en todo, absolutamente todo, tanto que me siempre me hacía sentir como la mala de la película, porque quería comprarle mil hueás y yo no lo dejaba, también porque le permitía hacer lo que quisiera y yo obviamente ponía las reglas―Ya llegué―llegó en tiempo récord, nunca lo había visto vestirse tan rápido, normalmente se demoraba caleta, a veces era peor que mina― ¿Qué estaban haciendo?― ¡PAM! Una bola de nieve impactó su rostro, cayéndole boca dentro de la boca. No me aguanté la risa y el Cris tampoco. Su puntería había sido perfecta.

Te siento || Alexis SánchezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora