Capítulo 37

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Subí a desgana al tren que me llevaría de vuelta a casa y me alejaría por completo de Rubén, la persona a la que amaba.

-¿Y el chico que siempre te acompaña? -Preguntó la secretaria preocupada.

-Nada, que se queda unos días más aquí en Barcelona. -Comencé a mentir ocultando la confusión que tenía- Le gusta mucho y quería hacer algo de turismo.

-Bueno, en ese caso, no podrá venir con nosotros a la gira fuera de España.

-Ya, ha decidido no venir. -En ese momento sentí algo dentro de mí romperse- Si me disculpas voy al baño.

Ella asintió en señal de aprobación y anduve con aparente tranquilidad al baño, donde, una vez me encontré dentro, me dejé caer. Mis lágrimas afloraron derrumbándome.

<<Ávisame cuando la Alex de la que me enamoré vuelva.>>

Esa frase no salía de mi mente. Intentaba entender que había querido decir con eso, pero por ningún lado le encontraba algo de coherencia. No había otra Alex, yo seguía siendo yo misma y nada en mí había cambiado como para alejarse de esa manera. ¿Qué había pasado pues?

-¿Alex? -Preguntó alguien a la vez que llamaba dévilmente a la diminuta puerta.

-¿Sí?

-¿Estás bien? Llevas ahí mucho rato...

-Sí, sí, -Dije levantándome y secándome las lágrimas- ya salgo.

Escuché unos pasos alejarse y me miré en el espejo para cerciorarme de que no había rastro alguno del llanto que segundos antes me había invadido. Una vez estuve lista, salí con una radiante sonrisa camino de mi asiento. Los pasajeros me observaban, algunos no se creyeran que realmente fuese yo, y los más curiosos me paraban para sacarse una foto o pedirme un autógrafo. Pero a pesar de eso, llegué bastante rápido a mi sitio y tomé asiento junto a Alice.

-¿Y Rubén? -Preguntó ella también, sorprendida.

-Se ha quedado a hacer turismo por Barcelona.

-Oh -Soltó ella no muy convencida- ¿Tus padres habrán vuelto ya de ese viaje en el que se encontraban?

-¿La verdad? Ni idea, no me hablo mucho con ellos.

-Entiendo, -Dijo fijando su mirada en el paisaje camino de Madrid- pues déjame decirte, Alex, que por muy mal que se porten contigo, ellos te quieren más que a nadie por el simple hecho de ser su hija.

-No creo.

-Créeme cuando te lo digo y ya verás cómo algún día te darás cuenta de ello. -Explicó sacando su móvil junto a unos auriculares- Avísame cuando lleguemos.

Se colocó los auriculares y cerró los ojos apoyando la cabeza en el respaldo de su asiento.

En aquel instante millones de preguntas sin respuesta rondaban mi cabeza y no me dejaban relajarme.

¿Por qué Rubén me había dejado? ¿A qué se refería con “La Alex de la que me enamoré”? ¿Realmente podía haber algo de amor entre mis padres y yo?

Mientras el tren avanzaba rápidamente por las grandes montañas que separaban Barcelona de Madrid, mi corazón se paraba poco a poco mientras mi mente me bombardeaba a preguntas.

Varias horas después, el tren llegó a Madrid y pude despedirme de mi equipo por unos días. Cogí un taxi y después de darle mi dirección, me dejé llevar hasta casa.

Una vez llegué, le pagué lo debido al taxista y me bajé observando el coche de mis padres aparcado en el jardín. Dejé escapar un pequeño suspiro y tiré de mis maletas hacia mi casa. Entré muy a mi pesar y subí hasta mi cuarto sin si quiera saludar, sin embargo algo me extrañó.

Una maleta.

Salí corriendo por toda la casa en busca de mi hermana, ya que aquella maleta era su maleta, morada con la pegatina de Roxy. Corrí como nunca lo había hecho hasta que por fin, en el jardín se encontraba ella.

-María...

Ella se giró y pude ver su hermosa sonrisa, la cual al verme, hizo que corriera hacia mí. La abracé lo más fuerte que pude y nos quedamos así todo lo que pudimos.

-Pero... ¿Qué haces aquí? -Empecé a preguntar- ¿Y cómo es que te mueves? ¿¡No eras parapléjica!? Cuéntamelo todo, ya estás tardando.

Ella rió por mi estrepitosa forma de sacar todo lo que pensaba de una sola vez y se sentó en el césped, cosa que yo imité.

-A ver, hermanita, no soy parapléjica, solo lo estuve unos meses pero poco a poco fui recuperando la movilidad; y estoy aquí porque Papá y Mamá me han recogido del centro en el que vivía.

-Pero si fueron ellos los que te abandonaron allí, -Expliqué aún sin entender- solo porque no podías moverte.

-Puede que no te contáramos la verdad exactamente. -Dijo la voz de mi padre a mis espaldas- No la abandonamos, solo la dejamos allí hasta que se recuperase del todo.

Me puse en pie, en estado de shock: era demasiada información en un solo momento.

-Explicaos. -Exigí a mis padres mientras María se levantaba y se ponía a mi lado.

-Temíamos que nos dijeras que querías irte con ella o algo así, por eso te dijimos lo de que no la queríamos, para que no fueras a por ella. -Dijo mi madre agachando la mirada.

-¡Eso no tiene ningún sentido! -Grité cabreada- ¡Preferiría mil veces saber que ella se iba a poner bien aunque no pudiese visitarla!

-Alex, tranquila, -Susurró mi hermana acariciándome el brazo- hicieron lo que creyeron mejor.

-Pero...

-Ni peros ni mierdas, Alex, son nuestros padres.

Los miré por un segundo, se les veía destrozados e intentando animarse el uno al otro con pequeñas muestras de cariño y no pude evitar ir y darles un pequeño y tímido abrazo.

-Lo sentimos mucho, hija. -Dijo mi padre frotándome el pelo.

Mi hermana se nos unió al abrazo y por primera vez en mucho tiempo, me sentí realmente en familia.

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Lo siento muchísimo, llevo siglos sin subir, pero es que he estado sin nada de imaginacion y mis animos tmp es que esten geniales como para ponerme a escribir, pero subire lo antes que pueda

Os quiero

Lola <3

Dj 71Donde viven las historias. Descúbrelo ahora