Capítulo 11

187 16 11
                                    

Llegué a la escuela más rápido de lo habitual, me marché de casa sin desayunar. Al entrar espere a Evan cerca de su casillero. A mi lado estaban tres chicas, sé que son amigas de Lindsey. Estas hablaban sobre chicos, zorras no tienen nada interesante de que hablar. Imaginé como sería ver de nuevo a Evan lo que me hizo dar mariposas en el estómago.

No sé la verdad cómo reaccionaría al tenerlo de cerca. Estaba ansiosa por verlo, estos días sin él habían sido opacos y tristes. Él clima se había compadecido de mí y también habían sido lluviosos y fríos. Una de las chicas que hablaba a mi lado menciono un nombre que me hizo darle toda mi atención, Evan.

La miré de inmediato, esperando que tenía que decir cuando empezó hablar

- Ayer me llamo en la noche, ¿Pueden creerlo? Fui a su casa y la pasamos de maravilla. Santo Dios ese chico sí que es sexy,- Dijo mordiendo su labio inferior.

Al terminar sus palabras sentí un nudo en mi garganta. Me dieron nauseas imaginar lo que paso entre ellos. Y todo, absolutamente todo se había vuelto una punzada en mi pecho. Suspiré profundo y fue en ese instante que lo vi acercarse por los pasillos, estaba distraído, seguramente no me vio. Salí corriendo, con la vista nublosa intentando buscar a Jaz o Abel.

Entré a la clase, que para mi suerte era matemáticas. Hoy el universo estaba en mi contra. No encontré a mis amigos en ninguna parte, así que mejor espere en el aula a que llegaran los demás. Me senté y las lágrimas empezaban a salir de mis ojos. Con fuerza me las quitaba con los dedos, no quería que los demás notaran mi estado.

Evan resulto ser como los demás chicos populares. Y si, aunque él nunca sabrá yo empezaba a sentir cosas extrañas por él. Es que era lógico desde un principio, Sólo con mirarme a un espejo me daba cuenta que una chica como yo, nunca le llamaría la atención a un chico como él. Mientras yo me moría por verlo él estaba pasándola de maravilla con otras chicas, sin importar nada.

-Señorita Lewis, ¿Quiere pasar al frente?- Preguntó el maestro al notar que no le estaba prestando atención a su clase.

- Si. - Dije en voz baja y llegué hasta donde el profesor. Para poner las cosas peores el ejercicio era de Álgebra, ¿Que hice para merecer tan mala suerte?

Cerré mis ojos y fue cuando deje soltar todo lo que tenía acumulado en un suspiro y analicé el ejercicio. Se veía difícil, pero no era imposible. Vamos, que Evan no te dañe hasta tus calificaciones- Pensé. En unos minutos había terminado el ejercicio. Después de todo no estaba tan mal como pensaba. Evan no me iba a jugar más malas pasadas y eso me lo prometí desde el momento que el profesor me felicito ya que el ejercicio estaba bien realizado. Gracias al cielo al fin me pasaba algo bueno hoy. Con una falsa sonrisa me senté en mi asiento. Ahora tenía la atención de todos los de la clase. Por lo visto este día iba a ser muy largo.

Llamé a Jaz y Abel después de clases. Necesitaba a mis amigos, ahora más que nunca anhelaba un abrazo, que calentara el frío que sentía mi corazón. Siendo realistas la única persona que lo podía curar era la misma que me lo ocasiono. Al parecer mis amigos tenían que hacer cosas más importantes.

Me senté en el sofá a ver televisión. Lo deje en un canal infantil, aún con dieciséis me encantaban las caricaturas. Escuche el timbre sonar a los diez minutos de estar sentada y con un gesto de confusión abrí la puerta, ya que no esperaba a nadie.

Tragué saliva al ver quién era. Liam, el chico de la fiesta y de la motocicleta.

- Hola Liam- Salude amablemente aún en mi confusión.

- Hola.- Dijo entrando a mi casa. Así de la nada, sin preguntar.

Nos sentamos juntos en el sofá, y ya yo estaba nerviosa. Miró en silencio el canal que tenía en la tele. Seguro pensará que soy una niñata por ver esos canales.

Mi Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora