Capítulo Treinta y Tres

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Me llevó en un taxi y me vendó los ojos. Al bajar de él sentí sonidos de campo, ni un claxon, ni un motor, sólo pájaros y algo de viento. No fue difícil llegar hasta donde me llevó ya que Nora pidió una silla de ruedas para la ocasión, prometiendo a mis padres, eso sí, que no la utilizaría casi nunca, ellos querían que me esforzara en volver a caminar con soltura.

Me quitó la venda con mucha dulzura poniéndose delante para dificultar mi visión. Yo intentaba con movimientos de mi cabeza ver lo que se ocultaba detrás, ella se reía y me sujetaba la barbilla para que no lo hiciese. Al final se apartó con un "Tachán" saliendo de su boca.

La mía se quedó abierta varios minutos. Estaba ante una casa de campo muy grande, preciosa, una casa digna de película americana. Tenía dos pisos, un porche y un inmenso jardín lleno de flores espectaculares y muy variadas. En él se podía ver un columpio y una casita para invitados. Al lado de la casa había un garaje muy grande.

Mientras yo observaba todo con la mayor estupefacción del mundo, ella me observaba a mí. Sin duda esperaba que dijese algo.

-¿Y bien?- preguntó Nora al ver que yo no decía nada.

Se sentó en mis piernas esperando mi respuesta.

-¿De quién es esta casaza?- le pregunté agarrándole con los dos brazos para que no se cayera hacia delante.

-Nuestra- esbozó una sonrisa de ilusión difícil de describir -Es decir, es mía, pero tú vas a vivir aquí conmigo-

-¿De dónde has sacado tanto dinero?- pregunté asustado -No me digas que tú también...-

Negó con la cabeza.

-No te asustes que no he cogido el negocio familiar- frotó mi cabeza -Es sólo la herencia que me ha dejado mi hermana al no dejar testamento-

Sonreí. Y le abracé.

-Ahora tienes que hacer un esfuerzo- dijo tirando de mis manos para que me levantase- Vamos-

-Bffff- bufé perezoso -¿No puedes llevarme en la silla? Sabes que apenas me manejo bien con las muletas-

Negó con el dedo haciendo chasquidos con la boca.

-Le prometí a tus padres que ibas a recuperarte en tiempo récord- puso los brazos en jarra - Y además, necesitarás que te funcionen las piernas para esta siguiente sorpresa-

Accedí con un gesto afirmativo de mi cabeza y ella me cogió apoyando mi brazo por sus hombros. Caminando despacito llegamos a la puerta del garaje. Accionó un botón del mando que llevaba en su llavero y la puerta ascendió dejando ver dos porsches. Uno grande y otro deportivo.

En mi boca cabían los dos coches por lo abierta que la tenía.

-Jajaja, pero si estás babeando- me miraba dando saltitos de alegría.

-No sé cómo te las has apañado para comprar todo esto, pero...-

-Sólo mejórate y disfrútalo Sebas- me interrumpió -Tienes que aprender a vivir feliz sin cuestionarte todo-

Tenía razón. Me encontré inmensamente feliz. Una cría de 16 años me estaba dando una lección de vida. Le hice caso...

Estoy sentado en el despacho de mi casa acabando este relato de aquello

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Estoy sentado en el despacho de mi casa acabando este relato de aquello. Estaba ultimando el proyecto de un edificio para una empresa constructora que me ha contratado, pero me he acordado de que dejé esto sin acabar hace seis años.

En efecto, saqué el curso que me faltaba y como conseguí unas notas magníficas pronto me salieron numerosas ofertas de trabajo. No os podéis imaginar en que medida te abre puertas el tener mucho dinero.

¿Nora? Sigue viviendo conmigo. Ella va y viene como le gusta hacer. Es una mujer llena de vida y le entusiasma sentirse así. Compró una cámara fotográfica profesional y se dedicó a hacerle fotos a todo. Luego hizo un curso especializado y así, poco a poco, abrió su propio estudio y se dedica a ello.

Volví a andar enseguida gracias al apoyo y los cuidados de ella, y también a mi persistencia y fuerza de voluntad. Bueno, las ganas de conducir el Porsche también tuvieron algo que ver. Una vez que lo logré paseábamos mucho en él. Al principio me daba algo de apuro salir a la ciudad con él, por el qué dirán, pero Nora siempre me insistía en que disfrutase de una vez por todas, así que, descapotarlo y ver su melena ondear en contra de la dirección del coche se convirtió en mi hobby.

¿Mis premoniciones? La última la tuve hace seis años. Cuando Nora me enseñó la casa y los coches y me dijo "Tienes que aprender a vivir feliz sin cuestionarte todo" yo le acaricié su mejilla y le besé tiernamente. Al hacerlo voló a mi cabeza una imagen. Estábamos paseando por nuestro jardín, ella estaba embarazada. Llevaba un vestido blanco y se le veía tan contenta... Yo irradiaba felicidad. Los dos mirábamos hacia una nena rubia de unos dos años vestida también con vestido blanco y un moñete en el pelo. Guapísima. Era Cecilia, nuestra hija.

Ahora mismo está con su mamá jugando a hacerse fotos en el jardín

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Ahora mismo está con su mamá jugando a hacerse fotos en el jardín. Yo las miro a través de la ventana y siento esa gran felicidad que te proporciona una vida plena.

Nora ya ha salido de cuentas, de un momento a otro puede dar vida al pequeño Ayun. Yo estoy preparado con las llaves del Cayenne en el bolsillo. Hace tiempo que no usamos el deportivo, justo desde el momento que supimos que íbamos a ser padres.

Mis padres están avisados y pasarán al hospital cuando ingresen a su nuera. Siguen encantadísimos con ella. Ven como me cuida y me quiere y eso es lo que les vale. No han querido saber nada más, ni siquiera cuando se enteraron de que Nora era tres años menor de lo que dijo. Me ven bien, suficiente, siempre les estaré agradecidos.

Mi padre tiene una complicidad con mi mujer que me enorgullece. Hablan de todo y siempre se están riendo juntos.

Mi madre lo da todo por su nieta, siempre que puede se queda unos días en casa y no deja de jugar con Cecilia.

Voy a concluir este escrito para dejar algunas cosas definitivamente en el olvido. Cosas que ni Nora ni yo queremos recordar. Voy a cerrar este cuaderno y voy a salir a disfrutar con mis dos princesas porque hay que disfrutar las cosas sin cuestionarlas.

 Voy a cerrar este cuaderno y voy a salir a disfrutar con mis dos princesas porque hay que disfrutar las cosas sin cuestionarlas

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Premonición ® (2 Colección Trastornos Mentales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora