Capítulo Veinticinco

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Johan me miraba muy fijamente y agarraba los brazos de la silla con fuerza. Se preparaba para la peor de las noticias.

-Johan...-hice una pausa, no porque quisiese ser cruel sino porque quería pensar bien lo que iba a ir diciendo -a veces veo cosas que luego suceden-

Hizo un aspaviento con los brazos.

Vamos Salva! ¡Qué mierda estás diciendo ahora, joder!- se indignaba seriamente -¿Qué sabes? En serio-

Le cogí las muñecas con fuerza.

Soy Sebas!- le grité -Si no vas a decir mi nombre bien mejor te piras y pasas de mí -

Se soltó con un tremendo empujón que le propinó a mis brazos. Me agarró del cuello de mi camiseta poniéndome de pie.
Tragué saliva, daba pavor verle enfadado en tu contra.
La gente del Pepote nos miraba, Johan se dio cuenta y me soltó mirando hacia el suelo. Yo planché mi camiseta con las manos.

-Siéntate - le pedí.

Lo hizo sin rechistar y sin mirarme, seguía con la cabeza baja.

-En mi visión vi como asesinaban a tu primo- le dije en tono suave.

No dijo nada, no preguntó. Solamente soltó un par de lágrimas que se deslizaron desde sus ojos hasta la mesa dejando dos pequeños charquitos uniformes. Estaba claro que me creía.

-¿Quién?- dijo al fin

-Diego- confesé.

-Iré a por él - utilizaba un tono calmado que le daba credibilidad a sus palabras y las hacía temerarias.

Negué con la cabeza. Me miró. Sus ojos estaban rojos e irradiaban odio.

-No te molestes. También está muerto-

Suspiró, puso sus manos entrelazadas en su nuca, echó hacia atrás la silla dejándola apoyada sobre sus patas traseras. Permaneció así un minuto aproximadamente. Volvió a incorporarse. Apoyo sus brazos en la mesa y echó su cuerpo hacia adelante. Se acercó a mí y me susurró.

-Todo esto es culpa de la zorra de su novia-

Acto seguido metió las manos debajo de la mesa y como un energúmeno la volcó con violencia. El bar entero se giró para ver qué sucedía y mientras el camarero le gritaba improperios muy mal sonantes él se largó haciendo caso omiso.

Yo me levanté y me disculpé hacia todo el bar, fui a hablar con el camarero y le intenté tranquilizar porque dijo que iba a llamar a la policía. Puse bien la mesa y recogí todo del suelo. Volví a pedir mil disculpas y salí tan rápido como pude en su búsqueda.

No me costó mucho encontrarle, de hecho, estaba sentado en un banco a la vuelta de la esquina. Miraba al infinito con los codos apoyados en sus piernas y la cabeza en sus manos. Me senté a su lado sin mirarle y ni se inmutó. Los dos mirábamos hacia un punto lejano, como si en verdad existiese, y compartíamos un dolor excesivo, como si en verdad fuese cierto. Sentí empatía con él.

-¿Por qué contactaste conmigo Johan?- le pregunté.

Sonrió ligeramente.

-Ella me lo dijo- Seguía mirando al frente -Si puede haber alguien que sepa algo de tu primo ése puede ser Sebas- imitaba una voz de chica.

Le miré sonriendo.

-Gracias por decir bien mi nombre- hice una mueca de aplauso.

Se giró y se rió. Rodeó mi cuello con su brazo derecho y se incorporó para poder hacerlo también y con el izquierdo y convertirlo en un abrazo. Yo le correspondí con otro. Siempre vienen bien las muestras de afecto y compresión en momentos difíciles.

Cuando nos separamos continuamos mirando a nuestro punto del infinito favorito.

-Oye- le dije -¿Qué "ella" me mencionó? -

-Hombre "Salva" - dijo con recochineo esta vez -la chica con la que he estado esta noche-

Me reí.

-La culpable de tu desayuno con huevos-

Reímos fuerte. Tomarnos el tema así nos ayudaba a afrontarlo de otra manera y a establecer más complicidad.

-Esa misma- afirmó.

-¿Y puedo saber quién es?-

Johan se levantó del banco y se puso de frente a mí.

-No va a hacer falta, mira- señaló a una chica que se acercaba -Por aquí se acerca- y comenzó a andar hacia Candela.

-No va a hacer falta, mira- señaló a una chica que se acercaba -Por aquí se acerca- y comenzó a andar hacia Candela

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Premonición ® (2 Colección Trastornos Mentales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora