Reforzando amistades

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Me pongo de pie mientras Beatriz camina amenazante hacia nosotros y trata de hacer que Richard se levante sujetando del brazo y jalándolo.

—¡Basta Beatriz!

Sin importarme nada, me levanto y quito la mano de la señora mientras que ella se queda impactada por la forma en la que lo hice, sé que no fue la correcta pero ella no debió jalarlo. Me pongo entre ella y Richard.

—¡Tú no puedes sacarlo niña insolente! —está furiosa. Me grita tan alto que escupe cerca de mi cara, sus fosas nasales se expanden y su respiración es agitada.

Jamás la había visto así, pero no me inmuto, no porque Richard está detrás de mí, aterrado, está empuñando mi brazo, sujetándome fuerte mientras tiembla.

—¡Y tú no puedes interponerte ante las terapias que lo están ayudando! Yo sé lo que hago y de ninguna manera tienes porque venir y tratar de meterlo en la forma en la que querías hacerlo —igual no comprendo lo que me pasa. Le estoy gritando a mi jefa, la directora de está institución.

—¿Y si se escapa? —su ira se baja. No esperaba que le gritara. De cierta forma sentir a Richard tan indefenso me hizo tomar fuerza y coraje.

—No tiene porqué, es decir, este instituto es de los mejores del país ¿no? Se supone que debe tener las normas de seguridad correctas.

Beatriz me observa de una forma que yo no había visto en ella. Revisa su reloj.

—Pero ¿qué crees? Tú sesión termina en 5 minutos y si en 6 minutos él no se encuentra en su maldita habitación será motivo de tu despido y también de los dos imbéciles que permitieron que lo sacaras.

Puede despedirme a mí, pero por mi culpa ellos no serán despedidos.

—Ellos no tienen la culpa de eso, yo lo saqué y no tienes porque desquitarte con Richard o con aquellos dos hombres. Si lo traje aquí fue porque lo vi necesario.

Me observa por unos segundos, y sin decir algo, se retira. Me giro para observar a Richard. Suelta mi brazo y veo que está sollozando.

—¿Te van a despedir por mi culpa?

—No Richard, no será por tu culpa y si lo hacen será por mí, pero no te preocupes, seguiré aquí, no me despedirán. Ahora ven, vamos a tu habitación.

—Espera, quiero ver de nuevo el cielo.

—De acuerdo

Él se queda un momento observando el cielo y después cierra los ojos mientras una corriente de aire pasa moviendo su cabello negro y haciendo contacto con su piel. ¿Cómo lucirá este Richard sin esa barba de algunos meses?

—Olvidaba como se sentía el viento en contacto con mi piel.

Sonrío de ternura que me causa verlo de esta forma. Es horrible que comiences a apreciar las cosas simples, una vez que te han mantenido encerrado por años.

—Vamos, tenemos que entrar —dice mientras comenzamos a caminar para volver a su "habitación".

—Richard, llegaré a la raíz del porque dejas de escuchar las voces, te ayudaré en todo, esto —digo mientras él está sentado en el borde de la cama.

Ese rostro me dedica una sonrisa cansada.

—Gracias.

—Tengo que irme. Hablaré con el doctor Schneider sobre el posible ataque de asma. Lo solucionaremos Richard.

—¿Vendrás mañana? —parece ignorar lo que le he dicho. Como si no tuviera relevancia.

—Es mi día libre pero vendré.

El Nuevo Mundo // Richard Z. KruspeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora