No todos los opuestos se atraen

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Narra Gintoki

A veces no comprendía en que momento me llegue a enamorar de ese idiota adicto a la mayonesa que siempre se la pasa regañando a los estudiantes que tengo como alumnos adolescentes.

Desde que lo conocí en la universidad siempre solía discutir con él, no sé qué le discutía si éramos tan similares, solo que él sí puedo considerar a alguien como su familia.

Los rayos del sol iluminaban la habitación, una habitación que no era mía, esperen me había quedado con el adicto a la mayonesa.

Me giro y lo primero que encuentro es a él a mi lado en la misma cama, él estaba ahí de espalda, como el maldito podía dormir tranquilamente sabiendo que estaba yo en su cama, en su habitación, en su departamento y en su vida. En eso se da la vuelta, demonios ya había despertado el me mira con su cara de pocos amigos para luego cambiar su semblante a uno sonriente, yo era el único que podía tener ese privilegio.

—buenos días shiroyasha—saluda

—sabes que no me gusta que me digas así mayora —protesto

El me beso que claramente correspondí, nunca entenderé porque me encantaba esto, vaya que idiota que soy, estuvimos besando por un buen rato, hasta que escuchamos como la puerta principal se cerraba.

Me levanto de la cama para vestirme, un vestido salgo de su departamento. Tomó la motocicleta que dejé en el estacionamiento y me dirigo a casa para recoger a Kagura y de paso cambiarme.

Al llegar me percato que sigue aún dormida.

—oye Kagura que no piensas ir a la escuela.

—Si es lo mismo que digo, por cierto qué hora es.

Kagura se estira mientras que yo saco mi celular de los bolsillos para ver la hora.

—Son las siete y media.

—¡siete y media!—gritamos ambos

Ambos fuimos a nuestras respectivas habitaciones. Comencé a cambiarme, me puse una camisa blanca y unos pantalones de mezclilla.

—Kagura esta lista—dije

—si—dijo

Ambos nos subimos, después de unos cinco minutos llegamos, ella se fue a su salón y yo fui a dar clases de inglés a los de primer año, temía que me encontrara con la bruja, por suerte no la encontré, desde el segundo piso se escuchaba los gritos de Kagura, genial de nuevo discutía y el aparecería, no tardé menos de dos segundos en invocarlo para que para que Kagura dijera lo que hacía con Hijikata, por suerte Hijikata la calmo.

—bien clase continuemos—dije

La clase continuó, después me dirigí a mi clase. Caminaba por los pasillos, habían terminado las clases los chicos iban a los club, a jugar vídeo juegos o a perder tiempo por ahí, en eso me encuentro con Hijikata.

—Hola Hijikata.

—Kagura se volvió a meter en problemas.

—si ya me di cuenta—dije

—no me digas que toda la discusión se cucho hasta el segundo piso.

—Si Kagura tiene unos buenos pulmones.

En eso me roba un beso, como odiaba eso pero al mismo tiempo hacía que me encantaba de él.

—Hijikata nos pueden ver, no ves que estamos en medio del pasillo.

—sí mamá—dijo

—cierto sone como madre preocupada.

Me despedí de él y entre a la sala de profesores por suerte también estaba Mutsu y Katsura sino terminara como la ocasión que Hijikata y yo estábamos solos y al final yo resulté con un maldito dolor de caderas.

Las consecuencias de una tarde lluviosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora