Capítulo Diecisiete

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-Si tío - me contaba Diego en casa -He estado hablando con Tati. Le he dicho lo de Carla, lo de nuestra discusión y tal-

Yo asentía aburrido mirándole pero sin verle. Sabía bastante más de lo que sabía él y su tema no me parecía trascendente.

-Total, nos vio todo el mundo, se iba a acabar enterando - se explicaba.

Yo no contestaba. Estaba pensando en Cecilia. Me dijo que se pasaría por el parque por donde paseaba Tatiana normalmente por si tenía suerte y coincidía con ella, «con todo el cuidado de no ser vistas juntas» me prometió.

-¿Pero tú no sabes que Carla está muerta o que?- dijo Candela indignada.

-Claro, Candelita- puso los brazos en jarra -no soy gilipollas, todo el mundo lo sabe-

-Pues me parece de mal gusto que se la nombres a pocas horas de su asesinato- sentenció mirándome y buscando mi complicidad.

No ocurrió. Me levanté como si conmigo no fuera la conversación, dispuesto a abandonarla. Candela se levantó tras de mí. Cuando estuvimos en mi habitación me invitó a sentarme en la cama. No lo hice.

Estás muy raro Sebas!- me increpó.

Le miré con un gesto de "venga, acaba de decirme lo que sea ya".

-¿Tú sabes donde está Raúl? - preguntó -No le veo desde que fuimos a la Uni-

Claro que lo sabía. Raúl estaba detenido a la espera de un juicio rápido, acusado de homicidio con violación y se enfrentaba a penas de no menos de veinte años, sin embargo le dije que no sabía dónde estaba. Había prometido no entrometerme en esos asuntos y centrarme en seguir a Tatiana para poder protegerle.

-Ni idea- sólo dije.

Me miró de arriba a abajo poniéndose de pie.

Vale! ¡Joder, parece que no te importe tu amigo!-

Me fui.

Ya en la calle miré mi móvil

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Ya en la calle miré mi móvil. Tenía whatsapp de Cecilia.

[ con ella en el parque. Hablamos brevemente, le advertí que tuviera cuidado]

Rápidamente le escribí.

[¿Dijo algo de ella?]

[Quiere saber quién tiene su móvil]

Lo encendí tenía llamada perdida de Tatiana. Volví a apagarlo.

[¿Qué hago? ¿La llamo?]

Segundos de silencio.

[No, por el momento no. Vete para La Latina, ha ido andando hacia allá. A ver si allí puedes ver algo que nos ayude en la investigación]

[Vale. Un beso]

[Beso chiquitín. Por cierto, cree que tengo algo con Diego :-)]

Torcí el gesto. La verdad es que se les veía tan naturales juntos que al principio yo también lo pensé.

Emprendí la marcha hacia el metro que me llevaba al barrio de La Latina. No sabía cómo pretendía que la siguiera sin saber su ubicación exacta. Cecilia confiaba en mí, empezaba a pensar que demasiado.

Cuando iba a llegar a la estación de Urgel para bajar a coger la línea cinco paró un coche a mi altura en el semáforo. Yo iba andando muy rápido y con la mente completamente ida en mis pensamientos y me tropecé con él. Al tocarlo, sin esperarlo, mi mente comenzó a "viajar".

«Vi una calle con gente. Tatiana llevaba unos auriculares puestos. Iba contenta. De pronto un coche se sube a la acera. La gente le avisa, no les escucha. La arroya a toda velocidad. El coche era ese que estaba tocando. El coche robado de Jordi»

Yagüe que estaba al volante me miró extrañado. Yo estaba inmóvil, balbuceando. Notaba como volvía en mi poco a poco. El semáforo ya estaba verde y me estaba pitando para que soltara la ventanilla. Le miré. Algo en sus ojos me dijo que me reconoció, que no sabía porque coincidía tantas veces conmigo.
Solté el coche, arrancó en la dirección que yo debía ir.

Cambié de opinión, corrí hacia una parada de taxi, tenía que llegar cuanto antes. Me monté en uno.

-Rápido, a la calle Maldonadas de La Latina- dije sin conocer siquiera la calle y muy exaltado.

-Perfecto- dijo él arrancando con toda la lentitud del mundo.

Saqué mi móvil y llamé a Cecilia. Tenía que enviar a alguien allí urgentemente para avisarle, por si no me daba tiempo a llegar a mí. Pero ¿cómo le explicaba que sabía lo que iba a suceder si nunca le hablé de mis premoniciones?

-Confía en mí- terminé diciéndole después de contarle lo anterior.

-Voy a llamar al hermano de Yagüe, le tocaba rondar por allí. ¡Espero que estemos a tiempo aún! - y colgó.

Llevaba unos nervios enormes que no podía disimular. Me comía las uñas salvajemente. Me acordé de que tenía que pagar. Metí mi mano en el bolsillo y saqué todo el dinero que llevaba. Lo conté.

-Llevo 15'50€ ¿Me llegará?-

El chófer miró el taxímetro que ya pasaba esa cantidad y paró el vehículo en doble fila.

-Pues se acabó el viaje para usted -dijo mirando por el retrovisor. -Hasta aquí le llega el dinero-

Se lo di a regañadientes y abrí la puerta trasera del taxi para bajarme. Antes le pregunté.

-¿Dónde estamos exactamente?-

-Plaza de Cascorro- señaló a la derecha - Esa es la calle Maldonadas -

Estaba a tan sólo unos metros de mi destino. Salí corriendo.

Vibró mi móvil. Era un whatsapp de Cecilia.

[El Yagüe bueno le ha introducido un papel a Tati con la matrícula del coche de Jordi. Según él debe de encontrarse ya en esa calle]

¡Mierda! ¡No iba a llegar! Empecé a correr como un loco y a unos pocos metros pude ver a Tatiana con los auriculares puestos. Un coche pasó a toda velocidad por mi lado en dirección a ella. Era exactamente como mi visión. Me palpitaba el corazón a mil latidos por minuto. Algunas personas que se habían dado cuenta de lo que sucedía le gritaban que se apartase, no los oía. Yo salté y braceé para que me percibiera. El coche me tapó la visión de Tati. Me miró justo antes de que se la llevara por delante.

 Me miró justo antes de que se la llevara por delante

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Premonición ® (2 Colección Trastornos Mentales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora