Capitulo 12: Paranoia

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¿Será que el arma asesina es el miedo o enfrentarse a este?

El ruido de la ducha, la música de mi celular a su máximo volumen mientras la puerta cerrada del baño conseguía prácticamente aislarme del mundo. Sin embargo, algo en mi estaba intranquilo. Me sentía acechado, unos ojos acosaban por sobre mi espalda a pesar de estar a solas y no tardo mucho hasta que sentí el portazo. Vestí mi bata de color azul marino, baje por las escaleras revisando que todas y cada una de las puertas estuvieran correctamente cerradas y observe la calle a través del agujero de la cerradura en la puerta principal. Nada se encontraba fuera de orden, la casa estaba sellada ante el frió gélido de nuestro peor invierno al sur de la provincia de Buenos Aires en Argentina. Volví hacia la ducha un poco más intranquilo y cada vez mas sugestionado, la puerta se encontraba abierta lo cual ya me había preocupado un poco debido a que me cerciore de que estuviera cerrada ya que de no ser así el cuarto de baño que tanto me costó entibiar seria nuevamente una sección de algún iglú.

Termine mi baño, apague la música, volví a tomar mi bata y luego de algunos pasos me encontraba en mi habitación. Encendí mi computador presionando el botón ubicado al frente del gabinete, después de que me encegueciera su inútil luz azul brillante. Note que la ausencia mi celular. Fui al baño en su búsqueda y al llegar la música comenzó a reproducirse sola y sin más. cruce la puerta y la música se detuvo nuevamente, hice mi mejor esfuerzo por mantenerme calmo. Si bien es una situación extraña, hacerme demasiadas preguntas me sumiría en la paranoia y estar bajo su influencia te transforma en un esclavo del miedo. El miedo te hace ver o creer cosas que no existen.

Me puse los pantalones por el frió y comencé a planchar una camisa de color negro con unas pintas triangulares de tonalidad plata las cuales resaltaban de vida a mi conjunto de noche. Este día tengo una reunión importante, después de 4 años publique mi primer libro, mis amigos y familiares organizaron una micro fiesta para conmemorar este suceso, ya que realmente me esforcé mucho en este. Luego de terminar de vestirme me mire frente a un espejo de cuerpo completo, que estaba ubicado enfrentado a la puerta del corredor, me vi durante unos segundos mientras anudaba mi corbata y mi "yo narcisista" se encargo de hacerme saber con unas auto sonrisas lo bien que me veía. Poco duro mi calma ya que al devolver mi vista a la altura de mis ojos pude ver a una persona en la puerta, era completamente oscura, pareciese estar hecha de sombras y llevaba en su mano un afilado instrumento, seguramente algún tipo de cuchillo muy largo. Lo vi por una fracción de segundo y volví a bajar la vista, no cruzamos miradas, supuse que era un ladrón, cualquier asesino hubiera entrado directamente a atravesar mi espalda. Decidí fingir el no haberlo visto con la esperanza de dar aviso a la policía al instante en el que desaparezca de mi puerta. El sombrío intruso siguió su camino avanzando entre las puertas, intente tomar mi celular pero este no respondía. ¿Habré tenido tanta mal suerte de que justo en este momento se haya roto? El teléfono del hogar estaba bajando las escaleras, en la cocina. Llegar hasta el era mi idea principal, no soy bueno planeando bajo presión, pero algo debía intentar, estaba solo y desconcertado con un intruso que había desaparecido en alguna parte de mi casa estando a su vez armado. Salí de mi habitación y escuche algo estallar en pedazos contra el piso, de la habitación de invitados al fondo del pasillo, debería haber aprovechado a bajar las escaleras, era mi momento. Pero un arranque de valentía impulsada con estupidez, me llevo a tomar un cuchillo para cartas de mi escritorio y fui al cuarto en búsqueda del intruso, honestamente no se porque lo hice, creo que fue uno de mis mejores actos de estupidez. Al llegar a la habitación no había nada roto, todo estaba en orden y por supuesto, aparte de mi y el abre cartas no había nadie en la habitación. Pocos segundos después, recordé que de chico siempre tuve una imaginación problemática cuando estaba solo, siempre imaginaba cosas que al final no existían, ruidos que no provenían de ningún lado, todo producto de la sugestión de la soledad y el miedo a las catástrofes. Las cuentas cerraban, ¿Cómo pudo alguien entrar si las puertas estaban cerradas desde dentro?, ¿Algo estallando en pedazos y que no haya ni un átomo de polvo fuera de lugar?. Estaba alucinando, era claro, mi imaginación me estaba jugando una broma de mal gusto. Adrenalina comenzó a fluir por mi cuerpo y me empape de valentía, era obvio, como todo cobarde, descubrí coraje al entender que nada podría herirme, patético.

Empuñe el abrecartas como si fuera un maestre espadachín blandiendo una afilada hoja templada y fui en búsqueda de la ilusión a la cual no iba a encontrar para así tranquilizarme. Revise todos y cada uno de los cuartos hasta llegar al ultimo y en este estaba el. Una sombra negra, un machete largo y afilado portando una presencia asesina. Al voltearse hacia mi sentí el ruido de mi llavero colgando de la presilla en su pantalón, en ese instante lo entendí. Aquí tenemos la costumbre de dejar las llaves puestas en la puerta principal, para que nadie pueda forzar la cerradura. ¿Cómo pude yo observar la calle a través de esta? ¿Me habré olvidado la puerta abierta y el cerro al entrar? ¿Por qué cerraría? ¿Quería disimular su presencia con esperanza de no encontrarse conmigo? o quizás haya considerado que encerrarse junto a su presa facilite la caza.

No logro descifrar sus intenciones, no logro sentir su agresividad. Sus labios se mueven, alza su brazo pero yo solo siento estática, tengo miedo. No, no es miedo, es pánico. Me confié, quise enfrentar mis temores, ¿que esta diciendo? no oigo nada, mi cuerpo no responde. ¿Debería subir el abre cartas para defenderme? ¿Correr?... Tranquilo, piensa, son solo sombras, de haber alguien aquí, ¿por que solo podría ver una sucesión de sombras espesas?. Me acerque, con mi mano trate de atravesar las sombras, con esperanza de que mi enemigo así desapareciera, pero no fue esto lo que ocurrió. Sentí su hombro, las sombras se fueron, era un hombre como yo, una persona común y corriente ¿Por qué vi sombras? ¿El miedo me cegó otra vez?.

El sujeto sube la voz, lo veo abrir su boca con mayor intensidad al hablar pero yo no oigo absolutamente nada, su puñal atraviesa mi estomago como si fuera gelatina, sin ningún fundamento lógico mis manos tratan de tomar el cuchillo como si esto sirviera de algo. Del silencio pase a oír desesperación, era solo un ladrón intimidado, me suplicaba perdón, repetía no haber querido lastimarme pero se asusto cuando lo golpee con mi mano. Siento que me cuesta respirar, mis manos estaban completamente rojas, y mi camisa había quedado hecha una piltrafa sucia y ensangrentada. El intruso se aleja, totalmente atemorizado escucho como sale de mi hogar dejando un portazo y yo a penas puedo ponerme de pie. Bajo las escaleras mientras siento como la vida escurre por mi vientre y trato de llamar a una ambulancia. Dijeron que enviarían a una ambulancia por mi, pero que tardaría en aproximación media hora.

Deje de sentir mis manos en el momento que el teléfono golpeo contra el piso debido a que no podía sostenerlo mas, tome el pomo de la puerta y salí entre la sutil capa de nieve a gritar por ayuda a mis vecinos, mas nadie escucho mi grito. Que hermosa es la nieve, será fría pero en mis últimos instantes es quien vino a abrazarme. Mi vista se entumecía y la nieve carmesí entibiada por mi sangre daba una falsa ilusión de belleza. ¿De que sirvió haber sido valiente con mis miedos? ¿De que sirvió tanto esfuerzo publicando un libro? Mi muerte es solitaria y vacía, Quizás quien mas me recuerde sea la persona traumatizada que de con mi cuerpo congelado la mañana siguiente. Viví atemorizado, pero a fin de cuentas viví. Y ¿se supone que debo estar orgulloso por morir? Enfrente mis miedos, ¿Valió la pena?. ¿Quien es al asesino?. ¿El hombre?, ¿Mi temor?, ¿Mi falso coraje? ¿los tres?.

Respuestas a preguntas, Que nunca nadie hizo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora