Siempre que él viene significa que hay malas noticias.
—Hola Gwen —dice Christoph con una sonrisa.
—Hola.
Él es el psiquiatra de la institución. Tiene 27 años. Él es divorciado y tiene una pequeña hija de 3 años a quien ve cada fin de semana.
—¿Qué tal vas con Oliver?— él me da una sonrisa mientras se mantiene observándome. Yo le sonrío igual.
—Parece avanzar rápido Chris, eso es bueno.
—Eso es muy bueno —contesta con un gran entusiasmo— A decir verdad también comienzo a ver un gran avance en ellos. Realmente les estás ayudando, sabes que yo me encargo más de la parte médica, no soy muy bueno conversando con ellos. Me alegra saber que están mejor.
Yo sonrío, sin embargo sigo esperando las malas noticias que puede darme.
—¿Y qué pasó Christoph? —pregunto recordando que Paul no debe tardar mucho en llegar.
—Nada malo Gwen. Has estado trabajando aquí por dos meses. Es grandioso porque muchos no soportan más de seis semanas y al parecer tu estado de ánimo no decae. Creo que estaremos trabajando por un largo tiempo juntos —rasca su nuca, se siente nervioso, su lenguaje corporal me lo dice, yo lo encuentro tierno y sonrió— ¿te gustaría salir por un café o quizá a comer juntos?
—Seguro Chris. Podríamos comer en mis treinta minutos libres, a las doce.
—Perfecto —me sonríe y su cuerpo se relaja completamente.
—Buen día Gwen —una tercera voz nos hace voltear a los dos.
—Buen día Paul.
Christoph saluda a ese hombre y sale de la sala.
El hombre de 29 años va al diván y se sienta, como costumbre, yo me acomodo frente a él. Paul me observa con una gran sonrisa, está emocionado porque en unos cuantos días va a salir de aquí.
—¿Flake ha tratado de verme?
—Claro que si Paul, él está emocionado por verte de nuevo, hoy no podrá venir, necesita ir al trabajo y hacer todos los tramites para poder sacarte.
—Aún no puedo creer que voy a salir Gwen. Gracias a ti.
—No Paul, gracias a ti. Has sido muy valiente y fuerte. Por tu esfuerzo saldrás de aquí.
Paul llegó aquí presentando un trastorno por estrés postraumático. Todo a raíz de un accidente automovilístico, en el cual murió su madre, él iba de copiloto. Christian Lorenz es su amigo, ha estado con él desde que ingresó. Cuando yo llegué Paul tenía poco más de un mes internado. Con ayuda psicológica y medicina, él es un hombre nuevo, listo para afrontar el mundo de nuevo.
—Muero de ganas por salir de aquí. Estar con Flake y tocar guitarra mientras me escucha.
—Quizá algún día puedas tocar algo para mí, Paul. He escuchado que eres muy talentoso. Sería un honor poder escucharte y verte fuera de este lugar.
—Ten por seguro que te invitaremos. Estamos más que agradecidos contigo Gwen. Hablo por Flake y por mí, al decir que nos encantaría que nos escucharas.
Este Paul ya no es el mismo que conocí. Un hombre con ojeras, que no dormía porque sabía que dormir implicaba tener pesadillas, un hombre que apenas decía una palabra, alguien que se quedaba observando un punto fijo por minutos enteros, que comenzaba a sudar o que temblaba y le faltaba la respiración.
Se despide de mí con una sonrisa. No puedo estar más orgullosa. Cuando veo la sonrisa en Paul, y el brillo en sus ojos, sé que valió la pena todo por lo que he luchado y que mi trabajo da frutos. Esto es por lo que estudie, y ahora lo tengo. Es la sensación más placentera del mundo.
El día avanza, los pacientes parecen mejorar, otros no parecen avanzar, pero a pesar de eso no me doy por vencida, no lo haré hasta salvar a todos los que pueda de este lugar.
Llegan las doce del día. Christoph vuelve a entrar a mi oficina y almorzamos juntos.
—Es una niña hermosa, su madre es un monstruo. Sólo quiero mantenerla a salvo —dice y enseguida le da una mordida a su emparedado.
—Debe ser hermosa Chris. Sin importar lo mucho que odies a esa mujer no debes mencionarlo frente a tu hija, recuerda que esa mujer también es su madre. Eso sólo dañaría la imagen que esa niña tiene sobre ti.
—Lo sé Gwen, pero hay veces que no la soporto.
Nos mantenemos hablando. Es la primera vez que conversamos sobre nosotros, no sobre psicología o psiquiatría. Christoph es un hombre agradable, no puedo negarlo, así como tampoco puedo ignorar el coqueteo que él ha hecho a mi persona desde que llegué.
—Algún día te presentaré a Barbara, es una niña hermosa. Quizá deberíamos ir al cine los tres.
Yo sonrío por su amabilidad.
—Tal vez Chris. Es agradable hablar contigo.
Él asiente.
—Así es Gwen, también es agradable hablar contigo.
El día avanzo. Al parecer todo continua normal, algunos avances y retrocesos en los paciente. Llega casi el final de mi día cuando es turno de Monica.
—Fue enfermizo. Ni siquiera sé porque razón lo sentí, porque razón me enamoré de él, si me arrebató de mi familia.
—¿Te gustaría verlo de nuevo? —ella niega triste.
—Fue un cerdo. De alguna forma Oliver me ha hecho ver que el amor no duele, quien te ama no te priva de tu libertad. Yo lo comencé a ver como alguien que me protegía. En realidad él evitaba que yo fuera violada o maltratada por los demás. Es joven, y guapo, creo que me enganchó eso. Yo le dije que me dejara libre, cuando confesó que estaba enamorado de mí, pero no lo hizo. Yo simplemente caí, me deje llevar. Jamás me sentí protegida, y él me protegía de todos los otros hombres. He cambiado Gwen, me da asco recordar esa parte de mi vida. Un rostro bonito jamás va a justificar acciones terribles.
Mi día de trabajo concluye con Monica. Al parecer hay sentimientos muy fuertes entre ella y Oliver, pero ninguno de los dos lo sabe y a mí no me corresponde decirlo. No sería ético en mi trabajo. Harían bonita pareja. Lo que me pone más feliz es que ambos pronto saldrán de aquí, si se mantienen con esos pensamientos.
Llego a mi hogar. En realidad es un pequeño apartamento pero lo veo como casa. Todo en silencio, como siempre. Dejo la comida que compré en la mesa.
El apartamento es realmente pequeño. Entras y hay un sofá grande con una televisión frente a él. A un lado de la diminuta sala de estar hay una mesa para cuatro personas (por si hay invitados) y enseguida está la cocina. A un lado hay un pasillo. Hay dos habitaciones y un baño.
Recuerdo que hay platos sucios. Así que antes de comer decido que será buena idea lavarlos, ya que aún no es muy tarde y no tengo tanta hambre.
Antes de comenzar pongo mis audífonos y escucho música, así el tiempo se me va más rápido.Bailo ligeramente, lavo los platos y pienso en el final de mi día laboral. ¿Por qué razón Beatriz había estado dificultando tanto la salida de Paul del hospital? Claro que la salida de un paciente implicaría perdidas monetarias, ya que es un hospital privado, pero me parecería una tontería muy grande que ella lo haga por el dinero, y no tanto por el bienestar de las personas. Si bien, entiendo que algunos de los empleados, que están en constante contacto con los pacientes, de pronto tengan mal humor o se desesperen con ellos, no lo comprendería de Beatriz cuando ella jamás tiene contacto con ellos, o al menos es lo que yo he visto.
Mi cabeza es una fuente de teorías, estoy próxima a terminar de lavar los platos cuando siento unas manos que rápido me separan del lavaplatos y me pegan a la pared, que está próxima a mí. No me da tiempo de reaccionar o de pelear cuando me tiene sometida entre la pared y su cuerpo mientras sostiene mis manos. Mi corazón parece que quiere escapar de mí. ¿Qué pasa?
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El Nuevo Mundo // Richard Z. Kruspe
FanfictionLas personas son historia, siempre lo he pensado. ¿Qué pasaría si el mundo pudiera conocer todas y cada una de ellas? ¿Las personas llorarían de tristeza o querrían renacer para saborear la gloria de la vida? Yo soy Gwen, tengo la fortuna, o desgra...