XXVIII. Yo estoy aquí ahora

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— Gracias —murmure con los ojos cerrados ya mas calmada, una pequeña sonrisa estaba dibujada en mis labios.

— Puedes confiar en mi, no te defraudare nunca  —susurro aun abrazándome, quería quedarme así por siempre, esa sensación de tranquilidad y calma, quería quedarme con ella, no volver a sentirme asustada por todo. Se separo de mi y me miro con una pequeña sonrisa, limpio mis lagrimas. — Ya es un poco tarde, deberíamos ir a dormir.


***

Mire el despertador, eran las 5:30 AM, camine a la ventana, casi no habían personas en la calle, saldría a correr para despejar mi cabeza, todos esos pensamientos que se movían rápidamente dentro de mi mente. Me bañe y me puse ropa deportiva, tome mi celular junto con mis audífonos. Tenia ropa extra en mi casillero, los libros los vendría a buscar y luego iría a la preparatoria a cambiarme. Salí de mi cuarto sin hacer ruido y posteriormente de la casa no sin antes desayunar algo.

Al principio estaba trotando, luego comencé a correr, al cabo de un rato llegue a un parque, era un hermoso lugar y muy tranquilo ademas. No importaba cuanto me cansara, sólo quería alejarme de todo, seguir corriendo, estar sola por unas horas.

De repente los vi, eran ellos, en frente mío, la repentina aparición me hizo detenerme en seco y por poco caer.  Mi mente me jugaba trucos, era desgarrador verlos, como si en realidad estuvieran ahí, sabia que no era real pero dolía, la ausencia y la soledad son los peores de los sentimientos, oprimen tu corazón recordándote donde estas y que ese vació nunca volverá a ser llenado, una herida abierta que siempre te recuerdan.

Voltee con un nudo en la garganta, no podía mirarlos, simplemente no podía hacerlo, así que retrocedí un par de pasos y di media vuelta, estaba huyendo, de ellos, del dolor, del hecho de que estuvieran muertos; era lo que mejor podía hacer, huir de la realidad. Mire hacia atrás, se habían ido, volví mi mirada al camino que estaba siguiendo, me detuve de repente por la visión en frente, caí al suelo asustada, estaban ahí de nuevo, otra vez en frente mío, ellos seguían inmóviles en el mismo lugar, me arrastre, no quería estar cerca de ellos, no podía.

Negué repetidas veces asustada, mi corazón latía tan rápido que sentía que se me iba a salir, cerré los ojos levantándome de repente algo tambaleante y corriendo en seguida como alma que lleva el diablo, ya algunas lagrimas  se habían apoderado de mis mejillas bajando imponente por estas. — Lo siento —murmure para mi misma mirando hacia atrás por un segundo y volviendo la mirada hacia la dirección en la que iba en la cual se encontraba un chico. Caí al suelo sin poder evitar el choque, sorbí por la nariz dirigiendo mi mirada al chico, mis labios se entreabren observándolo, limpie mis lagrimas en seguida y me levante. Era Mark.

  —  Lo siento — murmure ofreciéndole mi mano para ayudarlo a levantar. —  No vi... por donde iba — conteste intentando controlar mi voz, sonaba muy débil, limpie mi rostro por completo para volver a mirarlo.

  —  Esta bien — negó quitando le importancia.— Gracias. ¿Corriendo también? 

  —  Ah... si, si, ya que tengo un descanso de las clases... bueno, no tengo mucho mas que hacer — apreté los labios formando una pequeña sonrisa algo nerviosa, sentía que no podía verlo a los ojos o se daría cuenta, notaria mi nariz y mis ojos levemente rojos  

  —  Si... Lo siento, el entrenador a veces puede ser muy molesto pero le importamos, le importas tu y tu salud. — aprieta los labios encogiéndose de hombros. —  Ah, ¿quieres caminar? .

Asentí tomando la misma dirección en la que iba, al igual que él.

— Claro. — asentí con una suave sonrisa, aún estaba conmocionada por lo que acababa de suceder, sin embargo, ver a Mark era como un aire de tranquilidad en medio de todos los pensamientos que se arremolinaban en mi mente. Suspiro soltando finalmente. — Um, ¿y como te ha ido?

Pain, tears and a promise | L. T. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora