Capitulo 16

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Llegué a mi habitación, cerré la puerta de un portazo y me tumbé en la cama boca bajo. ¡Arg! ¿Cómo podían ocurrirme tantas cosas en un solo día? Y por si no faltaba poco, no estaba sola.

-¿Cuándo has llegado?- Me dijo un Rubén en calzoncillos.

-Acabo de llegar.- Respondí sin levantar la cara de la almohada.- ¿Me dejas en paz? Estoy cansada y bastante cabreada.

-¿Qué te ha pasado?

-Nada.

-Ya claro...- Noté como se acercaba a la cama y se tumbaba al lado mía.- ¿Qué ha pasado?- Me quitó el mechón de pelo, que tapaba la única parte de mi cara, que no estaba cubierta con la almohada y me miró fijamente.

-¿Desde cuándo te importa lo que me pase?- Dije nerviosa por su cercana posición.

-Desde que te vi las lágrimas anoche.- Se acercó un poco más a mí.

-No sé de qué mierda estás hablando, y ahora, necesito mi espacio personal.- Intenté apartarle, pero era muy fuerte. Claramente, ese era el día de acorralamientos.

-Sabes de lo que estoy hablando, lloras todas las noches.- Acercó su cara a mi mejilla, haciéndome notar su respiración.- Ya sé cómo eres, eres la típica que va de superficial porque ha sufrido y no quiere volver a pasarlo mal.

-Déjame en paz.- Giré mi cara en sentido contrario al que él se encontraba y solté una pequeña lagrima. Sabía perfectamente de lo que estaba hablando, y lo peor, es que era verdad.- Estoy cansada, quiero dormir un poco.

-Vale muy bien, duerme. Yo solo quiero ayudarte.- Se levantó de la cama y se dirigió a la terraza de la habitación.- Que sepas que ser fría y creída no te servirá de nada en un futuro. Ah, y te acabo de ver la lágrima.

En cuanto salió por la puerta, me la limpié corriendo. De pequeña, me prometí no llorar delante de nadie, y eso era lo que iba a seguir haciendo. Pero era verdad, solo me ocultaba por miedo a que me hicieran de nuevo daño.

Me desperté en mitad de la noche, no sabía cuánto había dormido, pero estaba sola. Salí a la terraza para tomar un poco el aire, sin embargo, me encontré con Rubén. Se encontraba mirando las estrellas, como si en ellas pudiese encontrar la respuesta a algo, como si en ellas estuviera todo. Observé la delicadeza de su piel a la luz de la luna; el verde de sus ojos, que se veía resaltado y con un brillo como de esperanza; su pelo, castaño y con ese corte que, desde mis primeros años tanto me había gustado, y un poco revuelto. Tenía que reconocer, que el chico era guapo.

-Oh, ¿cuánto llevas ahí?- Preguntó al verme junto a él.

-No mucho.- Me acerqué a él, y me apoyé en la barandilla mirando a las estrellas.- ¿Qué buscas entre tantos puntos?

-No busco nada, solo pienso, reflexiono.- Me miró a los ojos fijamente.

En un acto de valentía y locura, decidí contarle todo lo que me pasaba. Estos días me había demostrado, que a pesar de lo insoportable que era, podía ser un buen amigo.

-Yo... De pequeña, yo no era así.- Me miró sin entender.- Yo solía ser muy abierta, educada y cariñosa con todos. Adoraba a mi familia por encima de todo y hacía amigos fácilmente.

-¿Qué pasó para que cambiaras tanto?

-Tenía 8 años, por aquel entonces tenía una hermana. Éramos mellizas y nos queríamos muchísimo, sí, nos peleábamos, como todos los hermanos, pero a pesar de todo, nos queríamos incondicionalmente.- Noté una lágrima resbalar por mi mejilla y retiré mi mirada de nuevo al cielo.- Estábamos jugando en el jardín, cuando me encontré un caracol. Lo puse en un sitio donde le daba mucho sol, pero mi hermana, que estaba montando en bici, por no pisarla se calló mal y quedó parapléjica... Los médicos dijeron a mis padres que no se podía hacer nada, que se quedaría así por siempre, y ellos, por no tener el problema de una hija paralítica, la llevaron a un centro de niños de acogida con problemas en no sé dónde. No la he vuelto a ver, no sé nada de ella. Me enfadé muchísimo con mis padres por aquello, y decidí dejar de hablarles. Pero pronto me di cuenta, de que si seguía siendo así de buena, todos me harían cosas parecidas. Por eso me creé esta capa de superficialidad y frialdad. Temo que esas pocas personas en las que confío me hagan algo.

-Vaya... No lo sabía...- Agachó la mirada, creo que avergonzado.- Yo... Siento como me he comportado estos días atrás, he sido un completo gilipollas.

-No, perdóname a mí por ser así.- Me atreví a mirarle a los ojos y dibujé una pequeña sonrisa.

-¡Momento histórico! ¡Alex me ha obsequiado con una de sus hermosas y pocas sonrisas!- Dijo fuertemente, a lo que yo respondí con una pequeña carcajada y un pequeño golpe en su hombro.

-Gracias.- E hice algo, que pensé que no haría con Rubén. Le besé.

Dj 71Donde viven las historias. Descúbrelo ahora