Capítulo 18

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El último encuentro había sido intenso. Blair se sentía abatido por no poder defenderse plenamente, y al mismo tiempo, conmovido por ver que Omar y Aila estaban dispuestos a seguir al frente.

Veía a Aitana incómoda, que no soportaba doblarse ante los «los jinetes oscuros», y reconocía la fuerza de su espíritu. Apreciaba que ella le hablara, se preocupara, e insistiera tanto a Doreen si realmente estaba bien. Decidió acercarse y sentir su tacto cálido y tierno sobre su nariz.

Aitana no lo interpretó enseguida, veía su cabeza moverse de arriba abajo e intentó calmarlo tocando su nariz. Eso fue todo que ambos necesitaban. La mujer se enterneció y sintió una nueva fuerza interna que la motivaba a reponerse lo más rápido que pudiera y continuar con el iluminante que le faltaba.

Los caballos durmieron tranquilos, mientras Omar y Aitana, abrazados en la habitación, planificaban el siguiente día de entrenamiento.

Partieron temprano hacia los campos. Blair se sentía más compuesto y le robó algunas sonrisas al rodearla con su galope pausado. Le dio dos vueltas y la energía de Aitana se vio restaurada.

― ¿Pero qué...? —la mujer se vio a sí misma brillando levemente.

― Está compartiendo su energía contigo, amor —explicó Omar, sonriente, sobre el lomo de Aila—. Se preocupa por ti.

― Muchas gracias, lindo Blair. Estoy esforzándome mucho —le sonrió. El equino resopló.

Remoline es tal vez el iluminante más fuerte del viento. Debes girar tus dedos un poco y comenzará. Puedes crear desde algo pequeño, con un par de hojas revoloteando, hasta un tornado —Ita alzó ambas cejas y se peinó una mano—. Amor, intento concentrarme en tu entrenamiento.

― ¿Y qué pasa?

― Cuando te peinas con la mano me provocas mucho —la mujer sonrió, mordiéndose un labio. Él suspiró, volviendo al tema principal—. Alguna vez comentaste que habías logrado hacer remolinos ligeros con brisal y rafaganta. Es la misma base. Inténtalo y sube la intensidad poco a poco —se alejó unos pocos pasos con la yegua.

Ita respiró profundo, asintió a su enamorado y buscó apoyo mirando a Blair.

Remoline —soltó con la suavidad y firmeza habitual, girando un poco sus dedos.

De su mano salieron hilos y humo blanco en ondas, envolviendo el viento con ligereza. A medida que enfocó su fuerza, el remolino se formó espeso con más viento, tierra y pasto, alcanzando los cinco metros de altura.

El poder intenso les revolvía a todos los cabellos. La adrenalina la dominaba, pero se mantenía clara en su mente y poco a poco logró empequeñecer y finalmente disipar el torbellino.

Te tengo —Omar llegó a ella justo a tiempo para sostenerla—. ¿Volvemos a casa?

Estoy un poco mareada, pero puedo seguir.

Está bien, tómate unos minutos.

Sí...

Así continuaron hasta el mediodía. Aitana estaba exhausta, sin embargo, estaba decidida a continuar, por ello, Blair una vez más decidió restaurar su energía.

Con el paso de las horas, Aitana ponía a prueba cada vez más su capacidad y resistencia. Ganaba confianza a medida que controlaba mejor los cambios entre un iluminante y otro, y las mezclas entre ellos.

La joven entendió que los dos iluminantes que su abu no había alcanzado a enseñarle requerían de mayor energía, y a su vez, serían estos los de mayor impacto en la naturaleza.

El legado de LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora