Corazón roto

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Narra Kagura

Hace tan solo cinco días para ser exactos, desde el catorce de febrero he estado sin ir a la escuela desde el martes, y cuál es la razón, ni yo misma lo sé, pero todo comenzó el día diez.

Hoy era la clase de cocina la cual era impartida por la profesora Ketsura Ana.

—muy bien chicas, las he reunido solo a ustedes para que aprendan a hacer chocolate para el día de San Valentín.

No entendía el porque me quedé, si hace un año tras escuchar todo eso me salí y fui a dormir a un árbol. Pero ahora opté por continuar en la clase.

Comenzamos a preparar todos los ingredientes necesarios, la maestra revisaba todo para ver si no nos equivocábamos.

—oh Kagura, me sorprende que estés aquí, hace un año te saliste de la clase, ¿acaso estás enamorada?

Sus palabras me cayeron como si me hubiera caído un luchador de sumo, yo ¿enamorada?, la imagen de la cara de muñeca vine a mi mente. Alejo ese pensamiento de mí, ¿Por qué mierda se me vino a la mente él?

Quise golpearme contra la barra de cocina, Soyo vio mi reacción y decidió hablar.

—a mi igual me sorprende que nos haya acompañado, acaso será una señal del fin del mundo—dice Soyo en tono de broma

—no es eso, quiero comer mi propio chocolate—miento

—me alegra que te nos hayas unido este año.

La clase termino, pero una parte de mi quería hacer el chocolate para ese idiota, y otra que quería golpearme por idiota.

Había llegado el lunes, durante el final de la clase decidí hablar con las chicas.

—quiero regalar un chocolate—susurre

—¡¿qué?!—gritaron las tres

—gracias por dejarme sorda chicas.

Les expliqué mi situación, ellas cada vez me miraban sorprendidas. Soyo se acercó al escrito, para después subirse.

—Atención chicas, como mañana ya saben que día y ese evento trajo algo inesperado, por lo cual he decidido invitarlas a mi casa hoy para que hagan ya saben que.

Las clases terminaron, todas nos dirigimos a la casa de Soyo o más bien mansión, todas se sorprendieron al ver la inmensa mansión que tenía la familia de Soyo.

—síganme, por favor—dijo

Llegamos a su enorme cocina que parecía a la cocina de un restaurante de cinco estrellas. Soyo nos asignó a cada quien un lugar, para hacer los chocolates, las chicas me ayudaron un poco.

—oh lo lamento chicas me tengo que ir a trabajar—dijo Taiga

—sí, nos vemos mañana—gritamos todas

Después de un rato, terminamos, guardamos los chocolates en el inmenso congelador.

—muy bien chicas ahora quiero que me ayuden con otro asunto—me señala

Genial nuevamente sería su conejillo de indias.

Me levanté a las seis de la mañana para ir a casa de Soyo, una limosina ya me estaba esperando.

—buenos días señorita Sakata—saluda al mayordomo

—hola Sebastián—dije

Aunque ahora que lo recuerdo él se llama Yusuke, pero ahora le decía de esa forma.

Las consecuencias de una tarde lluviosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora