Capítulo XXXIV

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~Adela POV~

Llegamos a la casa de Kate, yo venía de la mano de Austin. Thaly se apresuró en tocar el timbre, todos nos miramos tensos, la verdad es que no sabíamos nada de Kate desde hace varios días. Ella esta aislada del mundo, se encerró completamente, no responde mensajes, ni contesta llamadas y hoy no fue a la escuela. Estoy casi segura de que tampoco querrá recibir visitas.

Aprieto la mano de Austin y él me da una sonrisa confiada, solo él me hace sentir la seguridad de que todo estará bien, sin importar lo que enfrentemos.

Una señora de baja estatura, pelo corto y unos cuantos kilos de más nos abrió la puerta, trae puesto un uniforme de sirvienta. —Buenas tardes, ¿se encuentra Kate? —preguntó Gina un poco insegura y la señora nos dio una sonrisa triste, —si está, pero no quiere ver a nadie —nos dijo sin apartarse de la puerta.

—Pero somos sus amigas, talvez acepta vernos —le dije, la señora suspiro y nos dejo pasar.

Antes de poder entrar Austin me detiene, —creo que es mejor que ustedes hablen con ella. ¿No creen? —Kyle y Taylor asintieron de acuerdo, yo lo miro ceñuda. Él da un paso adelante y acaricia mi rostro desvaneciendo la expresión —Kate las necesita —asiento y me da un corto beso, —bueno —murmuro no muy conforme, pero sé que tiene razón.

—Ve con ella —, se despide y se va junto a Taylor. Thaly y Gina me toman cada una de un brazo y nos apresuramos a entrar a la hermosa mansión Williams.

Por la escalera venía bajando un mayordomo con una bandeja llena de comida, —no quiso abrir —le dijo el mayordomo a la señora sirvienta. —Podemos subir —preguntó Thaly y ambos asintieron.

Subimos a la habitación de Kate, —señorita, abra la puerta por favor, no pienso irme de aquí hasta ver que esté bien —un alto hombre de menos de 25 con porte formal y cuerpo fornido, tocaba la puerta casi para tumbarla, tenía los ojos grises y el cabello dorado. Definitivamente de muy, muy buen ver. Adela, tienes novio, despega tu vista del tipo.

—¿Quienes son ustedes? —nos preguntó con un tono de voz intimidante, se notaba que no estaba de buen humor, lo digo por experiencia propia. Nos examinaba con la mirada, Thaly no tardó en tomar una postura coqueta.

—La pregunta es, ¿quien eres tú? —lo enfrentó Gina cruzándose de brazos, —soy Smith, el guardaespaldas de la señorita Williams —respondió dando un paso al frente, en un fallido intento de atemorizarnos.

—De una agencia muy hot —murmuró Thaly por lo bajo, yo reprimo una risa y Smith la mira, —para su información soy un sargento de la policia nacional —dijo muy orgullo, yo aprieto la mandíbula, —pero tu alto rango no vale de mucho cuando estás de niñero de una adolescente —le digo con altanería. Directo a su ego.

—No voy a perder la paciencia con ustedes, niñas malcriadas, pero será mejor que se vayan, no creo que la señorita les abra la puerta —dijo entrando sus manos en sus los bolsillos de sus pantalones de gabardina. Ni que fuera tan viejo para llamarnos niñas.

Gina lo fulmino con la mirada y se apresuro en tocar, —Kate querida, somos nosotras tus amigas —le dijo con un tono de voz tan suave como si hablara con porcelana viva, en menos de un minuto la puerta se abrió. Smith puso los ojos en blanco y suspiró cansado.

—No dejen entrar al simio —dijo Kate con voz temblorosa, las tres le señalamos las escaleras al mismo tiempo. —Shuu...—le dijo Gina haciendo un gesto como si espantara a un bicho raro. Smith negó en desaprobación y se fue.

Entramos a la habitación y todo era un desastre, basura por todo el piso, la cama desarreglada, la ropa con los libros, los maquillajes con los zapatos y todas las paredes escritas con frases deprimentes.

Zorras Malditas I & IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora