Estuve en casa muy inquieto. No podía estar parado ni un minuto. Para colmo faltaban la mitad de mis compañeros de piso. Raúl estaba detenido, o eso creía, ya que no llegó ninguna noticia de ello por ninguna parte, cosa que me extrañaba enormemente. Jordi estaba dentro de un maletero a punto de morir, o quizá estaba muerto ya, todo por haber tenido la mala suerte de encontrar su coche.
Claro que fui hasta el Gregorio Marañón y busqué por todas sus inmediaciones para ver si era capaz de localizar el coche, pero ni rastro, como era de esperar. No me imaginaba que permanecieran aparcados en la calle tranquilamente mientras tenían a alguien secuestrado en su maletero.
También pregunté por Tatiana en el hospital, pero era muy de noche ya y sólo me dijeron que me fuera para casa y volviera mañana a preguntar.Así que allí estaba, en casa, sentándome, levantándome, poniendo la tele, paseando en círculos, sacando el móvil cada diez segundos por si me escribía Sánchez o por si tenía noticias sobre Cecilia.
Candela no paraba de mirarme. No quería preguntarme, pensaba que yo estaba muy raro. Yo le miraba y pensaba en sus hermanos, los Yagüe. Uno tan correcto y tan profesional, otro tan corrupto y tan cabrón. Y ella había robado, supuestamente por lo que oí en esa comisaría, el coche de Jordi. ¿Estaba con el otro bando? ¿Con los malos? ¿O fue un favor hacia un hermano que se lo pidió? No sé, de cualquier modo me estaba matando callarme y no increparle nada.
Mientras pensaba todo esto se me iba envenenando el cerebro y la rabia me subía hasta la boca, así que en una de estas idas y venidas que daba por el salón, cuando mis ojos se cruzaron con los suyos, paré y me puse a centímetros de su cara.
—¡Qué mierdas miras!— le grité desencajado.
Candela se asustó, se echó hacia atrás y comenzó a llorar.
—¿Por qué me gritas?— gimoteaba a lágrima viva. —¿No ves que estoy preocupada por tí? —
Se me cayó el mundo encima. No solía comportarme así y ahora me sentía el hombre más asqueroso del mundo.
—Pe-perdona— me disculpé —Estoy muy nervioso. No aparecen Jordi ni Raúl y eso me está llenando de estrés —
Se levantó y me abrazó muy tiernamente.
—No pasa nada. Lo entiendo— dijo comprensivamente —Tranquilízate—
Le devolví el abrazo, en ese momento me sentía muy vulnerable y necesitaba comprensión.
—Sebas- dijo cogiendo mi barbilla con sus dedos índice y pulgar —Me tienes preocupada, ¿Quieres que hablemos?—
Miré hacia el techo y comencé a sentir como las lágrimas afloraban en mis ojos por tener que aguantar en silencio todo aquello. Accedí.
—Vale Cande, siéntate—
Nos sentamos en el sofá mirándonos cara a cara y con las piernas flexionadas subidas en el asiento. Ella miró hacia la mesa y se levantó.
—Espera Sebas— dijo mostrándome la palma de la mano y dirigiéndose a la cocina —No tardo nada—
Al minuto apareció con dos tazas de leche con cacao. Sabía que me iba a encantar el detalle.
—¡Ooh, gracias!— le dije sonriendo.
Ella hizo lo mismo y volvió a sentarse en la misma postura que antes, sólo que sosteniendo con las dos manos la taza humeante.
Me desperté a las siete de la mañana con Candela en mis brazos. No entendía nada, tenía una sensación de claridad mental y a la vez de resaca difícil de explicar. Sólo me sucedió otra vez, aquella en la que Diego me engañó y metió "D.C" en mi vaso. Me incorporé sobresaltado.
—¡No puede ser!— grité.
Fui corriendo a la cocina, busqué en la basura cualquier tipo de prueba que me confirmara que Candela había hecho lo mismo que Diego. No había nada. Miré por los armarios, por los cajones... Nada. Rastreé los baños, miré por todos los sitios por los que cupiera un tubito del tamaño de un dedo meñique. Ni rastro. Tal vez estaba emparanoyándome demasiado y Candela no había hecho nada. Tal vez debería dejar de jugar a los policías sólo por darme el gusto de saber cuanto de reales eran mis premoniciones.
Volví al cuarto y me vestí. Miré mi móvil. Tenía cinco llamadas de Sánchez y un whatsapp de él.
[Sebas. ¿Qué haces? No te localizo. Cecilia y Luis se llevaron a Tatiana en una ambulancia. Parece que Suarez y Yagüe estaban al acecho y les siguieron. En el merendero de la salida 23 por la M40 les dieron caza y se la arrebataron. Nuestro Yagüe pasó por allí a los diez minutos guiado por el gps del coletero de Tati. Los vio muertos a los dos. Siguió la señal hasta una especie de fábrica abandonada. En el descampado estaba el cuerpo de tu amigo, ese que te pegó, sin vida, con un tiro en la cabeza. Por el conducto de la ventilación logró entrar y encontrar a Tati, la llevó hasta la salida y ella escapó. Me mandó este mensaje antes de dejar de saber de él.
{Sánchez, Tati ha escapado, va en dirección suroeste por la carretera secundaria, pasará por el merendero. Busca la frecuencia de su gps en tu navegador. Tienes que llegar a dar con ella}.
He dado con ella, va en algún vehículo que tiene pinta de parar en Alcalá de Henares. Si lees esto ven. Puede ser que te necesite]
Negué con la cabeza. Así que mi premonición con Jordi se cumplió y no pude impedirlo. Y no sólo eso, habían pasado cosas, habían reclamado mi ayuda y yo ni me enteré y aún no sé ni la razón.
Levanté la vista. Candela me miraba con una sonrisa pícara.
—¿Qué hacías?— me preguntó.
—Nada, buscaba una cosa— intenté no darle importancia.
Candela rió.
—¿No sería esto?— me enseñó el tubito de "D.C" lleno hasta la mitad. —No podía permitir que fueras a ayudarles, lo siento—
—¡¡¡HIJA DE PUTA!!!— una rabia me inundó. Cecilia había muerto mientras yo me acostaba con Candela forzada e irremediablemente por culpa de esa maldita droga y de los planes del otro bando. —¡¡¡ERES UNA GRAN HIJA DE PUTA!!!— le repetí.
Estrellita si te ha gustado el capítulo
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Premonición ® (2 Colección Trastornos Mentales)
Детектив / ТриллерLibro dos de la Colección Trastornos Mentales. Si quieren el primero: -Memoria Fotográfica. Nota: Para entender este libro recomiendo leer primero el libro 1 de la Colección Trastornos Mentales, llamado Memoria Fotográfica, ya que guardan relación e...