Capítulo 28

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Su voz suele tomarme por sorpresa, su melodía es como esas canciones que te sobresaltan. De esas que despiertan en ti esa sensación de querer moverte y cantar.

Una sensación, que logra mejorarte el día.

Ahí estaba él, sentado en un pequeño muro. Me sonrió, aunque era una de esas sonrisas fingidas que en el fondo guardan melancolía.

Yo por mi parte me encontraba sonrojada. Soy muy sensible para eso, y cualquier cumplido podía delatarme.

-Seré breve. Dije que en cuanto te demostrara que no era anónimo me alejaría de ti, y en general suelo ser un hombre de palabra. Por eso quiero despedirme. -Confesó poniéndose de pie.

Lo miré a los ojos. Me sentía inútil por saber lo que había provocado. Yo quería a Manuel, no como una pareja, pero si como alguien especial. Él me presto su pecho en los momentos que necesitaba llorar, y a aparte había resuelto el misterio de anónimo. Es un buen amigo, y el solo hecho de saber que él está cerca puedo sentirme segura.

Él se puso de pie y se acercó hasta quedar muy cerca de mí. Me abrazó fuerte, como si fuera su salvavidas. Me estremecí al sentir su respiración en mi oreja, pero no deje de abrazarlo.

Al separarnos, le susurré.

-¿Y qué pasa si quiero romper el trato? Manuel, no quiero que te vayas.

-¿Estás segura?

-Sí, más que segura. Eres como un ángel para mí, eres mi ángel guardián. Y los ángeles guardianes no abandonan a la persona que protegen. Me deje llevar por el amor y te hice daño. No sabes lo que me atormenta el hecho de haber pensado mal de ti. ¿Me disculpas?

-Claro que sí-Me sonrió y luego vino un momento incómodo.

Nos miramos en silencio. Yo en verdad me sentía extraña por la forma en la que me miraba. Sólo quería que dejara de hacerlo, así no estaría más incómoda.

Se me ocurrió poner conversación, quizás así dejaría de mirarme

-Se me hace tarde y le tengo preparada una cena de bienvenida a mamá. Ya salió del hospital, por si deseas ir a visitarnos.

Le di mi más sincera sonrisa y cuando pensaba que ya todo estaba bien y podía irme, Manuel me detuvo del brazo

-Espera-Y sin darme tiempo de reaccionar, unió sus labios con los míos.

Empezó a besarme, y por raro que parezca lo correspondí.

Me sentía algo incómoda, pues desde hace varias semanas no besaba otros labios que no fueran los de Evan. Ya me había acostumbrado a ellos, y justo ahora los extrañaba. Manuel no besaba mal, pero sin duda ningún chico le ganaba a Evan. Además no salía del asombro, no pensé que Manuel fuera capaz de besarme.

Pensé en lo mal que había sido permitir que me besara. Esto podía cambiar nuestra amistad ahora que eran claras las intenciones de Manuel y obviamente yo no quería que eso pasara. Además por más que lo negara, aún amaba a Evan.

Por lo que decidí detener el beso.

Pero aunque nuestros labios ya no estaban juntos, él no quiso apartar nuestras frentes. Nuestros alientos se mezclaban y nuestras narices chocaban.

-¿Qué fue eso? -Corté el silencio.

-Algo que quería hacer desde hace mucho tiempo. Te digo algo, ahora puedo morir feliz.

Y me sentí mal. Siempre quiero que las personas que me rodean sean felices, pero la felicidad de Manuel implicaba la mía. Quisiera corresponder los sentimientos de Manuel, sé que son sinceros y que es un buen chico, pero tengo el corazón recogido y hasta ahora no puedo sacar de mi mente el recuerdo del maldito de Evan.

Mi Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora