Capítulo 49

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Me encontraba en mi cuarto, había llegado recién del instituto. Como buen viernes, tenía un plan con mi novio. Esta vez sería aprender a manejar su motocicleta, un reto para mí que había querido experimentar prácticamente desde la primera vez que nos hicimos novios.

Venía a buscarme a las cinco y media y ya eran las cuatro. Sabía que tenía algo muy importante que hacer y que me llenaba de intriga, antes de irme a emprender mi aventura.

Me senté en la cama con mi mochila. Saqué el sobre y decidí abrirlo. Puede sonar a locura, pero yo me moría de curiosidad por saber que había adentro. De todos modos tenía planeado presentar ese sobre como prueba en su contra, lo podría demandar otra vez.

Abrí el sobre con mucho cuidado. Al hacerlo, me encontré con una nota, escrita en caligrafía, muy bonita de hecho.

¿Y si esa es la letra de Christopher? Ok, Sí era así, entonces la letra no es para nada buena. No lo puedo halargar.

Sin más rodeos, comencé a leerla;

Mi querida Amanda, soy yo, Christopher. No he querido presentarme como anónimo, porque después de todo tú y yo sabemos claramente cuál es mi verdadera identidad. Sé que al empezar a leer esta carta te harás muchas preguntas sobre él por qué de mí mensaje. Quiero aclarte de una vez que el motivo principal con el que te escribo es para tener tranquilidad. Se ha vuelto una tortura para mí estar encerrado y no poder decirte cuál era la razón detrás de todo lo que te hice y pasó.

Sé que soy un ser lleno de imperfecciones, no tengo compasión con nadie y es más, disfruto ver como puedo controlar las emociones de otros. En especial las tuyas.

Tuve una infancia traumante, sufrí de los maltratos y abusos de mi padrastro. Yo era tan sólo un niño indefenso, que veía la vida de otra manera, mis pensamientos eran inocentes antes de que ese bastardo arruinara mi vida.

Un día, siendo todavía un niño, iba caminado solo, sin saber a donde ir.  Tenía golpes en mi abdomen, me había marchado de casa a llorar en otro lado, porque si mí padrastro me veía llorando la golpiza sería aún peor.

Lo importante aquí es, ese día, vi por primera vez al amor de mi vida. Era una niña de más o menos mi edad, me llamaba la atención su melena rubia. Ella tenía un helado en sus manos e iba caminado en mi dirección contraria. Entre más se acercaba, más hermosa me parecía. Era sin duda la nena más preciosa que he visto en toda mi vida.

Ella se fijó en mí y notó mis lágrimas. De inmediato ella hizo un gesto de preocupación y se acercó a mí.

-¿Te encuentras bien? -Fue lo primero que me preguntó.

Yo sólo negué con la cabeza. Ella, me tendió su helado.

-Pienso que para los días tristes no hay mejor medicina que un helado de chocolate.  Toma, lo necesitas tú más que yo.

Se lo recibí, pero de inmediato me arrepentí y se lo quise devolver, sin embargo, ella se negaba.

-Tranquilo, yo le diré a mi madre que se me he caído en el camino y me dará más dinero. Puedes quedártelo, no hace falta que me lo devuelvas. 

Ella me seguía sonriendo. Mientras yo, joder era un pequeño maravillado por la generosidad, dulzura y belleza de una niña.

Para ese entonces yo era muy tímido, así que no pude decirle más que un simple gracias.

Cuando se marchó, disfruté del delicioso helado. Efectivamente, ese helado mejoró mi día. Pero no sólo fue eso, también fue la imagen que tenía en mi memoria de la niña. Por días no paraba de pensar en ella, y aún siendo un niño, empecé a enamorarme.

Mi Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora