Premonición ® (2 Colección Trastornos Mentales)

Capítulo Veintiocho

A diferencia de ellos yo sí que entré con el coche al matadero donde me estaba esperando Tatiana. Lo acerqué todo lo que pude, tanto que ella hizo un gesto de que parara a la vez que Yagüe apuntó a mi coche con una escopeta enorme.

Desabroché mi cinturón y respirando hondo fingí mi mejor sonrisa de serenidad. Dejé el motor encendido y la puerta del conductor abierta y, antes de bajarme, quité el pestillo del maletero con el botón.

Me situé enfrente de Tati a unos cinco metros, con los brazos caídos a lo largo del cuerpo y la cabeza algo ladeada.

-¿Y ahora qué?- le pregunté sin saludar. -Dijiste que viniésemos solos y por lo que veo te has traído al perro-

Yagüe se incorporó ante mi provocación e hizo mención de venir hacia mí. Tati puso una sonrisa de medio lado y con un gesto de la mano le comunicó que no se acercara, por el momento.

-Apaga el coche y cierra la puerta- dijo directamente.

Miré el vehículo y luego a ella, no sabía como de en serio hablaba, pero habiendo visto el pedazo de arma que portaba su "amigo" creí que lo mejor iba a ser hacerle caso. Solté una frase vacilante para que tuviera claro que no tenía miedo aún así.

-¿Tienes miedo de algo Tatiana?- y procedí a hacer lo que se me pidió.

Rió a carcajadas.

-Sebas, querido mío... El que va a tener miedo eres tú, créeme- respondió.

Algo frío se posó en mi nuca mientras estaba cerrando la puerta, sin verlo imaginé que estaba siendo encañonado por algún arma de fuego. Al girarme comprobé que efectivamente era así. Allí estaba Candela con un revolver apoyado en mi cabeza. Ni siquiera le había escuchado acercarse, supongo que estaría escondida detrás de esos bloques derruidos que antes eran paredes. Mal por mi parte el no haber caído en mirar y comprobarlo.

-Cariño- dijo Candela riéndose -Ahora que "casi" nos llevábamos bien...- dijo con una sorna insoportable y ridícula.

Giré un poco el cuello para mirar hacia atrás.

-Calla, hija de puta- le insulté.

Candela me dio un golpe en la cabeza con el arma que me dolió bastante y Tatiana no le dijo nada. Perfecto, ya tenía a toda la manada enfadada conmigo, aunque la dueña parecía inmutable.

-A ver- dijo Tatiana acercándose a mí, aprovechaba que no podía moverme por la amenaza de ser disparado -Voy a explicarte alguna cosita-

-Tú dirás- contesté sonriendo -Perdona que no me siente a escucharla-

Ella rió. No lograba enfadarle.

-Como habrás adivinado, porque no te considero tan tonto como para no hacerlo...-

-Gracias- le interrumpí.

Me dio un bofetón que me giró la cara.

-¡No me interrumpas!- gritó -Me cabrea mucho que alguien lo haga, a mi madre le pasaba igual-

-Ya ves que cosas tiene la genética- volví a interrumpirle.

Tatiana se irritó mucho, se puso muy roja y me cogió de la camiseta acercándome a ella, muy cerca, mirándome extraño, tal y como ví en aquella premonición.

«He visto como me miraba Tatiana, a sólo un par de centímetros. Me apetecía besarla, porque sé que en el fondo es frágil. En el fondo de sus ojos he visto mucha rabia, mucho dolor y mucho miedo. Mi incertidumbre por saber con cual de las tres cosas iba a "atacarme" era enorme. He sentido algo horroroso. No sabría decir si era la misma muerte, si era una tristeza inmensa o todo junto. Pero era un final, o tal vez un principio de algo. La punta de una soga, no sé cuál, depende de como la cojas puede ser el extremo del principio o el del final. Era todo inseguridad. Cientos de almas volaban a su alrededor. Le hacían responsable de estar ahí, de su desdicha. Ella permanecía insensible a ellas, o tal vez desconocedora, no lo sé. Pero era mucho dolor a su espalda como para no importarle. O era fría como el hielo o estaba cegada por el poder y el dinero. »

-Tengo yo el móvil de Carla, ya no me haces falta- dijo rozando sus labios con los míos -Sólo queda deshacerme de tu presencia-

Sus ojos pedían descanso, aunque sus gestos no dieran señas de ello. Confié en mi instinto, sin pensar más allá, sin hacer caso de mi plan, acerqué mi boca esos dos centímetros que faltaban para tocar la suya. La besé.

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