Capítulo 16

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Lo miré atónita. ¿Acaso era consciente de lo que estaba diciendo?

-¿Estás hablando en serio?

-Nunca he dicho algo tan serio. Amanda, no sé cómo paso. Ahora ya no la veo como mi mejor amiga, sino como algo más. Cuando está muy cerca mis manos se vuelven frías y comienzo a sudar. Me quedo mudo cuando se aproxima, parezco un idiota. Todo de ella me atrae, hasta lo que llama "sus defectos". No sabía lo que sentía hasta ahora, es la primera vez que le digo al mundo que la amo.

En realidad, la verdadera razón por la que falte una semana a clases fue por una pelea que tuve con Chris. Lo enfrenté en el bar que suele ir. Le grité toda la escoria que es y le deje claro que Jazmín merece algo mejor que él.

Para mi desgracia él no estaba solo y después de un golpe que le di justo en la nariz, sus amigos se encargaron de golpearme brutalmente. No quería que ustedes me vieran en ese estado y empezaran a preguntar que me había ocurrido. Porque si hubiese sido así, Jaz se habría enterado de la verdad.

Ahora está enojada conmigo y supongo que contigo también. Y me jode que este mal y que no pueda ayudarla. Sólo quiero abrazarla y hacerla sentir amada.

Asentí cuando termino de hablar. Sabía que Abel era cursi, pero su discurso había sido muy conmovedor.

-Ven aquí-Le tendí mis brazos para abrazarlo-Puedes contar conmigo, mejor amigo-Murmure en nuestro abrazo.

**

-Hija, levántate. Ya es tarde-Escuche decir a mamá mientras me daba pequeños golpecitos en el brazo.

-¿Qué hora es?-Dije incorporándome en la cama.

-Las once y media. Es suficiente, te espero abajo para desayunar.

Se levantó de la cama y cerró la puerta. En cuanto lo hizo pude recordar lo que había pasado anoche. Pero, por ahora no quería malos recuerdos, así que decidí pararme de la cama y tomar una ducha relajante para despejar la mente.

Me coloque un suéter rosa y unos jeans ajustados. El día estaba frío y no tenía planeado salir de casa.

Al bajar un agradable aroma a comida invadió mi nariz. Cerré los ojos, disfrutando del exquisito olor, pero al abrirlos me encontré con una inesperada escena.

Evan le ayudaba a mamá a servir el desayuno.

Repito, Evan estaba sirviendo el desayuno. ¿Pero qué Diablos?

-Hija, ya estás lista. Ven y toma asiento. Mira que hoy tenemos un invitado.

-Evan, ¿Qué haces aquí?-Cuestione por el asombro. Más vale que mamá no le haya dicho nada para avergonzarme.

-Resulta, que una señorita no contesta mis mensajes y mucho menos mis llamadas. Como ayer no te traje quería saber si habías llegado bien a casa y bueno, al ver que no tenías señales de vida, decidí venir asegurarme si estabas bien.

Awww, eso había sonado tierno.

-Es un lindo gesto de tu parte, pero no tengo teléfono. Se me olvido contarte que me robaron mi bolso en una cafetería. -Conteste al probar el primer bocado de comida. Mm se sentía tan placentero, ya estaba agonizando del hambre.

-Espera ¿Qué?-Respondió atragantándose con la comida.

Reí ante la situación. Su cara estaba roja, y ni hablar de su expresión.

-No te rías. Además casi me matas de un susto, ¿Te hicieron algo?

-Por suerte no.

Al terminar el desayuno, mamá nos dejó solos para hablar.

Mi Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora