Aún un poco somnolienta y confundida, decidió acercarse, comprobando que era el caballo de su abu el que yacía en el suelo, aparentemente herido.
Notó que respiraba y al voltear para ir por ayuda, ya venía August, terminando de colocarse un abrigo, presto a socorrer al equino.
Al principio lo observó y no supo dónde tocarlo, luego intentó con una pata, y menos mal apareció Doreen, siendo mucho más precisa y evitando una posible lesión más grave.
Aitana se mantenía agitada, mirando a un lado y otro, escuchando cómo la veterinaria pedía agua caliente, trapos y su maletín con jeringuillas.
August tomó por un brazo a la nieta de Lina, despertándola de su quietud y buscando su ayuda para lo que pedía la embarazada.
En un instante, Ita ya entraba a la casa, pero al escuchar un galope miró hacia atrás: ya desaceleraba Aila al pie del herido.
Aitana hacía caso, escuchaba, buscaba, llevaba los trapos y el agua, veía cómo August sentaba a Doreen en un banquito de madera, cómo Aila se movía inquieta y Blair, resoplaba a ratos.
Apenas se percató de la hora: diez de la noche decía el reloj, serían las cuatro de la mañana en Edimburgo. Se sentía cansada.
Poco después de que los cuidados médicos se aplicaran, Doreen se dedicó a acariciar la frente de Blair, dándole palabras de aliento, mientras tanto, August se acercó a Aitana, secando el sudor de su cabeza con un pañuelo.
― Miss...
― ¿Cómo está el caballo? —preguntó en inglés.
― Estará bien. Se lastimó una pata y se raspó, pero... estará bien.
― No he parado de ver este barrido en el piso, August, ¿qué pasó? Es como si alguien... o algo hubiera empujado al caballo.
― Miss, Blair está muy afectado por la partida de Lina, y ha tenido que enfrentarse... a la vida... sin ella ahora —Ita notó que al hombre le costaba encontrar las palabras para continuar—. Y....
― ¿Y este barrido en el suelo qué tiene que ver? No lo entiendo.
― Yo... no... Me gustaría encontrar la forma de explicarle —y en silencio dirigió la mirada al cielo—. Habrá noches de tormenta...
La joven lo observó por largo rato.
Él se removió incómodo, todavía intentando buscar las palabras adecuadas, y Aitana, presa de las dudas, pensó que tal vez August ocultaba algo, quizás ya sabía sobre su energía, Lina le habría contado, esta extraña actitud solo sería reflejo de su temor hacia ella, de lo que era capaz de hacer.
― ¿No escuchó la tormenta, miss?
― No —y era cierto—. Debí tener el sueño pesado.
― Pues, cuando se detuvo, Blair... —y lo miró—, él...
― ¿Apareció? —el administrador dudó pero asintió— Apareció —y ella alzó los hombros, afirmando lo que él decía, con una simpleza sarcástica.
― Miss, yo...
― Sabes algo y por alguna razón no quieres o... no puedes decírmelo —y él le sostuvo la mirada con firmeza—. Bien. ¿Es la primera vez que esto pasa? —y le mostraba con la mano el barrido de tierra en el suelo.
― Sí, miss.
― ¿Y la primera vez que el caballo sale herido?
― Blair... —y dudó— salió herido cuando era pequeño. No más.
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El legado de Lina
FantasyAitana Bracamontes guarda en secreto curiosas habilidades que no logra entender, al contrario, las suprime para que no estorben en su día a día, sobre todo estando tan cerca de su graduación, con casa y negocio de regalos, y un exnovio insistente. S...