Sueños

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—¿Te sientes bien Richard? —Christoph se acerca a ellos dos para examinar el monitor, mientras que no sabe a quien prestarle más atención: el aparente daño de Gwen o el ritmo cardíaco de aquel chico.

—Llamaré a una enfermera —dice la chica levantándose, incapaz de formar un criterio sobre Christoph—trata de tranquilizarte Richard.

La chica sale de la habitación.

—Estabas hablando de mí, —dice muy molesto Christoph, ya que la chica de ha ido— te escuché antes de entrar. No quiero que vuelvas a hablar sobre mí y sobre cualquier cosa que dices ver. Si ella me dice algo, yo me encargaré de que no salgas jamás del hospital, sabes que puedo hacerlo.

—¿Por qué haces esto Christoph? Tú y yo no nos conocemos ¿qué te ocurre?

—Piensas que puedes llegar a quitarme mi oportunidad de ser feliz. Si tú estuvieras en otro lugar por fin yo podría estar con alguien decente. ¿Crees que se enamoró de ti por ser quien eres? Claramente no es por eso, su relación con ese patán ya estaba rota, sólo se aferró a lo más cercano que tenía, tú eres su ancla. Si tú no estuvieras aquí, yo sería su apoyo. Por esa razón te culpo. Tú y todos los malditos enfermos mentales son los que no nos permiten evolucionar, son la peor de las escorias, no son merecedores del más mínimo de atención.

—¿Cómo se siente, Richard? —entra la enfermera, seguida de la psicóloga.

—Algo exaltado —responde él, esquivando las miradas de Schneider mientras la chica vuelve ponerse a un lado de él. Richard no puede alejar su triste y consternada mirada de Gwen y todas las marcas que tiene en las partes visibles de su cuerpo.

Christoph habla con el doctor que ha atendido a Richard para indicar los medicamentos que debe tomar el chico, esta vez no puede retirar ninguno. Schneider no se va de la habitación, lo que obliga a la pareja a no hablar. Mientras tanto, Kruspe agradece el hecho de que Gwen logra bloquear todo tipo de visiones y audiciones. Él se cansa de esperar y el sueño lo vence.

—¿Qué te ocurrió? Puedes decirlo ahora que Richard ha dormido —menciona Christoph sentado a un lado de Gwen, en un pequeño sofá pegado a uno de los muros de la habitación.

—Till estaba metido en cosas ilegales, debía dinero, llegué a casa y ellos estaban ahí para cobrarle. Él no tenía dinero así que me golpearon —Gwen trata de disimular todo lo que Richard le ha dicho, tiene miedo de lo que podría pasar si aquello es cierto.

—¡Madre mía! Espero que esos malditos estén en prisión. Si me hubieras dicho yo te hubiera acompañado, tal vez no habría pasado nada.

—Basta Chris. Sé que se pudo haber evitado de muchas formas pero hablar sobre eso me hace sentir más miserable que aquel día. Ahora mírame, me rompieron las costillas, me lastimaron internamente y aún tengo moratones.

—Beatriz no me dijo algo, le pregunté por tu ausencia pero sólo dijo que era información confidencial, creí que habías arreglado las cosas con Till pero ya veo que no, siento mucho lo que pasó.

Él abraza a Gwen con cuidado, ella lo permite.

Al pasar las horas, Christoph se ofrece a llevarla a su casa. Ella lo agradece pero lo rechaza, le pide que hable con el doctor encargado de Richard, para permitirle dormir ahí, ya que será para cuidar de Kruspe. Schneider, con muy mala gana lo hace y aquel doctor lo acepta, todo en el mejor interés de un paciente, y Richard es uno que requiere mucho cuidado.

Cuando la noche cae Richard despierta, Gwen está a nada de dormir en el incómodo sofá, pero la mirada penetrante de aquel hombre la hace despertar.

—¿Quieres explicarme la razón por la que estás así? Está bien si ya no quieres hacerlo.

Ella se levanta del sofá y va hasta sentarse en un banco, a un lado de la camilla. Ella comienza a explicar todo, Richard escucha atento y consternado. Para él no hay duda de que todo fue por Till.
Lo que ella decía, era la parte del mundo exterior que más detestaba. Sin embargo, odiaba más a aquellos entes, esas voces y personas que lo sabían absolutamente todo, pero jamás le decían algo que lo tranquilizaran; le mentían y lo ridiculizaban, eran malos con él y escogían que decirle y que no.

—¿No has ido a descansar? —ella niega, se detesta por llorar de nuevo pero ese trauma va a ser imposible de borrar, eso jamás se olvida, sólo se aprende a vivir con ello.

Él se sienta en la cama, hace un espacio para permitir que la chica se acomode a su lado. Ella, limpiando sus lágrimas lo hace, él sólo atrae a Gwen a su cuerpo y la abraza.

—No deberías estar conmigo Gwen. Debes estar descansando, tratando de superar todo lo que pasaste —la voz entrecortada del chico trata de ser controlada, pero no tiene éxito—, aún no sales de tu problema y quieres ayudarme con el mío, eso no es correcto ni justo.

—Tú no me dirás lo que debo de hacer o no —la chica se separa de ese abrazo—.Si yo considero que es bueno para tu salud quedarme para acompañarte, así lo haré.

Richard no puede resistirse a Gwen, tenerla de nuevo, después de pensar que jamás volvería a verla, lo siente como una bendición y una oportunidad que no puede tirar por la borda. Toma las mejillas de la chica y la acerca a él para besarla lento, y con gran tranquilidad, mientras el monitor de su pulso comienza a indicar los rápidos latidos que su corazón tiene al sentirla de nuevo, cuando Gwen los escucha sonríe en medio de aquella muestra de aprecio y amor, pero sus labios no se detienen, su mano izquierda no deja de dar pequeñas caricias a la nuca del chico mientras él se encarga de mantener ese rostro frente a él, sosteniéndolo con ambas manos. Ambos se separan mientras el corazón de Richard sigue siendo un caos delatado por los sonidos de aquel monitor, pero no se fija en eso, sólo escucha la respiración de Gwen y ese rostro maravillosamente perfecto, mientras uno de sus dedos acaricia los labios que ha besado.

—No comprendo como las personas pueden hacerle daño al ser tan perfecto que eres.

Ella sonríe y vuelve a dar un beso rápido en la punta de la nariz de Richard, él sonríe y finalmente se separan, sujeta la mano libre que Gwen tiene, aquella que no está inmovilizada.

—Cuando logre ser libre terminaré de estudiar, no sé que pero lo haré. Voy a hacer todo lo que alguien jamás ha hecho por ti, sé que quiero estar contigo Gwen, no me importa hasta donde debo llegar. No te quiero a mi lado porque eres buena conmigo o porque logras desaparecer todo a mi alrededor, necesito estar contigo porque disfruto cada momento a tu lado sin importar tu estado de ánimo, logras hacer mejores mis días. Si logramos quitarme esto sé que podré continuar mi vida sin ti, pero yo no lo quiero de esa forma.

Richard comienza a hablar a Gwen sobre sus planes, que piensa hacer después de que todo termine, donde piensa construir una casa para que los dos vivan juntos, la cantidad de lugares que quiere recorrer a su lado, hasta finalmente quedar dormido. A la chica le parece demasiado adorable toda la situación, e incluso se siente emocionada pero no segura de que aquello pueda hacerse realidad. Ha vivido dentro de las mentiras por tanto tiempo que ahora le es difícil identificar una cuando la ve. No quiere dar toda su confianza por miedo a ser rota de nuevo. Richard no es Till, lo sabe, pero ella sigue siendo la misma cuya confianza han destrozado. ¿Por qué confiaría tan rápido en un chico que está igual de enamorado que ella? A veces el amor no es suficiente, lo ha comprobado.

El Nuevo Mundo // Richard Z. KruspeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora