Capítulo 27

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Con las manos esposadas, la ropa con manchas de sangre y un corazón hecho pedazos, iba yo sentada en el asiento de atrás en una camioneta de policía, que al parecer me llevaban para algún cuartel de policía.

En unos instantes vi como ambulancias llegaban y los paramédicos iban a sacar los cuerpos sin vida  de mis amigos, pero antes recogieron el de Amelia.

En el momento en que la camioneta arrancó, sentí una punzada en el pecho y un nudo en la garganta, esos eran elementos que provocaban que de mis ojos salieran un par de lágrimas que bajaban por mis mejillas y en unos segundos empecé a sollozar levemente y en silencio.

***

El Coronel de la policía, seguido por el oficial García y demás civiles, fueron al lugar de los hechos. Aquel hombre uniformado de alto rango salió desesperado del vehículo buscando a alguien que le diga algo sobre su sobrina.

-Coronel Jiménez, ¿como está?__ Preguntó un civil que se le había atravesado.

-Preocupado por ahora ¿en donde están las víctimas?__ preguntó con rapidez.

-Mejor valla con el forense para que le explique.

El Coronel asintió y fue hacía el forense, el cual salía de la casa con una expresión fría en su rostro.

-Hola, disculpe pero.. ¿han encontrado a mi sobrina?

-¿Cual es el nombre y la descripción de su sobrina Coronel?

-Patricia Jiménez, ella es rubia y de piel clara.

El forense solo dejo salir un suspiro de decepción y se dirigió mirando directamente a los ojos del Coronel.

-Lo lamento mucho, pero ella fue asesinada. Acabo de mandar a sacar su cuerpo el cual le habían amputado la mitad de uno de sus brazos__ Dijo fríamente.

En ese momento aquel hombre sintió como algo dentro de él se había roto, obviamente no quería llorar delante de todos, pero algo dentro de el le exigía hacerlo.

El hecho de haberle fallado a su hermano, hizo que se sintiera aún peor. El Coronel se sentía en una atmósfera de dolor e impotencia al la vez. El pasaba una mano por su cabello y su boca parecía no responderle para formular alguna palabra.

El forense se retiró porque tenía trabajo que hacer y dejó al coronel parado y con la mente pérdida en la nada.

-Leonardo ¿encontraste o supiste algo sobre Patricia?__ Preguntó el Oficial, mientras ponía una mano en su hombro.

El Coronel se dio la vuelta para verlo de frente y el oficial se encontró con una versión de su amigo nunca antes vista.

En su rostro tenia el ceño fruncido, una mirada enrojecida y un rostro lleno de frustración. De inmediato Mauricio supo lo que significaba y le dio un abrazo de consuelo a su amigo.

***

Un día después, cuando me sacaron de aquella celda, me llamaron para que regresara a Santo Domingo y allá hacerme un par de preguntas sobre lo sucedido recientemente.

Unas cuantas hora de viaje, sin dirigirle la palabra a algún civil fue suficiente para solo navegar en mi conciencia ¿Que pasará conmigo? ¿tratarán de sacarme respuestas para descubrir quién asesino a mis amigos? Jamás creeran lo que sucedió realmente, y es algo lógico, hasta podrían catalogarme de loca.

Estando en Herrera, al momento de desmontarme del vehículo, los uniformados me ayudaron a bajar de la camioneta y me llevaron a encerrarme a una celda. Yo me movía constantemente y vociferaba cosas para que me dajaran ir, pero solo recibí a cambio su ignorancia.

Estaba sentada sobre el frío suelo de concreto, sentada en una esquina hecha un ovillo, cuando el Coronel Jiménez se hizo presente carraspeando un poco su voz, fue inevitable no alzar la vista al escuchar el ruido de las pisadas que hacía con sus botas.

-Buenas tardes señorita Minaya. Vine a informarle que se les fue avisados a sus padres que usted está aquí, pero que no saldrá, al menos no por ahora__ Sentenció con tono frío en su voz ronca.

Yo Asentí con dolor, pero por lo menos mi familia sabe que estoy bien.

-¿Por qué me tienen encerrada Coronel?__ Pregunté con la voz rota de dolor.

Aquel corpulento hombre soltó un suspiró y contestó:

-Eres la principal sospechosa de la muerte de mi sobrina y los demás jóvenes.

En ese momento abrí los ojos como platos y me puse en pie rápidamente para dirigirme cara a cara con el a través de los barrotes.

-¿¡Acaso usted me ve cara de haber asesinado a mis amigos!? ¿¡usted cree que soy una asesina!?__ Dije alterada y con lágrimas saliendo desbordadas de mis ojos.

-Eso no sé. El cuchillo que estaba al lado del cuerpo de Ricardo Moreno, se encontraron tus huellas digitales señorita Minaya__ Afirmó seriamente.

-Yo saque ese cuchillo de su cuerpo para salvarlo__ Dije entre dientes y con rabia.

-Eso lo averiguaremos después, así que con su permiso me retiro del lugar__ Dijo mientras se marchaba con ambas manos sujetas en su espalda y haciendo eco con sus duras pisadas.

-No lo puedo creer, esto debe de ser una broma. ¿Como me pueden acusar de algo que no hice? ¿Cuando yo mataría a mis amigos o tendría el valor de hacerlo? Dios ayudame __ Pensé mientras me hechaba a llorar una vez más.

Ya me dolian los ojos de tanto llorar, y si de algo estoy segura es que tengo una apariencia horrible. Como me gustaría recibir la visita de uno de mis padres, o de ambos en este momento.

No puedo creer que pasaré la vida detrás de una celda por un crimen que no  he cometido, solo de pensarlo siento mi corazón oprimido ¿Como será la vida sin Amelia y Ricardo? ¿A quién le pediré consejos? El mundo se derribo sobre mí... creo que debi haber muerto con ellos. Le prometí a Ricardo que pase lo que pase, no lo iba a dejar morir, pero falle, ni siquiera pude salvar a mis amigos, una maldita pesadilla me había advertido que los perdería, y me odio a mi misma por haberme quedado callada, creo que pude haberlo evitado, pero fui egoista al guardar silencio de algo tan serio, y talvez Ricardo me hubiera escuchado, pero ya no sirve de nada arrepentirse, y solo tengo el presentimiento de que esto no va a salir nada bien de ahora en adelante en mi vida.

Asesinatos en el Km 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora