¿Till?

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—Así que hoy también irás al trabajo —dice él mientras acaricia mi cabello y yo me encuentro abrazando su torso desnudo mientras mi cabeza está sobre su pecho.

—En realidad no será trabajar porque no me pagarán por ir.

—Entonces ¿para qué ir? —suelta una risita.

—Quiero ayudar Till, y si puedo hacerlo lo más rápido posible lo haré, a parte el chico tiene mucho por delante y no permitiré que pase más tiempo ahí del que no debe.

—¿Estamos hablando de... ? —es el colmo que no sabe de quien le hablo.

—Richard. Y hoy daremos de alta a Oliver.

—¿Puedo ir contigo?

—Supongo que si, tendré que preguntarle a Beatriz sí puedes pasar.

—Yo pienso que aceptará, nadie se resiste tanto a una de mis sonrisas.

Sonrió levemente.

—A veces eres tan narcisista.

—Supongo que si.

Mi sonrisa se hace aún más grande.

El día va pasando hasta que, justo cuando terminamos de desayunar, el teléfono de la casa comienza a sonar.

—¿Hola?

—¡Gwen! Recuerdo que ayer dijiste que hoy irías de nuevo a tu trabajo, y como el inútil de Timmi no tiene un auto ¿te gustaría que pasara por ti? Tengo una cita cerca de ahí.

—¿Gracias? —en verdad es molesto como se dirige a él, ni siquiera se puede aprender el nombre de mi novio—. Bri, por favor, te lo he dicho muchas veces, Till es una buena persona, por favor deja de hablar así sobre él, es molesto.

—De acuerdo Gwen —suspira—. Sólo que ¿jamás te has preguntado qué hace con tanto dinero? ¿por qué razón aún no te consigue un mejor lugar para vivir, una casa propia o un auto? Es extraño para un abogado con su reputación, pero bueno, ese ya es tu problema. En fin, voy por ti en media hora para llegar a tiempo.

—Bri, lo agradezco pero Till va a acompañarme.

—No hay problema, puedo tolerarlo por ti. Nos vemos.

—Bri no hace falta que... —en ese momento cuelga el teléfono. ¿Ahora cómo le explico a Till?

Después de unos segundos llega mi novio, ya listo.

—¿Nos vamos?

—Cielo, es que Bri me llamó, ella vendrá por nosotros y nos llevará.

—Dime que no es cierto —su sonrisa se borra.

—¿Lo siento? —se acerca a mí y besa mi frente.

—Tendré que soportarla por ti. No hay nada que no haría por ti.

Nos quedamos un momento observando televisión hasta que la puerta es golpeada, Brianda ha llegado.

—Vamos —dice Till susurrando— aún tenemos la oportunidad de no abrir la puerta, piénsalo, podemos decir que me fracturé la pierna y que tuvimos que salir de emergencia.

—Tú no te has fracturado nada —digo susurrando también y sonriendo.

—¿A qué no?

Se pone de pie y justo cuando se iba a dejar caer sobre su cuerpo comienzo a reír.

—Basta, no será tan malo.

—Creo que puedo soportar más el dolor de la pierna rota.

—Claro que podrás porque dime ¿quién te cuidará?, ¿quién te bañará?, ¿quién tendrá que llevarte la comida a la cama?

El Nuevo Mundo // Richard Z. KruspeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora