No debes de comer demás en navidad o tendrás dolor de estómago

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Narra Gintoki

Un año más estaba por terminar, a unos días de que fuera el año nuevo. Una de las señales que indicaban que pronto se acercaría la fecha era que en dos días seria navidad.

No era una fecha que fuera de mi agrado, para mi toda esa festividad era para que la gente gastara dinero.

Pero para mi desgracia ahora que tenía pareja debía caer en las redes del consumismo necesario, ya que aquí en Japón la festividad navideña era un San Valentín dos punto cero, debido a que en este lado se celebraba con amistades o con la pareja,

Kagura se iría a casa de Kamui, donde celebraría junto a sus amigos, mientras que yo me quedaría en casa junto a Sadaharu y Hijikata.

Como sabíamos que sería un caos estar afuera, optamos por qué prepararía algo de cenar, antes de que Toshiro llegará y usará sus pésimas culinarias en mis platillos.

Él se encargaría de traer el pastel y la bebida.

—listo y ni se te ocurra acercarte a la comida, no me vas a hacer lo mismo que en el cumpleaños de Kagura.

Cuando fue su cumpleaños preparé pollo frito, pero al final tuve que encargarlo del KFC, a causa de que Sadaharu se llevó mi obra maestra.

El can solo me observa ignorando mi advertencia.

A la velocidad de la luz tomó una ducha y al mismo tiempo estoy alerta de que no se coma la cena.

Una vez bañado y vestido me pongo a acomodar un poco, justo en ese momento llega Hijikata con bolsas en su mano.

—Me estoy congelando, hace demasiado frío, además de que la ciudad es un caos.

Deja sus zapatos en el genkan y su chamarra en el perchero, me da un beso para luego encaminarse a la barra de la cocina donde deja las bolsas.

—¿cocinaste sin mí?

—sabes que a nadie le gustan tus gustos culinarios, así que evitamos que te acerques a la cocina.

—Que cruel eres, ¿y Kagura? Pensé que estarían aquí los dos intentos de tortolos.

—Soyo organizó una fiesta en el departamento de Kamui, creí que te había dicho Oshiro kun.

—Okita no me dice nada de su vida, me sorprendió que me haya hablado sobre que el abogado de Mitsuba requería su presencia.

—Kagura me contó, ¿Qué sucedió después?

—Nos reunimos aquí en Tokio, era para notificarle que ya puede tomar posesión de la casa de su madre en Osaka.

—Entonces si se irá a Osaka.

—aún no sabe, hasta que presente el examen y le den los resultados.

Luego de cenar nos pusimos a ver una película o eso me encantaría decir, porque pasamos de estar viendo películas navideñas a continuar con la fiesta en mi cama.

Narra Kagura

Me encontraba en la casa de mi hermano llenando tres piñatas con dulces japoneses y dulces mexicanos.

—oye Okita deja de ponerle fruta a esa piñata.

—déjame hacerlo será genial ver cómo le cae una mandarina a Shinpachi, a Yamazaki o mejor aún a Kamui.

—¿de dónde sacaron dinero para comprar fruta? —

—no te preocupes Kyubei no gastamos ni un peso en ella, el hermano de Soyo fue el patrocinador.

Aquí en Japón era un lujo adquirir fruta y más en gran cantidad.

Hace poco en la clase de Geografía Mutsu nos contó de algunas tradiciones de Latinoamérica y una de ellas las piñatas en donde antiguamente eran de frutas, y ahora de dulces y juguetes, y aprovechando que acumule demasiados dulces de los paquetes que me daba mi dealer de dulces mexicanos de confianza y de los que reunimos en Halloween, más algunos que compramos; y sobre todo la fruta que en un principio era para acompañarla mientras estábamos en el kotatsu, sin embargo, al final optamos por eso.

Las consecuencias de una tarde lluviosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora