Mañana será otro día

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Richard se ha despertado con una paz sorprendente, no es sorpresa cuando ve a Gwen, dormida en el sofá. La luz del sol ilumina completamente la habitación. Él se levanta y va hasta sentarse en el suelo, justo frente a ella para observar su rostro descansando, analiza cada perfección y cada imperfección, mientras más observa sabe que no quiere alejarse de ella, está con él y es lo único que necesita. Pero puede ver que ese pequeño sofá debe ser muy incómodo, incluso Gwen aún conserva sus zapatos. Kruspe se mantiene ahí por un largo momento, hasta que la enfermera entra. Richard se ve obligado a levantarse, para que esta lo revise. En cuanto termina, le indica que podrá irse cuando quiera. El chico opta por esperar a que Gwen despierte. Cuando ella lo hace, llama a Beatriz, quien debe enviar transporte seguro para Richard, principalmente. Después de esperar por unos minutos salen, de nuevo a la rutina.

Gwen llamó a su padre por la noche, diciendo que no pasaría la noche con él. August se molestó ¿Richard realmente era merecedor de todas las atenciones de su hija? Sabe que los pacientes siempre deben ser la prioridad pero Gwen aún no se recuperaba de aquel evento traumático. Su hija es adulta, lo sabe, pero no comprende porque prefiere la salud mental de un chico, antes que la suya propia.

—Por favor recuéstate Gwen, puedo ver que estás agotada.

En realidad eso no era lo único que Richard podía ver. Ni siquiera podía explicarlo. Veía sueños, confianza y amor destrozado, sentimientos que no sabían como salir. Era un caos, una olla de presión que estaba al borde del colapso por no permitirse expresar lo que siente.

La chica así lo hace, va hasta esa cómoda cama y se deja caer, cuidando su brazo y costillas. Richard se recuesta a su lado, ella está entre la pared y ese cuerpo sumamente delgado. Él la acerca aún más, coloca su cabeza sobre su pecho mientras da suaves caricias en el hombro de la mujer, por arriba de la ropa.

—Haré cualquier cosa que me pidas, sólo por verte sonreír.

—¿Puedes cantarme? —Richard sonríe sonrojándose, él no pensaba que Gwen le diría eso ¿Till solía cantar para ella? Aquí iban de nuevo las malditas inseguridades, suelta una risita nerviosa. ¿Qué iba a cantarle?

Ni siquiera lo medita mucho cuando comienza a cantar la única canción que recuerda haber escuchado Sweet Dreams - Eurythmics.

Gwen sonríe, claro que se sabe esa canción de hace más de 10 años. Él presiona aún más a la chica contra su cuerpo.

—Cantas muy lindo, Richard.

Él sonríe, deja un beso en su frente y un silencio los abraza. Pronto ella se encuentra durmiendo. Richard no lo nota hasta que comienza a hablar, y no recibe respuesta. Entonces se levanta y decide que quiere tomar una ducha. Pasar la noche en un hospital es agotador, no quiere imaginar la forma en que ella se siente. Él sale de la ducha, encontrándose a la chica despierta, sentada en el borde de la cama mientras llora.

—Gwen ¿qué ocurre?

Limpia sus lágrimas rápido, mientras el fresco aroma de Richard le resulta exquisito. Él se arrodilla frente a ella, para verla a los ojos.

—No he dejado de tener pesadillas desde aquel día. Los veo en todos los lugares, me siento sucia. Quiero olvidarlo, superarlo como tantos pacientes míos lo han hecho. Me siento una imbécil por ser psicóloga y no poder seguir mis propios consejos. Sé que se requiere tiempo, y disposición, pero soy profesional en estos temas, sé lo que se debe hacer pero no puedo Reesch.

Ella rompe en llanto, Richard lo único que hace es abrazarla. Claro que es más fácil dar un buen consejo que ponerlo en práctica. Cuando una mente está traumatizada no puede razonar mucho, alguien quien no pasa por la situación puede verlo todo de una forma más clara, pero todo cambia cuando te toca ser aquel que debe afrontar una situación terrible.

¿Qué debe decirle a Gwen? Ella es la profesional, ¿cómo va a ayudarla en el campo donde ella es la experta?

—Cariño, dime que irás a terapia. Esto no es algo que tú puedas afrontar sola. Sí, has estado frente a estos casos, pero ahora te toca vivirlo, necesitas ayuda y me gustaría poder dártela, pero ahora debes dejar de ayudarnos para ayudarte.

La chica se separa de Richard para observar sus ojos azules preocupados por ella. Gwen sonríe ligeramente.

—Nunca me habías dicho cariño —él se sonroja enseguida—. Lo tomaré en cuenta Reesch, pero quiero salir de esto sola.

—Gwen, no me lo tomes a mal por favor, pero no eres un súper humano. Te quiero y por eso te digo esto, simplemente eres otra humana, que siente igual que tus pacientes y que tiene problemas. Me has ayudado, y estoy seguro que a los demás también, pero debes considerar que eres tan frágil de romper como nosotros. Si no estás bien, nadie a tu al rededor puede estarlo. No eres nuestra heroína, eres nuestra psicóloga.

Gwen comenzaba a olvidarlo, cuando tienes un poco de poder a veces olvidas que eres igual que los demás, fácil de romper, con sus debilidades. Ella vuelve a abrazarlo y él hace lo mismo, la mantiene cerca de su cuerpo.

Cuando Gwen se va, lo hace porque su padre decide pasar por ella. Está molesto, pero no lo quiere mostrar, no hasta que llegan a la habitación de hotel de August.

—Ahí hay una relación amoral ¿cierto? —pregunta Horkheimer en cuanto entran a la sala de estar, la chica se queda paralizada mentalmente, mientras llega hasta el sofá para sentarse, está agotada.

—¿De qué hablas?

—Gwen —sus sentimientos logran suavizarse por ver a su hija de esa forma. Va hasta ella y toma su mano, sus ojos la analizan—, he visto la forma en que ambos se observan, los dos son jóvenes y apuestos, tú eres hermosa, eres mi hija. Nadie elige estar con uno de sus pacientes, días después de haber vivido una gran atrocidad como la que pasaste. Ustedes se quieren pero las circunstancias no lo permiten. No puedes salir con él, lo digo por tu bien. Es más vulnerable que tú, ha desarrollado un afecto por ti debido a tu condición: lo apoyas, pareces tranquilizarlo, confía en ti porque has estado con él, más que sus padres. No puedes dejarte llevar así.

Gwen está meditándolo.

—¿Puedo tomar una ducha? —August lo entiende. Ella lo sabe, pero no quiere hacerle frente, no ahora. Él simplemente asiente, mostrándose preocupado y sin alejar sus ojos de su pequeña.

Ahora Gwen no puede bajar la vista para observar su cuerpo. Está bajo la ducha, siendo tocada por el agua. No es capaz de ver su cuerpo desnudo y con mucho trabajo pasa su mano por él para enjuagarlo. ¿Cuándo va a ser el momento en que despierte de esa pesadilla? Richard tiene síndrome de Estocolmo: alguien que desarrolla una dependencia a la persona que lo tiene capturado o encerrado. El hecho de sentir que había perdido a Gwen lo hizo querer quitarse la vida, considerando que no podría continuar sin ella. Richard no se siente atraído por la chica, le atrae el poder que ella tiene sobre él.

Ella simplemente comienza a llorar, aún incapaz de observar su cuerpo lleno de moratones. Mañana será otro día ¿no?

El Nuevo Mundo // Richard Z. KruspeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora